Secciones

En honra al Día del Trabajo: El hombre que se disfrazó de Farkas por petición de una viuda

LABORES. Dueño de funeraria cuenta ésta y otras vivencias que ha registrado durante alrededor de siete años de labor en la capital regional.
E-mail Compartir

Daniela Munizaga

Existen algunos trabajos que no son tan comunes y pocos se atreven a realizar, uno de ellos es desempeñarse en una funeraria. Fernando Reinoso es el propietario de la funeraria San Diego ubicada a un costado del Hospital Regional, lleva aproximadamente siete años en este trabajo y abrió la puertas de su local para contar su experiencia en el rubro.

Son aproximadamente entre 15 a 20 fallecidos en un mes los que reciben en el recinto. Asegura que con el tiempo se ha ido familiarizando con ver gente sin vida y ya no le causa tanto impacto.

Reinoso comentó que a veces llegan personas con exigencias bastante exóticas para enterrar a sus seres queridos, pero recuerda con simpatía una historia en particular.

Farkas

"Un día, a eso de las siete de la tarde se baja una señora de un taxi afuera de la funeraria, me dice: ¿usted hace lo que yo le diga? He recorrido todas las funerarias de Copiapó y nadie lo quiere hacer. A lo que yo respondí que mientras me pagara no había ningún problema".

Entre risas, Reinoso recordó lo que la señora "me dijo que su marido lo único que quería era conocer a Farkas, que era su ídolo y siempre decía que cuando él se muriera quería que lo enterrara Farkas".

Un poco atónito, "yo le digo: ¿el viejo rubio? es imposible, dónde lo voy a encontrar. A lo que ella respondió que no me preocupara que hiciera lo que ella decía".

En ese momento fue cuando "me dice que quería que yo me disfrace de Farkas, con una peluca rubia, un terno celeste, una camisa negra y corbata blanca. Supongamos que el servicio valía 800 mil pesos, le dije que si me pagaba un millón 800 mil pesos lo hacía, esperando que la señora me dijera que no. Fue todo lo contrario, dijo que me iba a pagar un poco más pero tenía que ir como ella decía".

Además del entierro, le solicitó asistir al funeral, "esta vieja infame hizo la misa en la Catedral , entonces me chanté la peluca, el terno, los pantalones que me quedaban cortos y yo muy parado con las manos atrás, cada persona que pasaba se reía de mi".

El dueño de la funeraria entre risas recordó esta anécdota, que resultó ser una de las cosas más extrañas que le han solicitado.

No volvió más

Entre las experiencias que posee Reinoso, comentó que en una oportunidad un amigo de él le pidió trabajo para su hijo en la funeraria

"En su primer día, lo llamé a las 10 de la noche y le digo que estoy adentro del Servicio Médico Legal. Aunque parezca mentira, ninguna morgue del país tiene luz eléctrica, sino que se prenden los focos al sentir movimiento...".

"Entonces yo estaba adentro con luz, pero él no y al entrar mete el pie a una bandeja de acero inoxidable donde estaba el fina'o , grita, se da vuelta y pone el otro pie en otra bandeja con sangre".

Aseguró que desde esa vez el joven salió arrancando y nunca más lo volvió a ver.

Sustos

Fernando posee su escritorio a un costado de las urnas y solo hace la separación una cortina. Comenta que en ocasiones escucha como se cierran las tapas de los ataúdes, con fuertes golpes, pero luego al mirar no ha pasado nada.

Sin embargo, comentó que "nunca he visto algo raro, el día que vea algo me vas a ver la chu... Hay oportunidades en que he llegado a pararme en la puerta para ver qué pasa".

En este contexto, asegura que cuando "están recién fallecidos, con alrededor de dos horas, nosotros al agarrarlo tienen varias formas de reaccionar. Por ejemplo: silban, tosen o se quejan, eso es producto del aire que les queda en los pulmones, igual asusta, hay algunos que salen corriendo".

Mitos

En esta oportunidad, el dueño de la funeraria aprovechó para referirse a algunos mitos que rondan sobre las funerarias. Desmintió el hecho de que "quiebren" a los muertos para que entren en los cajones.

"Ese dicho no es verdad, si están justos en la urna, solo se recogen las piernas al medio y se pone ropa abajo, en el caso de que siga sin caber, se cruza un pierna sobre otra para acortar el espacio. Entonces no hay necesidad de quebrarlo".

También deben lidiar con otros casos, "cuando son muy gorditos, como yo por ejemplo, si no caben en el cajón hay que tomarle los brazos y tirarlos hacia atrás. Es todo una técnica", aseguró Reinoso.

Técnicas

Reinoso explicó que antiguamente utilizaban la gotita para cerrar la boca de los fallecidos. "Ahora la técnica es usar puntos, aguja e hilo de cocer de carne, que usan los médicos (...) de esta forma vas mirando al muerto y se va arreglando la expresión. Dicen: ¡Oh! si parece que se está riendo. Y es mentira".

Otro de los problemas se encuentra en los ojos, "hay fina'os que son más porfiados que otros, le cierran los ojos y vuelven a abrirse, entonces uno levanta el párpado y con una jeringa se pone un poco de aire y el peso deja los ojos cerrados, es una buena técnica", aseguró Reinoso.

Comentó además que deben taponar las orejas y todos los orificios. "Todo eso hay que hacerlo para que las personas puedan ver a su ser querido que falleció sin sorpresas".

En cuanto a la vestimenta, la técnica es vestirlos boca abajo, así se facilita el trabajo y mientras menos tiempo de fallecido, más fácil de manipular.

Descomposición

Una de las partes más crudas de este trabajo, según señaló Reinoso, es cuando deben tratar con cuerpos en descomposición de meses o porque son comidos por los perros, dinamitados, etc.

En esos casos "los ponemos en un bolsa y se velan a cajón cerrado, no hay otra opción, hay que hacerlo así", concluyó Fernando Reinoso.

"Me chanté la peluca, el terno, los pantalones que me quedaban cortos y yo muy parado con las manos atrás, cada persona que pasaba se reía de mi"

Fernando Reinoso, Dueño funeraria San Diego"