Por un nuevo Sename
Para nadie es un misterio que una organización tan cuestionada tiene que cambiar desde lo más profundo y básico
Nada reemplaza a una familia y tal vez esa simple verdad es el principal problema que tiene el Sename, que es la institución desde el ámbito judicial que tiene un país como el nuestro para proteger los derechos de la infancia y la adolescencia. Un servicio cuestionado que también devela una crisis mucho mayor y que lamentablemente ha puesto en entredicho el accionar del Estado frente a diversos casos de vulneración grave contra niños y niñas que han tenido alta connotación pública.
Una crisis que tiene que ver con la externalización de las prestaciones, más del 60% de los recursos se van en instituciones licitadas, que son esenciales para abordar materias tan críticas como la reparación frente al maltrato, intervenciones familiares o el cuidado de la niñez sin familia o redes.
Crisis que tiene que ver con falta de recursos para generar prestaciones de calidad, con redes que presentan alta rotación de personal y una escasa profesionalización en materias vinculadas.
Crisis por los serios problemas en el abordaje de la salud mental infantil y adolescente, porque no hay una unidad que brinde un acompañamiento integral, que vigile la medicamentación e identifique los factores de riesgo que generan estos problemas para poder combatirlos.
Crisis porque no hay una articulación con el sistema escolar que lo ayude a enfrentar las complejidades que trae consigo el abordaje de estudiantes con problemas graves de adaptación escolar o adicciones que están insertos en sistemas tradicionales de educación.
Crisis por no tener una mirada de trayectoria respecto a las intervenciones y a la reparación efectiva, con egresos que muchas veces tienen un foco más administrativo que de solución a los problemas.
Para nadie es un misterio que una organización tan cuestionada tiene que cambiar desde lo más profundo y básico, vale preguntarse eso sí, si los cambios proyectados abordarán al menos algunos de los elementos descritos anteriormente. Si eso ocurre, podremos estar confiados en que al fallar o no contar con una familia tendremos un sistema proteccional efectivo para los niños, niñas y adolescentes del país. Hoy es una necesidad urgente.
Cristián González Verasay
Director ONG Supérate