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Adriana Valdés y el futuro de las humanidades

En resumen

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-¿Cuál es el vínculo entre humanidades y democracia?

-La democracia depende de la calidad de sus ciudadanos. ¿Cómo medir esa calidad? Es buen ciudadano quien piensa por sí mismo, quien aprecia la tradición y también la critica. Las humanidades son vitales para la ciudadanía democrática: imaginar situaciones, ponerse en el lugar de otras personas, entender épocas distintas de la propia, empatizar. Las humanidades van de la mano con la calidad de los ciudadanos, y esa calidad es decisiva para la democracia.

-¿Qué mutación viven las humanidades?

-He hablado de una "mutación" de las humanidades tradicionales por la velocidad de los cambios tecnológicos, hoy presentes en todos los aprendizajes. Si antes las humanidades dependían de los libros y la imprenta, y de las formas de pensar propias del lenguaje escrito, hoy se piensa también con imágenes y relaciones entre imágenes, y se piensa en forma mucho menos lineal y más asociativa. La mutación de las humanidades alienta esta forma de pensamiento.

-¿Cómo imagina el futuro de las humanidades?

-Elijo un sesgo optimista para pensar las humanidades en el futuro (es una opción ética). Creo que se desarrollarán capacidades del cerebro humano que hasta ahora no conocemos, y nuevas formas de pensamiento no lineal. Creo que la exposición a sistemas culturales distintos al judeocristiano occidental traerá flexibilidad, amplitud y riqueza a las nuevas formas de pensar. Y creo que las humanidades se verán obligadas a salir del encierro de las especialidades académicas.

Adriana Valdés estudió castellano y ha dedicado su vida a ser escritora y crítica.

3 preguntas

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Con "Redefinir lo humano: las humanidades en el siglo XXI" (Editorial UV) la ensayista Adriana Valdés ganó el Premio Literario de Santiago de este año. Actualmente es la directora de la Academia de la Lengua, primera mujer en el cargo en 133 años de vida de la institución.

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UV

"Roma": imágenes, sonidos y sensaciones de la infancia

Tras su triunfo en Venecia y un recorrido por los festivales del mundo, llega la última maravilla del mexicano Alfonso Cuarón. Una película prodigiosa que se puede ver en Netflix y en algunos cines del país.
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El mexicano Alfonso Cuarón hubiese sido un interesante objeto de estudio décadas atrás, cuando la crítica cinematográfica estaba empeñada en establecer qué define a un "autor". Y esto es porque su carrera siempre ha serpenteado en distintos flancos. Veamos. Su debut, la comedia "Solo con tu pareja" (1991), lo instaló en un circuito de cine independiente carente de grandes ambiciones pero le abrió las puertas de la gran industria. Ahí pudo realizar "Little princess" (1995), basada en una novela infantil de la escritora británica Frances Hodgson Burnett. Luego vino "Great expectations" (1998), con Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow; un regreso a México con "Y tu mamá también" (2001); un trabajo por encargo para la saga de "Harry Potter" y un salto en grande hacia la ciencia ficción de alto presupuesto con "Niños del hombre" (2006) y "Gravedad" (2013).

La pregunta inevitable es: ¿hay un sello personal de Cuarón que atraviese todos sus ejercicios de estilo? "Roma" nos demuestra que sí. En ella encontramos los largos travelling, los movimientos de masas y las escenas de partos de "Niños del hombre"; también, el interés por la infancia de sus películas familiares y la revisión del contexto socio-político mediante dramas intimistas, como lo hizo en "Y tu mamá también".

La gran diferencia con todas las producciones anteriores es, sin embargo, la libertad que adquiere un Cuarón que decide derribar las estructuras de género para hundirse en sus propios recuerdos y recrear las sensaciones del pasado. Lo primero que atrapa de "Roma" es su sensorialidad, la forma en que el cineasta construye evocaciones melancólicas a través del sonido del afilador de cuchillo, el agua el balde de limpieza o los sonidos de la ciudad. La operación no es muy distinta a la de Fellini con "Amarcord", porque el objetivo es volver a la infancia a través del cine, aunque el resultado sí lo es. A diferencia del italiano, Cuarón no acoge las fantasías ni los sueños. Su apego a las formas, dinámicas y texturas del mundo es absolutamente realista, como si la poesía se escondiera detrás de todas las cosas. Es una aproximación cuasi panteísta a un mundo material que, de tanto en tanto, es capaz de ofrecer bellos accidentes. Este despliegue de epifanías audiovisuales en blanco y negro potencia una historia sencilla: las vicisitudes de una sirvienta indígena que trabaja puertas adentro en el hogar de una familia de clase media (inspirada en la del propio Cuarón). Son las penas y alegrías de una mujer buena en tiempos de revueltas sociales ("la dignidad de los nadies", como diría Pino Solanas). "Roma" es la consolidación definitiva de Cuarón, un nuevo triunfo del cine.

Roma cuenta la historia de una sirvienta indígena en la casa de una familia de clase media. como la de alfonso cuarón.


en resumen

"Roma", producida por Netflix, es una de las películas más esperadas del último tiempo. La dirige el mexicano Alfonso Cuarón.

Por Andrés Nazarala R

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