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Su emotivo paso por el centro de la capital

HUMILDAD. El contacto directo con los fieles marcó la ruta del Papa.
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Fiel a su impronta, el Sumo Pontífice no tuvo problemas en hacer correr a los efectivos de la Avanzada del Vaticano cada vez que se acercó a quienes lo esperaban, saludando de mano a las mujeres en la cárcel, junto con tomar y besar a sus hijos, muchos de ellos nacidos dentro del mismo centro penitenciario. Por esto, el religioso centró su prédica en el futuro.

Minutos más tarde, Francisco se acercó a los feligreses apostados en el centro histórico de la ciudad, hasta llegar a la Catedral de Santiago, donde pidió a los religiosos -en un lenguaje muy actual, orientado a las nuevas vocaciones-, ser auténticos en el trabajo pastoral, pidiéndoles "tener conciencia de pueblo".