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La larga historia del profesor chileno que descubrió cómo atrapar agua de las nubes

INVENTO. Empezó con la idea de cortarle el agua a Carlos Ibáñez del Campo. Con el tiempo, su conocido atrapanieblas fue exhibido en París y ahora estará en la "16 Exposición Internacional de Arquitectura, La Biennale di Venezia", Italia.
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V. Toloza Jiménez

Nadie pensaría que Carlos Espinosa Arancibia haya tenido la idea de cortarle el agua al entonces Presidente Carlos Ibáñez del Campo; parece impensable, pero así fue.

Eran los años 50. Mientras Antofagasta zozobraba con la falta del vital elemento, el temido exgeneral visitaría la ciudad y, según el profesor Espinosa, la mejor forma en que la principal autoridad se enterara del severo problema del norte era que los sufriera en carne propia.

Sin embargo, lo anterior no se pudo concretar. A la asamblea popular (que se reuniría con el Mandatario para reclamarle por los problemas que padecía la zona) no le resultó aconsejable la idea del joven profesor, por extrema y riesgosa.

TODA UNA VIDA

Espinosa, nació en 1924, en la oficina Catalina del cantón Taltal, hijo de Héctor Espinosa y Blanca Arancibia. Junto a ellos y sus siste hermanos se instaló en Antofagasta. En esa ciudad fue alumno del San Luis, la Escuela N°4 y del Liceo de Hombres. Ya en su juventud se marchó a Santiago para estudiar en el Pedagógico de la Universidad de Chile, donde tuvo de profesor al físico y poeta Nicanor Parra.

Terminó sus estudios (aunque se tituló después, a los 40 años) y regresó a Antofagasta, ciudad en la que encontró enormes problemas de abastecimiento de agua, luz y otros bienes y servicios elementales.

Agua solo por horas

Agua había por apenas algunas horas, era de mala calidad, con arsénico, y ello implicaba que pocos querían quedarse, menos se atrevían a ir a esa ciudad del norte y campeaba el desempleo, porque ninguna industria podía soportar tales carencias.

"Esto era una tragedia, en especial para quienes teníamos hijos pequeños. Yo tenía seis y mi desesperación era tremenda. Las cuestiones más básicas no se podían hacer, eran terribles esos años y por esa razón la ciudad se unió: El arzobispo, los comunistas, los gremios, toda la gente de la ciudad para pedir ayuda, para reclamar por lo que acontecía. Así se lo queríamos hacer saber al Presidente Ibáñez", rememora.

lA necesidad

En ese terrible contexto, el profesor ideó un invento que le ha dado fama y reconocimiento nacional e internacional: el conocido como atrapanieblas.

Se trata de un curioso producto construido con 360 barras de cobre de un metro de largo y arpillera, el que tiene por objetivo tomar parte del agua de las nubes, condensarla y poder capturar. Parece simple, pero exigió años de trabajo con otros improvisados investigadores.

El académico -ya retirado- recuerda que el trabajo lo desarrolló, entre otros, junto a Elsa Terraza y unos señores de apellido Villarroel y Olcay, profesores de física y matemáticas de la Universidad del Norte (hoy UCN).

El hallazgo

Observaron el entorno y se dieron cuenta de que la zona de Morro Moreno se caracterizaba, hasta hoy, por la permanente presencia de nubes. Entonces ideó el atrapanieblas.

Fueron años de labor, hasta llegar a la figura geométrica que permitía recoger 300 litros promedio de agua por día. Fundamental fue el apoyo de la ONU, que aportó con recursos económicos.

"Era un sistema simple. La estructura, que cabía en una maleta, se instalaba, pasaban las nubes, se mojaba la arpillera y caía por gravedad caía. Además era agua limpia, sin gérmenes, lo que confirmamos con análisis realizados en Argentina. El invento era, de verdad, una locura", afirma.

ARQUITECTURA

Así no extraña que el atrapanieblas haya sobrevivido al tiempo, aunque su fama y reconocimiento planetario hoy están por el lado del diseño y la arquitectura.

Si hace un par de años estuvo en el Museo Tokio de Paris, hoy lo está en la "16 Exposición Internacional de Arquitectura, La Biennale di Venezia", en el "Catalogue por Polish Pavilion". El evento se desarrolla desde el 26 de mayo y hasta el 25 de noviembre en Italia. Un logro que al doctor Honoris Causa de la UCN (los otros son Lautaro Núñez y Guillermo Chong), lo tiene feliz, sorprendido y orgulloso.

La estética

"Les llamó la atención la estética del invento, más que el invento mismo", cita.

Igual de sorprendente es que no ganó un peso con el invento, ya que la patente fue legada a la universidad y esta la entregó a Unesco con el objetivo de que pudiera ser usada libremente por todas las comunidades que lo requieran. Por cierto, el profesor Espinosa es también reconocido por sus investigaciones en materia de energía solar y otras.

Reconoce que afortunadamente el invento no se usó masivamente, ya que el problema del agua fue solucionado con el paso del tiempo. Por eso, para él, es un recuerdo de tiempos tristes para la ciudad, pero que hoy son reconocidos desde una óptica impensada. Tal distinción es un premio cuando este tatarabuelo va de camino a los 100 años.