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Arno Brignon, fotógrafo invitado por FIFV

En resumen

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-Mi abuelo tenía una fábrica de pantuflas en Francia. Cuando murió, tuvieron que desocupar su casa para venderla y entre las cosas que encontraron apareció esta cámara que fue usada para fotografiar zapatos. Estaba muy nueva a pesar de ser muy vieja. Mi tío me preguntó: '¿la quieres?' Y yo no podía estar mas feliz. Tuve que hacerle muy pocos arreglos y funciona de maravilla. Trabajar con esta cámara ha sido un regalo del destino. Es como hacer magia.

Arno Brignon es un fotógrafo de Toulouse que vino a hacer una residencia en la Unión Obrera de Valparaíso, invitado por el Festival Internacional de Valparaíso, FIFV. Brignon se enfoca en la imagen documental, retratando los márgenes de las realidades.

-¿Qué haces en la Unión Obrera?

-Vine a vivir a este lugar para comprender lo que significa esta comunidad fundada el año 1898 con todo su tejido de relaciones, su vida cotidiana, sus luces, sus sombras. Vivo con una familia local, almuerzo con ellos, espero que llegue la noche con ellos y entretanto, hago fotos a los vecinos y a las personas de los alrededores. Hicimos un taller de fotografía con cámara estenopeica. Los niños salieron a la esquina a tomar fotografías con tarros pintados de negro por dentro. Los revelamos juntos en la bodega.

-¿Por qué la gente de tus fotos no sonríe?

-Me inspiro en las fotos antiguas, esas donde la gente debía estar quieta por varios minutos para que no saliera movida la foto. Tiene que ver con que las cámaras necesitan un tiempo de exposición y es muy antinatural sonreír sin mover los músculos de la cara. Las personas ahora tienden a sonreír siempre, aunque no se sientan felices. Yo les pido que no sonrían, que se paren frente al lente tal como son. Hay personas que no es necesario pedirles eso, porque no sonríen nunca.

En el edificio patrimonial de la unión obrera en Valparaíso viven más de 30 familias.

3 preguntas

-¿De dónde sacaste la cámara que usas ?

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Las pesadillas de Colonia Dignidad en stop-motion

Tras su estreno en la Berlinale, llega "La casa lobo", largometraje de los artistas visuales Joaquín Cociña y Cristóbal León, quienes construyen un universo onírico donde la Historia se mezcla con el cuento infantil.
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Los aires frescos en el cine chileno vienen desde la animación experimental. Los artistas plásticos Joaquín Cociña y Cristóbal León han venido alternado su trabajo para galerías con fascinantes proyectos cinematográficos conectados entre sí. Vale mencionar que sus primeros cortometrajes -"Lucía" y "Luis"- contaron con la colaboración del cineasta Niles Atallah, quien por su parte es responsable de "Rey" (2017), alucinante largometraje que, conjugando el stop-motion con actores de carne y hueso, cuenta la historia de un explorador francés que se autoproclamó "Rey de La Patagonia".

"La casa lobo", producida por Atallah y dirigida por Cociña y León, va más allá en la experimentación formal y en el cruce de formatos. Estrenada este año en la Berlinale -y proyectada posteriormente en festivales como los de San Sebastián y FID Marsella-, lleva la carga misteriosa y onírica de todos los trabajos de la dupla. De hecho, quien quiera complementar la experiencia cinematográfica, y esté en Santiago, podrá encontrar claves en una muestra que acogerá el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) desde la próxima semana. Pero no es requisito para sumergirse de lleno en una pesadilla -construida cuadro por cuadro, con distintos materiales y texturas- que tiene como fondo escenas ocurridas en Colonia Dignidad.

La introducción es envolvente: una mezcla de infomercial y película de propaganda sobre miel "La Colonia", producto fabricado en la comunidad de alemanes en el sur de Chile. "Cantar es nuestra alegría de vivir", asegura la voz en off de un hombre con fuerte acento (¿Paul Schaefer?) sobre una música celestial, mientras vemos imágenes de niños trabajando la tierra, animales, árboles milenarios y una enfermera alemana transportando a un paciente en silla de ruedas. "La leyenda oscura que se ha creado a nuestro alrededor se debe principalmente a la ignorancia", asegura la voz, antes de aclarar que lo que veremos es una película encontrada en los anaqueles de la Colonia.

Tras un título de tipografía nostálgica que nos remite a las animaciones consumidas en nuestra infancia, la película sigue -ya desde el stop motion- a María, una niña alemana, cuidadora de cerdos, que huye de la Colonia para esconderse en una misteriosa casona.

El cuento infantil pesadillesco y la historia se unirán en una película cargada de imaginación que nos dejará un par de imágenes aterradoras y extravagantes en la memoria.

Casa lobo obtuvo premio en la 68ª Berlinale y en el Festival Internacional de Cine de Animación Aneccy.


en resumen

"La casa lobo" es el primer largometraje de los artistas plásticos Joaquín Cociña y Cristóbal León. La historia sigue a María, una niña que escapa de Colonia Dignidad para refugiarse en una casona.

Por Andrés Nazarala R

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