Secciones

La ruta que busca ser la nueva cara del turismo en Atacama

VIVENCIAL. En marco del seminario internacional "Futurismo Atacama", fuimos invitados a realizar un tour por el corazón de las comunidades colla, terminando en el Parque Nacional Nevado Tres Cruces.
E-mail Compartir

En el marco del evento internacional que se desarrolló durante la semana en la región, denominado "Futurismo Atacama", actividad organizada por la revista especializada Be Chile, y que reunió a destacados expositores ; como El Diario de Atacama fuimos invitados a una de las salidas a terreno, la que se transformó en una verdadera aventura, donde la belleza se mezcló con la historia de la región.

El martes 20 de noviembre partimos temprano desde el centro de Copiapó hacia el corazón de las comunidades colla en una camioneta acondicionada para la ocasión, ya que la ruta no es fácil pese a los diversos arreglos que se han realizado en los últimos años.

Cerca de las 10 de la mañana ya enfilábamos por la ruta internacional para parar en la primera estación de esta aventura, el pueblo de Puquios, que era un antiguo asentamiento minero ubicado a 65 kilómetros al este de Copiapó. Este poblado tuvo relevancia durante el siglo XIX a través de la minería, llegando a tener cerca de 5 mil habitantes, un alcalde y una estación de ferrocarril. Es más, el propio William Wheelwright planteó en su momento hacer una ruta ferroviaria desde Puquios hasta Argentina, idea que no prosperó por la crisis económica de comienzos del siglo XX.

Con el tiempo el poblado fue quedando abandonado y sus ruinas se vieron afectadas por los aluviones de los últimos años.

Tras unos minutos visitando el lugar, seguimos rumbo adentrándonos en los rincones desconocidos de la región hasta desviarnos en la entrada del sector La Puerta, donde volvemos a parar para disfrutar de un escondido "museo" de fósiles.

"En la nota no coloquen donde estamos, porque no queremos que todos sepan de esto", nos dice nuestro guía, y es entendible, ya que muchos turistas inescrupulosos han robado estas piezas milenarias.

Si bien es parte del trayecto turístico, los organizadores manejan el lugar con recelo. Es que basta solo caminar algunos pasos para encontrar fósiles marinos, considerando que hace millones de años este lugar estaba en el fondo del mar.

Conchas incrustadas en las rocas sorprenden a los expositores que vienen desde el extranjero.

Subiendo

"Tomen agua, que es momento de empezar a subir", nos comentan. El camino continúa y es en subida, rumbo al Parque Nacional Nevado Tres Cruces.

La siguiente parada es a un costado de la ruta, donde en medio de valle se distingue una casa abandonada. "Esa es la casa de veraneo de los Goyenechea", nos dice el guía.

Ercio Mettifogo, presidente de la Asociación de Turismo de Atacama (ATA), y quien lidera esta expedición comenta la historia de esta casa.

"Esta es una casa que está hecha en Quincha, que es la forma en que se construye en el norte. Los cielos tenían telas para aislar el calor. Los Goyenechea heredaron esto a los Cousiños y después pasó a mano de privados", sostiene Mettifogo, agregando que se busca que el lugar sea pasado en concesión a la comunidad colla y transformarlo en un lugar de paso y aclimatación para los montañistas, considerando que están a 1.600 metros sobre el nivel del mar.

Y es que en esta altura del viaje, las comunidades colla se hacen sentir más fuerte, ya que a muy pocos kilómetros de esta casa se encuentra a un costado del camino un antiguo cementerio considerado como simbólico, ya que no hay cuerpos enterrados ahí, pero que la comunidad adorna y visita cada 1 de noviembre, repintando las "tumbas" y colocando flores.

Ya es cerca del mediodía y el calor se siente cada vez más fuerte en este sector cercano a los 2.200 metros sobre el nivel del mar.

Hay que seguir avanzando en una ruta que busca su espacio como parte de los atractivos turísticos de la región.

Los quesos de don Jorge

Basta avanzar solo unos kilómetros para ver una casa en medio de la ruta donde el viento se siente fuerte.

Ahí vive durante el verano Jorge Araya, que con 74 años sorprende a los turistas con su quesos de cabra y telares que vende a los pocos turistas que llegan al sector. Para él la edad no importa mientras pueda estar en ese lugar.

"Acá se vive tranquilo, no hay ruidos. Se pasa bien porque no hay peligro de nada. En este tipo no hay problemas con el clima pero ya en febrero se pone a llover", dice don Jorge mostrando su casa mientras vende un queso a $7 mil.

En medio de la conversación aparecen Coraje, Giuseppe y Archivaldo, sus perros que con ternura se acercan a los turista mientras don Jorge acota que "estos perros no tienen pulgas, por la altura no hay pulgas por estos lados".

Ya en esta parte del trayecto comienzan a sentirse los efectos de la altura, donde caminar un poco más rápido, especialmente a los que estamos poco acostumbrados y con "algo" de sobrepeso, se refleja en una leve falta de aire.

Bloqueador en la cara, ya que el sol pega con todo en esas horas, y seguimos subiendo por una ruta que cada vez se muestra en peores condiciones.

La última parada antes de llegar al Parque Nacional Nevado Tres Cruces, y al almuerzo, es en el "Bosque de las colas de zorro", como le denominan. Donde un humedal surge en medio del desierto como un milagro para un grupo de cabras y caballos que se encuentran en el lugar.

El agua y la vegetación permiten que puedan sobrevivir en el sector, siendo parte fundamental de los crianceros collas.

Sin señal de celular ni electricidad, este lugar es ideal para desconectarse completamente del mundo tecnológico actual. Si bien queda aún viaje por delante, no dejo de sorprenderme de las maravillosas postales de esta ruta, donde se mezcla la vegetación con el desierto, el sol, el viento y los múltiple colores de los cerros.

Parque

Y luego de casi cuatro horas de viajes, tras doblar en una curva del ya polvoriento camino, aparece una de las postales más hermosas y mágicas de todo el trayecto, donde el cielo se junta con la cordillera, el salar y la laguna. Un enorme letrero nos señala que hemos llegado al Parque Nacional Nevado Tres Cruces.

Este verdadero santuario de la naturaleza consta de aproximadamente 59 mil hectáreas y fue catalogado como parque nacional el 29 de julio de 1994.

A 4.100 metros de altura sobre el nivel del mar, la altura más alta que se alcanza en el trayecto, todos los participantes de esta expedición se bajaron de sus camionetas para sacarse fotos en medio del inclemente sol, el fuerte viento y el aire frío que implica estar en esta parte de la región.

Laguna

Finalmente, y tras recorrer un par de kilómetros más, llegamos hasta el refugio que hay en la Laguna Santa Rosa, lugar en donde pudimos observar una gran cantidad de flamencos que estaban en el agua y adornaba una imagen sorprendente.

Aquí hay un refugio adaptado para turistas que pertenece a Conaf pero que se encuentra en concesión, el cual es cuidado por Alvaro Donoso, quien administra el inmueble, pero al mismo tiempo irradia alegría y cuenta sus anécdotas.

"Acá vienen diferentes tipos de turistas. Algunos que vienen de paso y montañistas especialmente por un tema de aclimatación. Acá el invierno es bastante duro, casi todo congelado, con dos metros de nieve, con temperaturas de -29°, es muy difícil", dice Álvaro mientras ríe. Sabe que su trabajo es complejo. Es de Santiago, pero "no puedo estar lejos de la montaña. Voy (a Santiago) y duro dos o tres días y me tengo que venir".

Tras el almuerzo, Ercio Mettifogo, presidente de la ATA, nos comenta la importancia de este lugar para el futuro turístico de la región, pero que aún falta mucho trabajo por hacer.

"Lo que falta acá es que el copiapino conozca su zona. Si nuestras autoridades y las personas que viven acá sabe explicar sobre esto, va a cambiar todo, de partido lo van a valorar. Acá se deben involucrar el sector público y privado, pero en temas de turismo estamos en pañales", comenta Mettifogo.

Al mismo tiempo, señala que hay que realizar un cambio cultural en la forma en que el atacameño debe mostrar y conocer su región.

"Hay inconsecuencias. Los colegios no van a los museos, porque los padres y el propio colegio, los estatales, tienen problemas con el seguro. No conocen el museo de Tierra Amarilla, porque queda un poco más lejos", agrega.

Sobre esta ruta, Mettifogo explica que se busca tener buenos caminos que permitan que los turistas puedan llegar en cualquier vehículo.

"Estamos a 147 kilómetros de Copiapó, a una altura de 3.800 metros sobre el nivel del mar. Pasamos por cuatro comunidades (colla) que estamos integrando. Pasaremos por el Salar de Maricunga pero ahí viene lo negativo, el litio. Podría secar estas lagunas y todo lo del turismo podría desaparecer. Si el litio es un buen negocio y necesitan agua desalada, habrá que hacerlo, pero no darle las facilidades para que esto quede seco", finalizó.

Luego de las 17 horas, y tras pasar por el Paso San Francisco y el Salar de Maricunga, comenzamos el retorno a Copiapó, con la satisfacción de haber estado en una de las maravillas más escondidas pero espectaculares de Atacama.

Para quienes deseen realizar este recorrido, hay diversos guías que llevan a este sitio y otros del interior de la Región de Atacama con tour que van desde los $60 mil a los $260 mil pesos.

147 kilómetros separan a Copiapó del Parque Nacional Tres Cruces, en el sector cordillerano de la Región de Atacama.

4.100 m.s.n.m. es la altura máxima que alcanzamos durante el recorrido que puede llagar a durar 12 horas.