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"Me reconforta apoyar los deportes náuticos"

PASIÓN. Ricardo siempre ha gustado del mar, por eso se unió a la Armada y gracias a su formación hoy es instructor de vela para niños. SUPERACIÓN. Para Jesús llegar a la fundación Techo lo hizo crecer como persona, ayudándolo a aceptar desafíos y prestar ayuda a los demás.
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Ganas de hacer algo nuevo y servir a la patria hicieron que un adolescente decidiera unirse a la Armada de Chile, reemplazando el campo por la disciplina que implica la institución militar.

Ricardo Henríquez es oriundo de Osorno, quiso formar parte de la Armada cuando unos cadetes visitaron su colegio promocionando la institución. Le atrajo la idea de servir en la Marina ya que desde su infancia se apegó al mar a través de la pesca deportiva.

Como no estaba seguro de si quedaría en la Escuela Naval, Ricardo continuó con sus planes de estudiar Ingeniería en Acuicultura, le fue bien en la PAA y postuló a la Universidad de los Lagos. Se enteró casi al mismo tiempo que fue aceptado en la universidad y en la Escuela Naval. optando por la segunda.

Henríquez sirvió en Puerto Williams, en ese lugar participó de una regata por el centésimo aniversario del rescate de "Piloto Pardo" a la expedición de Shackleton (explorador que intentó cruzar la Antártida y varó en el hielo). Así conoció a la que sería su esposa, quien formaba parte de la organización del evento.

Clases de vela

El ahora comandante de la Armada lleva dos años viviendo en Caldera, realizando kayak conoció al presidente del club de yates de la comuna, Joshua Sawaneck. Quien le habló sobre unas Optimist (embarcaciones a vela para niños mono tripuladas) que fueron donadas al club por algunos socios y se les ocurrió dar uso a las naves realizando clases de vela gratuitas para niños del sector.

El marino y Joshua arreglaron los botes e iniciaron las clases enfocadas en niñas y niños de 7 a 14 años, al poco tiempo se unió a la causa el padre de uno de los niños que es navegante.

Para Ricardo la náutica es apasionante, comenta que "cada navegación es distinta a otra, por lo que entrega siempre experiencias nuevas y emocionantes (...) los niños no solo son capaces de desplazarse en un velero por el agua, sino que también aprenden a tomar sus propias decisiones y seguir los rumbos que ellos mismos se fijan".

La escuela de navegación "Chungungos del Desierto" cumplirá un año en septiembre, Ricardo sabe que por su trabajo puede trasladarse en cualquier momento pero no se preocupa, dice que "cuando me toque partir de Caldera tengo la certeza que la escuela va a seguir funcionado y creciendo. Espero que la bahía de Caldera esté llena de Optimist y niños navegando".

Espera en su próximo traslado iniciar una nueva escuela de vela gratuita junto a su esposa y seguir apoyando el deporte.


"No quiero dejar de ser un factor de cambio"

La invitación de un amigo para estudiar juntos una carrera del área tecnológica marcó un antes y un después en la vida de un joven tierramarillano, no solo en lo académico, sino en sus prioridades, restando tiempo al ocio para dedicarlo a una buena causa.

Jesús Astorga estudia la carrera de Tecnólogo en Instrumentación y Automatización Industrial, en su universidad le comentaron sobre la fundación Techo, le gustó la causa y se inscribió. Se considera un "friki", entre sus pasatiempos destacan el animé, leer comics y jugar videojuegos.

Experiencia en Techo

Sobre la fundación, Jesús dice que "no importa la razón por la que llegas, lo que verdaderamente importa es por que te quedas, llevo siendo voluntario de Techo cerca de 2 años y medio. He visto varias realidades y conocido muchas historias de la gente de campamento que de verdad te hacen pensar y reflexionar".

El joven también destaca que "lo que diferencia a Techo de otras organizaciones sociales es que el voluntario de verdad hace el cambio y se nota cuando no se participa, nos dejan experimentar el mundo por nuestros propios ojos y hacer el cambio con nuestras propias manos (...) No planeo irme pronto, por lo menos no hasta que pueda ver un cambio significativo en esta sociedad".

La familia del estudiante ha jugado un rol primario en su desarrollo, Jesús resalta a su abuelo, diciendo que " siempre a sido un gran ejemplo para mí, él me enseñó siempre los buenos valores que toda persona debería tener, es mi ejemplo a seguir".

Para Astorga llegar a Techo fue una de las mejores cosas que le han pasado, lo hizo más fuerte en el sentido de aceptar responsabilidades.

El joven reconoce que antes de ser miembro de la fundación tenía el mal hábito de eludir los compromisos, pero eso cambió a los pocos días de ingresar a Techo, cuando por "vueltas de la vida" el coordinador a cargo debió abandonar su puesto y le pidieron a Jesús ocupar ese cargo. Más adelante conoció la realidad de quienes vivían en un campamento cercano a su hogar en Tierra Amarilla y del cual no tenía conocimiento, eso lo motivó para seguir en la causa.

Jesús no tiene claridad en su futuro académico. Algunas veces cuestiona su continuidad en la carrera, se pregunta "cómo ayudar a la sociedad siendo instrumentista", lo que si tiene claro es que no dejará el voluntariado.

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