#NoTeDaVergüeza el acoso callejero
Mientras un sector de la sociedad se esfuerza por mostrar que debería ser un delito, otro núcleo de la población se mantiene en la tendencia primitiva de catalogarlo como halago. El acoso genera efectos en la vida de la víctima, quien cambia sus rutinas de viaje o sus horarios, la misma actitud que toma la víctima de cualquier otro tipo de delito
La denuncia efectuada por la concejala de Copiapó Paloma Fernández ante la Fiscalía, renueva en la región el tema del acoso sexual del que son víctimas las mujeres, sobre todo ante la existencia de vacíos legales que normen prácticas como el acoso callejero. Las campañas de concientización realizadas por el Observatorio Contra el Acoso Callejero en Chile muestran claramente que si no existe consentimiento este tipos de actitudes son violencia sexual. En uno de los videos de la campaña #NoTeDaVergüenza se muestran situaciones como una foto sexual que se filtró por el chat y que fue difundida, el acoso callejero y la actitud de un sujeto que busca aprovecharse de una mujer ebria para violarla, dejando en claro que en las tres situaciones el hecho común es que no hubo consentimiento y que puede haber un tercero, un observador, que al omitir se transforma ineludiblemente en cómplice. La foto de los genitales que recibió la concejala por parte de un conserje y su pelea por ser escuchada, es una clara muestra que en Chile falta jurisprudencia en el tema, pero sobre todo voluntad. Para hablar en un idioma en común debe quedar establecido que cualquier práctica de connotación sexual ejercida por una persona desconocida en un espacio público, en la calle o el transporte, además de otros lugares en los cuales la víctima sea afectada en su dignidad, son acosos sexuales. Prácticas como las miradas lascivas, los piropos y cualquier gesto obsceno se transforma en una práctica no deseada por quien la sufre. El acoso genera un efecto fuerte en la vidas de las afectadas, porque la víctima termina cambiando sus acciones diarias, como tomar recorridos distintos o modificar su horarios, al igual que lo hace la víctima de cualquier otro tipo de delito. Desde Sernameg reconocen que existe un vacío legal, aunque se está tramitando el Proyecto de Ley sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia que amplía los conceptos incorporando la violencia física, sicológica, económica, simbólica y la sexual, además de incluir el espacio público. Para algunos un piropo puede ser un halago, pero para otros, más bien para muchas que los reciben, es la invasión al espacio, al metro cuadrado y más que eso, es abordar la dignidad de una persona que no ha consentido establecer ningún vínculo con un desconocido. Considerar los piropos como halagos es seguir consintiendo que se use a la mujer como un contenedor de impresiones y voluntades masculinas, prolongar la primitiva necesidad de relegar los roles.