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Frutos y frutas que produce aquella tierra, y las que se han llevado de españa

El testimonio de un soldado español en el Chile de 1600

El capitán Alonso González de Nájera fue testigo en primera línea de la Guerra de Arauco y dejó escrito cada detalle en "Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile". El libro acaba de reeditarlo el filólogo Miguel Donoso Rodríguez y en él se describen los claroscuros de la Conquista, la sagacidad mapuche y la ingenuidad española.
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pintura de la muerte del líder mapuche lautaro, en 1557. Después, vinieron las campañas españolas que describió gonzález de nájera en el libro "desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile".

Tras combatir en Flandes, Francia e Italia, Alonso González de Nájera llegó a Chile en 1601, con 45 años en el cuerpo y con las noticias del desastre de Curalaba todavía frescas. Había sido para la Navidad de 1598 cuando el toqui Pelentaro y sus huestes cayeron silenciosas y letales sobre las fuerzas españolas encabezadas por el gobernador Martín García Oñez de Loyola. Esta batalla fue el comienzo de una gran ofensiva mapuche y un similar repliegue español.

Bajo ese ambiente hostil, González de Nájera permaneció en Chile por seis años hasta que fue enviado como emisario a España para exponer las vicisitudes de la guerra y recaudar apoyo. Para ello escribió una crónica extensa y muy personal, donde se abocó a exponer los mitos sobre la guerra y las soluciones que debían tomarse para vencer definitivamente a sus sagaces adversarios. Como testigo en primera línea de la Guerra de Arauco, este maestre de campo pudo describir en detalle la realidad que observó y hasta pudo descifrar a su enemigo. Todo lo dejó escrito en "Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile" (Editorial Universitaria), cuya más reciente edición fue presentada esta semana en la Universidad de Chile.

Gracias al esfuerzo editor de Miguel Donoso, doctor en filología hispánica de la Universidad de Navarra, acaba de llegar a las estanterías una completa y exhaustiva versión que añade un estudio biográfico sobre este militar, además de esclarecedoras notas filológicas e históricas que pudo llevar a cabo con la ayuda del académico Rafael Gaune.

Donoso trabajó en España con la versión original del manuscrito, que está en excelente estado. "Probablemente se contrató a un calígrafo profesional, ya que está escrito con mucho esmero y además su empastado en cuero está muy bien conservado", cuenta y explica que una de las razones por la que quiso trabajar con el original fue para contar con una transcripción del texto lo más fidedigna posible.

-¿Qué errores encontraste?

-La fecha de su salida de España, se confunde "marzo" con "mayo"; en otra parte se confunde varias veces la palabras "indios" con "medios" y esto altera totalmente el sentido del texto. Hay otras erratas más abominables, donde se pone todo lo contrario. Por ejemplo se confunde "ordinarios" con "extraordinarios".

Registro de vida

Otro de los grandes desafíos fue darle consistencia biográfica a González de Nájera, ya que no había mucho registro de su vida. A fines de 2013, se publicó en España un diccionario biográfico de 50 volúmenes y bajo la entrada del soldado solo se lee "nació en el siglo XVI y murió en 1614", datos obvios y escasos que no dicen nada. Investigando de manera minuciosa, Donoso llegó a un texto del investigador José Toribio Medina en el cual un compañero de armas dice que es natural de Cuenca. Con esa hebra llegó a esa provincia española, donde pudo dar en el archivo diocesano con el certificado de bautismo del soldado que data de 1556. Además averiguó que descendía de una familia de escribanos, por lo que pudo haber sido un hombre instruido para el promedio de la época, un rasgo que su escritura y saberes pone de relieve.

-¿Qué imagen te haces de él?

-Físicamente lo imagino como un español de talla baja -en esos tiempos el promedio de estatura era de un metro y medio- y robusto. Como persona lo veo muy jugado por el ejército, estuvo 37 años sirviendo en él, un personaje de sumo interés que se hace cargo de una descripción geográfica y humana, es el primer cronista que hace una descripción detallada de las costumbres y el mundo indígena. No es solamente un soldado, observa con una mirada crítica no solo al indígena, sino que también a sus compañeros.

-¿Qué defectos les encontraba?

-Dice que son ingenuos al creer las paces que les dan los indios. Dice que se contrata a intérpretes, que eran mestizos y les llamaban farautes, y ellos juegan a dos bandas, porque también cumplen una función como espías.

Para enmarcar mejor su trabajo, también contó con la ayuda del historiador Rafael Gaune, experto en estudios jesuitas y en el misionero de esa orden Luis de Valdivia, quien empezó a promover ante la Corona la llamada "guerra defensiva", que proponía retirar las tropas al norte del Biobío. Alonso González de Nájera consideraba inapropiada esta estrategia y propugnaba endurecer la guerra y formar una línea de fuertes.

"Fue interesante contar con el contrapunto de Rafael, porque conoce muy bien el contexto de qué pasaba en Europa con la llamada pax hispánica que promueve Felipe III, el rey pacificador", comenta Miguel Donoso.

El mito de ercilla

Un gran tema para Donoso es la repercusión que tuvo en su época el poema "La Araucana", de Alonso de Ercilla, y cómo de cierta manera mitificó al pueblo mapuche y sus guerreros. "Los críticos dicen que Ercilla lo hizo, fundamentalmente, para engrandecer al pueblo español. En el fondo es decir que el español que está combatiendo a los guerreros más potentes, valerosos y llenos de virtudes, lo es también por ello", dice Donoso.

González de Nájera busca aterrizar esto y desmentir que el indígena es invencible, que su gran destreza radica en el conocimiento y aprovechamiento que hacen de su paisaje, los montes y selvas, que son la perdición de los españoles.

-El cronista nos entrega un retrato del mapuche como alguien muy sagaz.

-Sí, es evidente que lo eran y supieron aprovechar muy bien las distintas corrientes que había dentro del ejército español. Había españoles más amistosos y crédulos y otros, como González de Nájera, que aprendieron y tienden a desconfiar. Por ejemplo, nombra las artimañas de la caballería mapuche que en aquella época era mayor y mejor que la española. Para estar en paz, los mapuche iban a venderles caballos a los españoles y el cronista dice que les vendían los mejores de los peores caballos que tenían y luego, una vez recogidos y guardados en la noche, los mapuche entraban en punta y codo y se los llevaban de vuelo. Jugarreta y negocio redondo.

-Los españoles también usaban la astucia cuando les regalaban sombreros azules -con cuentas de vidrio (mostacillas).

-Ahí se refiere a cómo tener tranquilos a los indios amigos, porque dice que están descuidando a sus aliados.

-¿A quién podría interesarle este libro?

-Hay distintas posibilidades de abordaje, a algunos les interesará el rico abordaje que hace del paisaje natural; a otros les interesará el punto de vista antropológico por el retrato que hace del pueblo mapuche; a otros, conocer la historia de esa época de primera mano, sin el cedazo de historiadores posteriores, y luego está su interés como tratado militar y las soluciones que propone para un problema insoluble.

el capitán gonzález de nájera dibujó bosquejos de los fuertes que sugirió construir.

miguel donoso editó y aumentó el texto de González de nájera.


en resumen

Alonso González de Nájara

Editorial Universitaria

752 páginas

$20.900

Miguel Donoso Rodríguez

es doctor en filología hispánica y el 2015 publicó las crónicas rescatadas del soldado Alonso de Góngora Marmolejo, incluido el relato de la muerte de Pedro de Valdivia. Para este nuevo libro, se encargó del estudio biográfico, edición, notas filológicas e históricas, mientras que Rafael Gaune Corradi realizó el estudio preliminar y notas históricas.


"Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile"


Mujeres, frutos y terremotos

Todo el reino de Chile es sujeto a terremotos por la razón de ser todo él costa, como dicen los naturales, los cuales temblores son tan ordinarios que no solo se sienten en el estremecer de los edificios (por lo que los fabrican generalmente bajos) y en el movimiento que se causa en los campos, más también se oyen con un notable estruendo que hace la vecina cordillera nevada, de tal manera como si unos montes se diesen o encontrasen con otros. El año de mil y quinientos y sesenta y dos hubo en aquel reino uno tan grande que trastornó algunos montes y cerró el paso a algunos ríos, asoló la ciudad de la Concepción y hizo salir la mar fuera de sus límites algunas leguas la tierra adentro. Y el año mil y quinientos y setenta y cinco hubo otro no menor temblor, que hizo notables daños en la ciudad de Valdivia y su jurisdicción.


(Páginas 143-144)

Todas las frutas, legumbres y hortalizas que se han podido llevar destas partes (como son, de lo que toca a frutas: uvas, melones, higos, melocotones, granadas, membrillos, peras, manzanas, naranjas, limones, aceitunas) producen aquella tierra en gran cantidad, de que cargan los árboles en tanta abundancia que se llevan por mar al Pirú, todas de la bondad que las de España. Estas frutas se dan en aquella tierra sin que se estrañen más que si fuesen hijas legítimas della, eceto guindas y cerezas, que hasta ahora no han producido, aunque muchos han llevado allá los huesos conservados de muchas maneras, no porque no produjeran sino porque, como delicados, se corrompen y llegan aceitosos del largo camino, por lo que conviene se lleve su planta en barril de tierra. Son frutas que desean ver por allá mucho los criollos, por lo que les son alabadas de los que de acá van a aquellas partes, y por ver si hacen ventaja a sola una fruta que tienen de consideración original de aquella tierra, por estremo vistosa, sabrosa y olorosa y sana, aunque algo flemosa, a la cual se hace agravio con el diminutivo nombre que le dan, llamándola frutilla (por ser, como es, de tanta excelencia que puede muy bien competir en bondad con la más regalada fruta de España), cuya forma es de hechura de corazón; en grandeza son las más viciosas, y de jardines como huevos pequeños comunes y las más desmedradas campestres como nueces de todos tamaños. El color tienen unas blanco y otras rosado, y otras el uno y el otro. De comer son ternísimas, que se disuelven o deshacen en la boca, y a la digestión fáciles. No tiene esta frutilla corteza o cáscara que quitar; su superficie es unos puntos relevados a semejanza de madroños (pero no de su aspereza, porque son ternísimos y suaves). Y, finalmente, digo que no tienen hueso ni pepita ni cosa que desechar, y así, se come esta fruta entera, que cada una es un proporcionado bocado. Los indios hacen della vino y, curándola al sol, pasas, que son de buen comer. Nace esta fruta de una humilde yerbezuela que se planta para muchos años, a cuyas posesiones llaman los nuestros frutillares.


(Página 176)

Son ejemplo de toda honestidad, de noble y señoril trato; de varoniles ánimos y de gran gobierno: administran el de sus casas y haciendas del campo con esfuerzo y paciencia, supliendo la largas ausencias de sus maridos en los tiempos de más cuidado, que son en los que van a asistir en el ejercicio de la guerra. Son muy trabajadoras y en ocupaciones de varias labores y recamos muy ejercitadas y maestras, agraciadas en el vestir, y los trajes de que usan tan conformes a los de las mujeres destos reinos, especialmente sus modos de tocado, que los que en ellos se inovan se ponen tan presto allá en uso como si los penetrasen con la vista; y así en esto como en todos sus ejercicios se conforman con las mujeres de España, excediendo a muchas en el valor, gobierno, arreo y compustura de sus casas, cuyas familias son mayores que las destas partes, por hacerse en ellas todas las domésticas obras que en España se hallan hechas en tiendas y plazas, por no estar en uso el venderse en tales partes allá.

(Páginas 207 - 208)

"(González de Nájera) es el primer cronista que hace una descripción detallada de las costumbres y el mundo indígena. No es solamente un soldado".

biblioteca nacional de españa

Tres adelantos del libro "Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile",

del capitán español Alonso González de Nájera, editado por Miguel Donoso Rodríguez.