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Cuando Joaquín Edwards Bello fue Jacques Edwards

Siete poemas son los que acaba de republicar Ediciones Biblioteca Nacional, contenidos en el libro "Metamorfosis". Una obra que pertenece a la época en que el autor viajó a Europa y presidió el movimiento Dadá (1920), investido por el mismísimo Trsitan Tzará.
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Hace casi un siglo, el vanguardismo se desató en fiebre dadá contagiando a algunos jóvenes sobrevivientes de la Gran Guerra. También contagió al escritor Joaquín Edwards Bello, a la fecha un hombre de 33 años que desembarcó, curioso, sobre los restos humeantes de la Europa de comienzos de los años veinte. Ediciones Biblioteca Nacional acaba de lanzar "Metamorfosis", un perdido poemario que en esos días firmó como Jacques Edwards, flamante presidente dadá para Chile investido por el mismísimo Tristán Tzara en 1920. En el libro están el humor y la observación fina, la modernidad y la ciudad sentenciada a la soledad y la caminata. Hay desde el chileno desterrado, hasta una mirada hacia la maraña de alambres telefónicos. Son las notas de un "meteque" sobre el Kaiser, Rusia y la América industrial, y sobre las francesas, por supuesto. "Aquel maldito tango" es la pieza más larga y luego de su lectura quedamos anclados a ese comienzo vertiginoso que tuvo el siglo XX, suspendidos en la proa de un trasatlántico llamado Joaquín.

El escritor y crítico literario peruano Julio Ortega prologó el libro y respondió desde la Universidad de Brown algunas preguntas que surgen al leer estos siete poemas escritos por Joaquín Edwards Bello cuando era Jacques Edwards.

- ¿El humor que trasuntan estos poemas cómo estará presente luego en las crónicas de Edwards Bello?

- Hay, en efecto, una corriente de empatía entre el manejo lúdico del lenguaje dadaísta (que aprovecha el metalenguaje de la ciudad como espectáculo) y el lenguaje irónico de la crónica, la que actualiza la invención de la vida cotidiana, intolerable en las novelas de Balzac y Flaubert, cuyas ideas de la ciudad son disciplinarias. La crónica permite al caminante gustar de la calle como un teatro fugaz. Jacques Edwards se resigna a ser Joaquín Edwards con humor, pero ninguna esperanza.

- ¿Cómo era el deambular de Edwards Bello por Madrid y París de los años 20?

- Lo imagino como un coleccionista del espectáculo, anotando carteles, avisos y curioseando los accidentes que acontecen en la rúa para entusiasmo de los paseantes.

- A la distancia de los años, ¿cómo cree que consideraba este poemario dentro de su literatura?

- Evidentemente, Joaquín hizo todo lo posible por desaparecer a Jacques. No se imaginó que el MOMA de Nueva York montaría una gran muestra de Dadá internacional, y que su juventud dadaísta, aunque brevísima, nos interesaría hoy más que sus crónicas sobre la antihigiénica Madrid. Es un personaje a pesar suyo. Lo demuestra con elocuencia Jorge Edwards en su espléndida novela "El inútil de la familia", que dialoga con la temprana "El inútil", de su antepasado, cuya zozobra chilena terminó en el suicidio.

Paris en tres tiempos

Osvaldo Carvajal, académico de la Universidad de Chile y de la Universidad Andrés Bello, es especialista en la obra de Edwards Bello. Desde allí cuenta que el autor hizo varios viajes a Europa y que París fue paraíso en su niñez, purgatorio en la adolescencia e infierno en la adultez. En su última estadía se transforma de dandy a meteco, según advierte Carvajal: "Métèque en francés, era utilizado para referirse a los latinoamericanos que residían en Francia tras el estallido de la guerra. Hay un punto clave aquí: los que habían sido denominados con la inofensiva palabra 'rastacueros' pasaban a ser llamados 'metecos', gente de la cual sospechar, posibles espías. Y, pareciera que fue ese nuevo estado de marginalidad identitaria el que determinó la asunción del oficio de escritor en Edwards Bello".

- ¿Qué tipo de recepción tuvo en Santiago la publicación de este poemario?

- Está aún por estudiarse. No obstante, hay cosas que sí se saben. Tras la publicación del poemario, en 1922, Jacques Edwards vuelve aparecer por última vez; en esta ocasión, firmando el manifiesto Rosa Náutica, publicado en Valparaíso por la vanguardia criolla.

- ¿Cómo habrá visto, con el paso de los años, su propia vinculación a las vanguardias?

- Mi teoría es que los datos sobre la "incorporación" de Edwards Bello al movimiento dadaísta y sus ejercicios escriturales pertenecientes a dicha escuela son relativamente desconocidos porque el autor así lo quiso: en sus materiales conservados en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional, no hay ni una sola mención a esta etapa vanguardista. En su archivo, disponible para consulta en la sección Referencias críticas, tampoco. Por lo general, en las crónicas Edwards Bello hacía mención de los entretelones que habían rodeado la publicación de cada una de sus obras. Sin embargo, "Metamorfosis" no aparece nombrado en ninguna parte. Tampoco se mencionan las revistas en las cuales participó activamente. Es relevante, en este sentido, el hecho de que Thomas Harris y el equipo de Ediciones Biblioteca Nacional descubrieran cuando decidieron publicar la nueva edición que Edwards Bello no inscribió a su nombre, en términos de propiedad intelectual, "Metamorfosis". Este elemento extraliterario viene a confirmar que Jacques Edwards no nació para la posteridad ni para configurar una determinada estética vanguardista latinoamericana. Sus "caprichos líricos", como él los llamaba, fueron un código más utilizado por el autor para comunicar la novedad, una de sus más grandes obsesiones a lo largo de su carrera. Es por ello que, a medida que fue canalizando sus inquietudes a través de otros géneros, tomó la decisión consciente de ocultar este pasado: podríamos decir que Joaquín Edwards Bello no estaría contento con esta nueva edición de ese libro que tanto se encargó de ocultar, al menos en el ámbito público.

- ¿Cómo se entiende la aventura vanguardista de Edwards Bello?

- Considero que la publicación de Metamorfosis en 1921 es uno más de los gestos que lleva a cabo Edwards Bello para reincorporarse al campo cultural chileno de la época. Tras su regreso, en 1920, lo primero que hizo fue publicar "El roto", que fue un éxito rotundo. Además, entró a La Nación y se convirtió formalmente en cronista. Y para coronar estos esfuerzos y, en mi opinión, utilizar el capital cultural acumulado en su último paso por Europa y su participación en los movimientos que hemos visto, publicó "Metamorfosis". No tanto por una convicción ligada al desarrollo de una poética vanguardista, sino como una forma más de continuar con su gran proyecto escritural: educar y entretener a un público lo más amplio posible a través de los recursos y medios que fueran necesarios. Es por ello que hay tantos elementos comunes entre estos poemas y sus crónicas: incluso, podría hacerse un ejercicio comparativo directo entre unos y otras y se encontrarían frases casi idénticas. Sin ir más lejos, en uno de los poemas se nombra La Gloria, el prostíbulo de la calle Borja en que se enmarca la acción de "El roto". Llama la atención pensar que Edwards Bello, en un periodo de un año, publicó una novela de raigambre naturalista y un poemario de vanguardia. El dadaísmo, en este sentido, constituyó para él un código novedoso y atractivo que le permitía comunicar sus inquietudes que, luego, continuaría desarrollando en novelas y crónicas.

Sobre la amistad con Tzara, Osvaldo Carvajal cree que fue solo epistolar. Cuenta que una vez Alfonso Calderón le comentó que Edwards Bello le había mostrado esa correspondencia que, al parecer, desapareció. Sobre su relación con Vicente Huidobro, concuerda que ambos pertenecían a la oligarquía y el viaje a Europa era casi un rito de pasaje. Advierte, eso sí, que tenían visiones distintas de la literatura: "Mientras Huidobro había comenzado ya a construir su poética creacionista y estaba interesado en los caminos que la poesía estaba tomando, Edwards Bello solamente jugaba a escribir y publicar poemas en los códigos que había aprendido de los dadaístas franceses".

tREINTA Y TRES AÑOS TENÍA jOAQUÍN eDWARDS bELLO CUANDO LLEGÓ A LA EUROPA DE POSGUERRA Y SE ENCONTRÓ DE CERCA CON EL MOVIMIENTO DADÁ.

El primer paso firme que dio el dadaísmo en el mundo fue en 1919, cuando nuestro jefe Tristán Tzara, dijo:

-«Señores: DADÁ no significa nada».

Desde ese día el dadaísmo ha seguido progresando.

La dimensión del infinito o arquitectura del silencio, de todo lo constantemente silencioso, fue el punto de partida de la gran revolución estética.

Considerando los seres y las cosas como una pura ilusión, períodos de evolución, el artista médium puede transformar sorprendiendo al tiempo.

Rebusca estética hasta el infinito, sujetándose a las normas de la concentración espiral y giratoria.

Todo lo creado alrededor de nuestra vida encontró su importancia estética.

Sello de correo, maquinaria de reloj, barómetro, sartenes. Kangurú, foca, pingüinos, albatros.

La última gran guerra, espiral silenciosa en el planeta, proporcionó a los nervios de Europa la necesaria laxitud. He ahí la verdadera importancia de la guerra.

América, equilibrio vacuno, repugna a DADÁ.

La seudo solidez mental americana reirá el chiste cien años después. América es simplemente abono. ESTAFA.

DADÁ es bueno porque no concede ninguna importancia a la eternidad.

Historia, policía privada, cocina, box, medicina, todo es DADÁ En todas partes está DADÁ. DADÁ da DADÁ dar.

Todo DADÁ es cometa, móvil, materia sideral con espermatozoides vivos y saltones. DADÁ chocará con la absurda geometría de los astros.

La cordillera de los Andes, tragedia espiritual sin comparación posible, tiene una grandeza que escapa a todas las disciplinas. El arco de triunfo y las pirámides son monumentos absurdos, pantanales. Todo monumento es un pensamiento antigiratorio; es momia o manifestación cadaverizante. Más vale un poste de teléfonos con su maraña de alambres en cualquier pueblo chato, con la condición de que pueda ser más feo todavía.

La verdad durará una hora a lo sumo. La materia es inmortal porque se destruye a cada instante EVOLUCIÓN.

DADÁ destruirá a DADÁ.

DADÁ será perseguido por los gobernantes. Conclusión:

DADÁ es lo infinitamente giratorio que forma el SILENCIO del todo.

DADÁ es fermento astronómico, oblongo, gaseoso sin exageración y de color amarillo. Pero no significa nada.

El bulevar estaba solitario, porque ese mismo día, a las seis, se acabaría el mundo. Entré en un café y saludé a Dios-puntual como siempre, ahí esperaba, tonto y cursi como siempre. -Inmediatamente me puse a tratar los temas científicos que son la base de mi diccionario biológico.

-En el mismo momento que un pez se ría este planeta no se llamará la tierra, sino el agua -dije.

Dios respondió que no.

-Hace catorce millones de siglos todo era agua, por eso es muy conveniente bañarse. Fuimos todos peces, de ahí que mi novia tenga cara de jibia.

Nuestros pulmones son branquias atrofiadas. Los hombres menos peces son los bolivianos. No olvidar jamás el veraneo en la costa y el jarabe de yodo.

Dios se echó a reír de una manera exasperante.

-Si los toros, en vez de comer hierbas, comiesen aves, no existirían toreros.

Dijo que no.

-El hombre que no quiso hacerse vivienda por pereza, se llama mono.

- ¡Mentira! -gritó Dios.

Eran las seis y cinco. El fin del mundo quedaba postergado para todos los que no murieron a las seis. Una araña se descolgó del techo, sujetando una mosca que mató encima del velador. El camarero aplastó ambos insectos. ¿Para qué crear la vida? ¿Para destruirla? ¡Pchs. . .! ¡Qué vulgaridad!

Salimos. Los guardias saludaban a Dios y el bulevar se veía lleno de motocicletas del ejército americano. Todas las mujeres querían casarse con los americanos inmediatamente. Cuando llegamos a La Gloria eran las siete y media. El burdel estaba muy animado.

¡Le bon Dieu! -gritó la encargada y nos pasó al salón.

jOAQUÍN eDWARDS bELLO EN SU ARCHIVO, QUE LUEGO DONÓ.

Jacques Edwards Editorial Biblioteca Nacional

47 págs.

$ 4 mil.

Por Amelia Carvallo

ARCHIVO DEL ESCRITOR / DIBAM

Espiral

Dios - N° 1.000 calle Pot de Fer

"Metamorfosis" no aparece nombrado en ninguna parte. Tampoco se mencionan las revistas en las cuales participó activamente".

ARCHIVO DEL ESCRITOR / DIBAM

Adelanto del libro "Metamorfosis"

Por Jacques Edwards