Chile volcánico: los desafíos de un país privilegiado
Los volcanes causan temor. El volcán Chaitén (Los Lagos) en 2008 obligó a evacuar casi 5 mil personas y generó pérdidas directas superiores a 48 millones de dólares. Entre los años 1900 y 2014 hubo 110 fatalidades y 90 mil afectados por erupciones en Chile. Tenemos más de 2 mil volcanes: continentales, insulares y antárticos, de los cuales un centenar está activo.
Pero también gozamos de beneficios. Somos líderes en minería metálica: yacimientos como Andacollo, Escondida, o El Teniente son resultado de nuestra inherente condición volcánica hace más de 100 millones de años. Los fluidos calientes de origen volcánico se enfriaron y mezclaron con aguas superficiales, precipitando minerales a su paso. Este mismo proceso, hoy podría aprovecharse para producir casi 3200 MW de electricidad limpia y sustentable en los siguientes 20 años. Disponemos del 60% de la energía geotérmica de Sudamérica y un primer paso fue la inauguración de Cerro Pabellón (Antofagasta) en 2017, primera planta geotérmica del continente, que produce 48 MW de electricidad.
Los volcanes también son enormes trampas para el agua glaciar. El volcán Palomo (O"Higgins) concentra los mayores glaciares de Chile, después de Campos de Hielo (Patagonia). Por ello nuestros macizos glaciados del Sur cautivan al turista con belleza escénica, ski y termas. Pucón, Puerto Varas, Antillanca y Termas de Chillán grafican el auge turístico en entornos volcánicos. En Atacama, el insuperable Ojos del Salado desafía a los mejores andinistas. Incluso, el primer geoparque de Chile -Kütralkura-, enamora al turista con el paisaje volcánico del Llaima. Y la agricultura, y el vino, los volcanes han fertilizado el 60% del suelo cultivable nacional.
Al final, la Tierra (Mapu), respira y brinda vida por los volcanes (Pillanes), como dijeron nuestros ancestros. Debemos impregnarnos de nuestra condición volcánica desde las aulas, que no solo sea un contenido de 7°básico sin continuidad en la Enseñanza Media. Necesitamos aprender a convivir con nuestro entorno, desde la planificación urbana responsable, la gestión de emergencias y la cultura. El país debe invertir más en monitoreo volcánico, en la formación de capital humano avanzado, en energías renovables, en áreas protegidas y en turismo de clase mundial.
Somos un país privilegiado.
Jorge E. Romero Moyano
Estudiante de Geología e Investigador Adjunto UDA