Eduardo y Lucía aquella mañana de invierno decidieron vivir juntos y desde el primer instante supieron que sería fácil y agradable su convivencia. Disfrutaron las horas, los días y transcurridos dos años cuando la mujer tuvo un desmayo supieron que estaban esperando su primer hijo.
Absolutamente todo cambió para ellos, ilusionados y dichosos decoraron la habitación de su primogénito, pusieron la cuna, un móvil con lindas melodías y las paredes fueron vestidas con láminas bellas de vivos colores. El día que nació Luciano el alma de ambos se cubrió de esperanza, sueños nuevos y grandes responsabilidades.
Lucía al transcurrir del tiempo comenzó a sentirse cansada, con sueño y los exámenes médicos indicaron que tenía un cáncer de mama. El llanto, el miedo y la desesperanza se apoderó de la pareja, pero llegado el momento asumieron lo que les ocurría e iniciaron unidos el viaje hacia la recuperación.
La quimioterapia era la invitada en el cuerpo de Lucía cada veintiún días y ella en medio de su dolor, aumentaba su fe y el deseo infinito de sanarse.
Queridos amigos lectores, cuando una enfermedad tan severa como un cáncer golpea la puerta, toda la familia sufre y es necesaria una gran red de apoyo para poder transitar el tiempo con valentía. Es primordial entonces, frente la noticia y luego del impacto emocional, intentar ordenarse y estabilizarse para así hacerse cargo de la enfermedad. Es en esta etapa cuando se ponen en juego las fortalezas y debilidades de la persona. Hay que sacar fuerzas para batallar con las radioterapias, quimios, caída del pelo, disminución de la capacidad de trabajo y tantos efectos secundarios que provocan tristeza y aislamiento.
Algunos enfermos necesitan hablar de sus temores, pero otros, solo desean compañía. Uno de los miedos fáciles de intuir son los costos económicos, la suspensión de las actividades, pero, el más importante es el miedo a morir.
El decidir acompañar a un enfermo, requiere de una gran capacidad para escuchar en silencio, sin realizar juicios, con una donación de amor inmensa y generosa que aliviará la carga en medio del sufrimiento.
Creo que lo más urgente al estar frente un enfermo, es acompañarlo en la hora de la prueba sin compasión pero con un amor del bueno que lo centre e ilumine en su nuevo caminar.
Mily Soler Grez comunicadora social