El 3 de abril de 2009, el país se sorprendía y lamentaba la muerte del Felipe Cruzat, el menor que sufría una insuficiencia cardiaca que lo llevó a ser prioridad nacional para un trasplante de corazón que nunca llegó. Estuvo hospitalizado más de 80 días, fue el primer menor en Chile en recibir un corazón artificial, pero finalmente no resistió.

Han pasado siete años desde aquel hecho y la historia de repitió con el pequeño León Smith quien dejó de existir, esperando un trasplante de corazón. Las esperanzas, los esfuerzos y sobre todo, la valentía de su familia, quedarán en el recuerdo.

El caso pone nuevamente de relieve la importancia que tiene la donación de órganos y los efectos que puede tener en vidas como la de Felipe o la de León y sus familias, así como en tantas otras de personas jóvenes e incluso mayores.

No se pueden desconocer los esfuerzos que ha realizado el país, y el trabajo que en general ha llevado a cabo el Estado para promover la donación de órganos, desde la ley de donante universal de órganos, hasta las procuradurías y coordinaciones de los principales centros asistenciales del país para facilitar los procedimientos.

Sin embargo, los hechos y las estadísticas muestran que el camino que queda por recorrer para poder ayudar a quienes necesitan órganos es aún largo. De acuerdo a cifras de la Corporación del Trasplante y el Ministerio de Salud, el año 2015 se registró la cifra más alta de negaciones familiares a la donación de órganos en nuestro país, con un total de 50. Esto, a pesar de la ley que hoy existe para facilitar los procedimientos.

Y a pesar que la red asistencial se ha reforzado con este objetivo, el año recién pasado mostró una baja en los trasplantes respecto a 2014, de 321 versus 353. Las cuatro primeras regiones del país tampoco han sido especialmente relevantes a la hora de donar. De hecho, desde Iquique a Atacama sólo hubo 7 donaciones de órganos. En la Región de Arica y Parinacota no hubo ninguna. El drama de necesitar un órgano muchas veces se tiene que vivir y sufrir para entenderlo. Es de esperar que el país reacciones para que no sea necesariamente así.

El post natal de Fernanda terminaba ese fin de semana y ella estaba muy afectada porque había llegado el momento de enviar a su pequeño hijo a la sala cuna. Las opiniones eran diversas, pero mayoritariamente escuchaba que desde el punto de vista sicológico, lo ideal era que la madre cuidara a su hijo hasta los dos años de edad.

Queridos amigos lectores, hoy en pleno siglo que transitamos, muchas madres no pueden darse el regalo de convivir en plenitud con su guagua. Desgraciadamente el aporte económico al hogar, se ha transformado en algo necesario e incluso indispensable. En este período de la vida de los infantes, cuando comienzan a relacionarse con el mundo que los rodea, es justamente la madre quien debe preocuparse de su desarrollo intelectual y emocional. Aquí nacen las siguientes interrogantes: ¿llegó el momento de llevar al niño a una sala cuna? o ¿será mejor que se quede en casa al cuidado de una persona confiable?. Según todos los entendidos en la materia, es ideal que el niño se quede en casa por lo menos hasta que aprenda a caminar.

El punto inicial del desarrollo emocional del menor, se encuentra en la relación que tiene con su progenitora desde que nace, donde recibe ternura, dedicación, afecto y mucha dedicación. El instante en que el niño debe ingresar a la sala cuna entonces, debe ir acompañado siempre de una preparación previa y la mejor forma de hacerlo es separándose de su madre progresivamente, en principio cortos espacios de tiempo, para que pueda aprender que después de la separación llega el rencuentro.

Da muy buenos resultados visitar al pequeño todos los días algunos minutos siempre que sea posible. Es también muy agradable para cualquier niño que estará durante horas en otro lugar que no es su hogar, tenga algunos objetos familiares, como una almohada, algún juguete preferido y por supuesto su tuto para dormir. El niño va a necesitar constantemente la dedicación de sus padres durante las horas que se encuentre en casa y en especial los fines de semana habrá que convivir plenamente con él, estimulándolo, jugando, haciéndole ejercicios y dándole mucho amor del bueno.

Hoy más que nunca tiene valor el "concepto de apego" que consiste en tener una relación afectiva esencial entre madre e hijo, que de seguridad y confianza, liberándolo de experimentar dolor.

Mily Soler Grez Comunicadora social