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Echado en la arena

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La playa

A principios de 1971 se subieron a un bus y viajaron unos 1.700 kilómetros. Luego siguieron a dedo. Es imposible precisar en que playa se instalaron. Diego no lo recuerda. Era una playa solitaria, más o menos perdida, ubicada hacia el norte de Iquique. Dejaron las pocas cosas que traían en una casucha abandonada y se sentaron en la arena con las olas pegándoles en los pies. No había nadie cerca. Sin ceremonias ni instrucciones, se metieron el LSD. La mayor parte de tiempo que permanecieron allí, casi dos días, Rodrigo estuvo bajo los efectos del ácido. Apenas lo tomó, se quitó toda la ropa y se metió al agua. Chapoteó un rato, dio vueltas en círculos en la playa, habló sin detenerse. "Se me abrió la cabeza", decía, según los recuerdos de Diego, "se me abrió el árbol del conocimiento". Echado en la arena, le dijo a su compañero de viaje: "Diego, sabís qué más, te cambio tu cuerpo". Diego entendió:

-Fue una petición en serio. Yo creo que a Rodrigo le incomodaba su cuerpo. Era demasiado lento, fofo, no lo acompañaba para seguir la rapidez con que pensaba. Era una atadura (…)

Página 54


La carta

Rebeca Araya,

Esto es solo para ti

Sin devuelta,

si quieres lo guardas

No sería la primera vez

Si quieres lo quemas

No será la primera vez -pero ahora no te daría ningún bofetonallo, cual le sucedió a una chica de biología hace tres años -se lo merecía, eso no era una casta, era un conjuro, un spell. Cantaban "I put a spell on you" en la radio, no me acuerdo quienes, yo había puesto un spell sobre aquella dieciochera -luego cumplirá veintiuno, ella lo quemó, se liberó del conjuro, le di un bofetón, al año siguiente no me aceptó el regalo de cumpleaños que le fabriqué.

Esto no es un spell. Es el obedecer a una compulsión, lo que no significa que no pudiera estar escribiéndote aquí en la fuente de soda de la Montt Cerrillos, cerca del depto, mi hogar monacal (etimología: monachos, en latín: solos). Dan las noticias en la radio Santiago y se venden cigarrillos y yo todavía no empiezo con la Coca Cola que me fiaron no abro el paquete de Hilton que me compré.

Página 137

Roberto Careaga

Ediciones UDP

310 páginas

$16.000


"La poesía terminó conmigo. Vida de Rodrigo Lira"


el diagnóstico

La persistencia con que el diagnóstico de esquizofrenia persiguió a Rodrigo, se debió al impacto de las palabras de los médicos de gran credibilidad. Muchos amigos de Lira aseguran que Elisa era una presencia constante en su vida. Fue ella, de hecho, quien tomó la iniciativa de ocuparse de la salud síquica de su hijo. Primero, analizando su letra con un grafólogo. Luego, llevándolo a un siquiatra. Fue ella la que coordinó su cambio de casa y la que luego lo mantuvo conectado con la familia. Era a ella a quien Lira recurría ante cualquier problema, fuera económico o sentimental. En más de una oportunidad, Elisa se comunicó con las pretendientes de Rodrigo para preguntarles qué pasaba entre ellos. Solía sacarle en cara frente a sus amigos el hecho de que no trabajara, como cuenta el mismo Pérez, pero nunca dejó de pasarle dinero.

Página 116

Tres adelantos de "La poesía terminó conmigo. Vida de Rodrigo Lira" (Ediciones UDP), del periodista Roberto Careaga.