Un proceso tan dinámico como el educativo necesita contar un abanico de opciones para desarrollar iniciativas que permitan enfrentarlo de la mejor forma posible, en especial, frente a las situaciones que se escapan de las que tradicionalmente una comunidad educativa puede enfrentar.
La estructura educativa actual define un estándar de aprendizaje con una planificación rígida que cubre un alto nivel de contenidos, en el que cualquier situación emergente atrasa dicha programación afectando los aprendizajes de todo el grupo, sin embargo, en cursos masivos los imponderables están siempre presentes, en especial, los que se generan por problemas de adaptación escolar.
Como consecuencia de lo anterior, tenemos estudiantes que desertan a edades tempranas en respuesta a las medidas disciplinarias que reciben, pero cuyos problemas responden a innumerables factores, cuya multicausalidad dificulta aún más alcanzar las soluciones.
La lógica pasa por entender que la deserción debe ser abordada en sus complejidades y para ello es necesario preparar una ruta especial y a un equipo con las competencias para hacerle frente, es aquí donde una escuela de segunda oportunidad nos colabora con soluciones transitorias pero determinantes para encaminar una trayectoria escolar efectiva.
Lo anterior lo refrenda una comprobación, la mayoría de los problemas que experimentan los estudiantes en riesgo de desertar requieren de intervenciones que superan el accionar de los establecimientos educacionales, debiendo recurrir a otros actores alejados de la lógica escolar y sin articulación, cuyos tiempos de efectividad no son de corto plazo.
La alta adherencia que presentan los estudiantes con problemas de adaptación crítica frente a los sistemas de apoyo individual y focalizado, muestran con evidencia que son una alternativa efectiva para disminuir la deserción, especialmente a partir del segundo ciclo de enseñanza básica y en la totalidad de enseñanza media.
Para mejores resultados escolares no hay recetas mágicas, porque se han probado varias y aun no hay saltos significativos, sin embargo, hay claridad en que diversificar una oferta formativa se encamina a fortalecer la inclusión, cubrir las necesidades individuales y por ende el mejoramiento de los rendimientos colectivos.
Cristian González Director ONG Supérate