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Poder: vínculos entre dinero y política

No podemos ser ilusos: la historia nacional nos muestra un estrecho vínculo entre la empresa y lo público. El problema es evitar que ello implique influencia a su favor. Claro que tiene razón Fuentes y es lo que vemos en cada elección a lo largo de Chile. El grueso de la actividad política es financiada, especialmente por los grupos económicos.
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Las recientes imputaciones respecto al financiamiento de la campaña del diputado por Aysén, Iván Fuentes, en ningún caso, pueden ser sorpresivas y sólo revelan la enorme influencia que existe hoy desde el poder económico hacia la política.

El tema, para Chile, no es nuevo. Al observar la historia nacional se observa un cruce desde ambas veredas, lo que se ha reducido, objetivamente, con el correr de los años. Sin embargo, el poder de la riqueza sobre lo público es todavía palmario.

Dijo el diputado en su defensa: "cuando me invitan a la campaña yo puse esa condición, no quiero culpar a terceras personas. Yo dije mi familia necesita un respaldo. No me vinieron a encajar billetes a mí. Yo pedí un respaldo para aquello, porque es así ¿o vamos a negarlo? las campañas las financian los ricos, no queramos tapar el sol con un dedo. Por favor".

Claro que tiene razón Fuentes y es lo que vemos en cada elección a lo largo de Chile. El grueso de la actividad política -tanto municipal, legislativa y presidencial- es financiada y compartida, especialmente por los grupos económicos más relevantes de la nación.

Es probable que el caso de Fuentes -acusado de recibir dinero de empresas pesqueras- sea más extremo. Él es un pescador, no proviene de una familia de grandes ingresos y debía financiar su objetivo de llegar al Congreso. ¿De qué manera hacerlo?

Pero el problema es sencillamente otro y está explícito en la declaración del actual diputado, situación que está en condiciones de confirmar prácticamente todos quienes ocupan un cargo de elección popular.

Si el vínculo entre dinero y política es tan estrecho, el riesgo es enorme, ya que la relación es calificable de duda perfectamente razonable. Los privados tienen intereses en ese diálogo y su peso monetario se transforma en influencia y no necesariamente en bien común.

No se trata tampoco de cerrar la puerta por completo, porque las empresas son también parte de la sociedad, pero sí debe cautelarse un equilibrio que hoy no existe en Chile para una sana convivencia democrática. Sin lugar a dudas, el país tiene mucho que avanzar en transparencia y democratización del poder.