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Pareja de ancianos con discapacidad auditiva, vocal y visual sufren robos en forma continua

REALIDAD. Abuelos utilizan el lenguaje de señas para comunicarse. Por su dificultad auditiva han sido víctimas de numeroso robos, por eso sueñan con poder construir un segundo piso en su casa para sentirse más seguros.
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Ana Vega y Juan Pardo son una pareja de ancianos, a estas alturas ya copiapinos. Llevan juntos más de 40 años y ambos tienen una historia de amor y sacrificio. Ella es ciega, sorda y además muda, y su compañero, es sordo, mudo y solo logra ver por uno de sus ojos. Viven solos y deben enfrentar la pobreza y los robos que sufren por su condición.

Los ancianos son residentes de una vivienda de estrechos pasillos y poca iluminación, ubicada en el sector alto de Copiapó. Hoy a sus 77 años ella y 73 él, las cosas se han vuelto más difíciles. Las dolencias propias de la edad y las dificultades producto de sus limitaciones hacen que lo cotidiano se torne más complejo.

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Nildo Monárdez y Alfredo Vera, una pareja de jóvenes que también sufren limitaciones auditivas y vocales, se convirtieron en sus inseparables compañeros. Son estos jóvenes los que les acompañan a los diversos trámites que deben realizar y comparten con ellos parte de sus vidas.

Alfredo sufre también de sordera, sin embargo aprendió a leer los labios y sabe lenguaje de señas. Es quien oficia de intérprete para consultarle a la pareja de ancianos algunos detalles de su vida.

Nunca ha sido fácil para ningún de los cuatro, pero juntos han formado lazos tan fuertes que los mantienen unidos pese a la distancia que a diario los separa ya que Alfredo y su pareja Nildo viven en la comuna de Tierra Amarilla, pero casi a diario acuden a la casa para ver cómo están sus "abuelos", como los consideran.

De apariencia dulce y cariñosa Ana trasmite serenidad, al igual que Juan su compañero, quien también desarrolló el conocimiento del lenguaje de señas. La ceguera de Ana no impide la comunicación. Don Juan toma sus manos y las desliza utilizando el lenguaje de señas para informarle lo que necesita o siente.

Según comentó Alfredo, producto de la sordera de ambos, la pareja ha sido víctima de varios robos en su casa, y perdido objetos que con mucho esfuerzo han logrado tener.

Ambos sobreviven con las pensiones que reciben del Estado. Al preguntar a través de Alfredo si "Rosita", como también le dicen a Ana, nació con esta limitación, el joven toma las manos de la anciana y comienza a moverlas realizando parte del ritual que tienen a diario para lograr comunicarse. "Rosita" espera un segundo a que se detengan los movimientos en sus manos y ahora les da impulso para que Alfredo entienda lo que dice. El joven, quien tiene práctica, entiende el mensaje y comenta: "se conocieron hace 40 años, ella antes podía escuchar pero no ver. Así aprendió el lenguaje de señas que hoy es su única forma de conectar con el resto de las personas".

Alfredo cuenta que la pareja era de Santiago pero una de sus hijas vive en Copiapó y los visitaría a veces. Sin embargo vuelve a "Rosita", como le gusta decirle, y aclara que la mujer nació con la limitación de su vista pero producto de una enfermedad perdió la voz y la audición.

En tanto Juan nació oyente y tuvo un accidente. Producto de un golpe en su cabeza perdió su audición y el habla.

La amistad de estas parejas lleva ya 16 años. Se reúnen con frecuencia para realizar actividades. Aprendieron el sistema Braille y juegan dominó. Comparten, conversan y disfrutan de su amistad. A menudo asisten al IPS donde son atendidos por un módulo inclusivo, donde junto a Alfredo se comunican vía video conferencia con Santiago desde donde un intérprete les consulta y recibe las respuestas para luego informarlas a la asistente social en Copiapó.

Juan comienza a realizar señas y Alfredo cuenta: "dice que su sueño es poder lograr construir el segundo piso de su vivienda aunque sea en madera, para poder estar más seguros. Además les gustaría que la gente lograra aprender el lenguaje para poder sentirse más incluidos en la comunidad ya que por su condición muchas veces se les hace difícil el hacerse entender".