Nos negamos a ser felices
Es necesario convertir la mente en un arcoíris y no en un color negro desolador.
Leonor se encontraba en la plaza de su bella ciudad totalmente ensimismada, con la mirada perdida y notoriamente triste. Pasaban ante sus ojos, vendedores, carabineros, uno que otro perro, niños con sus padres y de pronto, apareció como caída del cielo, su querida amiga María José. Al verla intentó dibujar en su rostro cansado una sonrisa, sin conseguirlo. Se puso de pie y abrazando a la mujer fuertemente se puso a llorar sin consuelo.
¿Es grave lo que te tiene así? tras un instante de silencio Leonor dijo: me siento muy mal Coté, no tengo deseos de hacer nada, casi no como, en las noches no duermo, lloro mucho, me siento con la autoestima en el suelo y la soledad me está consumiendo.
Queridos amigos lectores, hoy se está dando tanto valor a la autoestima que hasta "en las encuestas" va situándose entre las primeras metas de las personas para alcanzar la felicidad, por sobre el dinero e incluso la salud.
Es necesario convertir la mente en un arcoíris y no en un color negro desolador. El ser capaces de encontrar refugio en uno mismo permite conocernos, aceptarnos y transformarnos en seres de luz. El amor hacia uno mismo es elemental para poder desenvolverse en la vida e incluso para poder amar a otros.
En pleno siglo XXI, estamos transitando una era en la que triunfa el individualismo y por lo mismo valorarse más, se ha convertido en una necesidad que nos autoriza a aceptar nuestros errores e imperfecciones con indulgencia, pero sin complacencia, así lograremos sentirnos importantes por sobre las imperfecciones. Cada vez que nosotros tenemos una visión llena de desamor, nos negamos a ser felices.
Nuestra amiga Leonor, ha ido poco a poco enterrando la autoconfianza, impidiéndose la posibilidad de reconocer que cuando uno quiere, puede. Ella tiene todo para superar cualquier prueba que se le presente ya que posee recursos reales para ello. Es joven, trabaja, tiene buena salud física y sus padres la apoyan permanentemente con una adecuada de comprensión y afecto.
En ocasiones los rigores de la modernidad, imponen un ritmo casi frenético que dificulta algo básico como es tener tiempo para uno. Es necesario entonces frenar la carrera y dedicarnos a reflexionar sobre el curso de nuestra vida: necesidades, sueños, deseos…aún es tiempo.
Mily Soler Grez Comunicadora social