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"Llora, corazón", el nuevo libro de Marisol García

En resumen

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-Condiciones ideales para escuchar canciones cebollas.

-El cancionero cebolla se disfruta a solas, creo yo, y pienso en la escucha de los lindos vinilos de Ramón Aguilera y Rosamel Araya que fui comprando para preparar el libro; ofrece también una fuerza única cuando se le escucha guitarreada cerca de la mesa en la que se bebe algo en compañía, como puede suceder si Los Chuchos aparecen cantando en algún mercado o restaurante de Valparaíso, y como debe haber sido tener cerca a Jorge Farías en un bar porteño. O en un concierto de los que aún ofrece Luis Alberto Martínez, alguna vez llamado "la voz más triste de Chile".

-¿Cuáles son tus tres canciones cebolla favoritas?

-El cancionero es amplio. En el libro, nombro más de cien títulos y no sé si puedo reducirme a tres favoritas. De todos modos, quedo siempre maravillada ante el hermoso trabajo de guitarra hecho por don Roberto Sagredo de Las Guitarras Viajeras en "Que me quemen tus ojos", de Ramón Aguilera; creo también que "Propiedad privada" es un impecable vals peruano, que canta con toda la debida fuerza Rosamel Araya; y es fascinante el cruce hacia el pop que consiguieron Los Ángeles Negros, con casi todo su repertorio, aunque últimamente me gusta especialmente "Tanto adiós".

-Vinculas a Raúl Ruiz con la canción cebolla. ¿Qué resonancias tomó de ella para sus filmes?

-Es muy importante darse cuenta de la visión que él tuvo para ver de inmediato en Aguilera un valor para su cine. Lo escuchó cuando éste no era famoso, y no tenía cómo calcular que tomaría con el tiempo rasgos de identidad muy notorios en el bolero popular chileno. Es evidente que el lamento, la vocación de pérdida y derrota en el amor, la pesadez de la vida en la ciudad, el consuelo del alcohol, en fin, son rasgos importantes en "Tres tristes tigres", y que Ruiz supo de inmediato iban a combinar muy bien con una voz como la de Aguilera.

Marisol garcía ha investigado la música popular chilena y ha escrito sobre ella varios libros.

3 preguntas

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"Llora, corazón. El latido de la canción cebolla" (Catalonia/UDP) es el más reciente libro de Marisol García, periodista especializada en música popular chilena. En él, la autora se adentra por los tormentosos vericuetos de boleros, valses peruanos, rancheras y baladas del cancionero universal.

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Txomin Arrieta

"Blade Runner 2049": la nostalgia de los replicantes

Esta semana se estrenó la continuación de la obra maestra de Ridley Scott, a cargo del canadiense Denis Villeneuve. Otra distopia cargada de oscuridad, personajes desolados y nuevas réplicas de humanos.
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Para adaptar la novela "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas", de Philip K. Dick, el cineasta Ridley Scott buscó complementos en otras fuentes: tomó el nombre de un libro de William Burroughs ("Blade Runner: Una película") que, a su vez, se inspiró en "The Bladerunner", del escritor de ciencia ficción Alan Nourse. Sumó un cuadro como referente estético ("Nighthaws", de Edward Hopper), el espíritu de las novelas policiales de Raymond Chandler para crear personajes y climas (la música de Vangelis, con esos saxos dramáticos, contribuyen a la atmósfera noir) y, por supuesto, el estado de un mundo que siempre inspira distopias oscuras.

Digamos que lo que estaba haciendo en 1982 ese cineasta inglés que buscaba un lugar en Hollywood es alquimia, planear un choque múltiple de referentes para conseguir un universo propio. El resultado es una de las pocas películas de ciencia ficción que han logrado pasar la prueba del tiempo.

El desafío del director canadiense Denis Villeneuve con "Blade Runner 2049" es múltiple. Por un lado, debe estar a la altura de la precuela en términos visuales y narrativos. Lo cumple con la actualización de una California retrofuturista, opaca, caótica y lluviosa donde los carteles publicitarios de alta tecnología, la prostitución y el crimen aún definen la panorámica urbana. Un mundo desesperanzado donde los viejos replicantes siguen siendo perseguidos, mientras una nueva corporación -dirigida por un magnate excéntrico (Jared Leto)- fabrica humanoides obedientes para la esclavitud. Uno de estos modelos (Ryan Gosling) es el cazador de replicantes de turno, un policía trabajólico y solitario (su novia es un holograma generado por un dispositivo electrónico) que se enfrenta a un caso que podría entregarle claves sobre su origen. En ese proceso, se topa con el viejo Decker (Harrison Ford), quien vive aislado en un hotel casino venido a menos. El guión explotará la pregunta principal que se hacía la cinta original -¿qué hace que un ser humano sea tal?- desde una estructura de cine policial más compleja, y más proclive al giro, que la de la precuela.

Aquí surge el segundo reto/mérito de Villeneuve: su responsabilidad con los antecesores no es temerosa. "Blade Runner 2049" funciona como extensión del mundo original, pero no deja de ser una película de Villeneuve, con su habilidad sorprendente para elaborar escenas de acción y unas pausas que recuerdan a "La llegada", esa cinta de ciencia ficción en la que el canadiense reflexionó sobre el lenguaje. Si la nostalgia de la oferta de 1982 remitía a los viejos policiales, la secuela está marcada por el recuerdo de un siglo XX que parece irreal. Un escenario con hologramas de Elvis, Marilyn y Frank Sinatra están ahí para recordarnos que todo eso existió.

Pero hay un desafío que Villeneuve no pudo lograr. Una barrera inasible que con la que Ridley Scott tampoco hubiese podido lidiar: el hecho de que toda película es también su contexto, una suma de elementos planeados y accidentales que componen una realidad única e irrepetible. "Blade Runner" fue favorecida por cada una de sus decisiones (la alquimia), pero también por 1982, el VHS, el fervor de las salas, nuestra obsesión por un futuro que parecía comenzar en el 2000 y nuestra fascinación por los efectos especiales. "Blade Runner 2049" es un replicante de la apuesta original.

Ryan Gosling interpreta a uno de los humanoides que protagonizan "blade runner 2049".


en resumen

El canadiense Denis Villeneuve (1967) ha dirigido películas aclamadas como "Incendies" (2010), "Sicario" (2015) y "La llegada" (2016).

Por Andrés Nazarala R

Stephen Vaughan/warner bros/ap