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Buscando la felicidad

Chile mejora en los indicadores internacionales, pero debe poner atención en aquello que le permita superarse, porque la sociedad así lo demanda. Es indudable que la felicidad no tiene que ver con razas, o espacios geográficos. Esta 'experiencia de vida' se relaciona más con la decisión personal y el contexto, advierten variados estudios científicos.
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Dinamarca volvió a alcanzar el primer puesto como país más feliz del mundo, según lo afirma el estudio World Happines en su cuarta edición, realizado para Naciones Unidas por el Earth Institute de la Universidad de Columbia en Nueva York.

El informe combina datos de los sistemas sociales y datos del mercado de trabajo con encuestas a la propia percepción de las personas.

Es difícil definir el concepto de felicidad cuando sólo nos remitimos a su vinculación con el estado de ánimo, en condiciones que se trata de un fenómeno bastante más complicado. Indudablemente intervienen aspectos económicos, de seguridad, asuntos familiares, contextuales, como áreas verdes, deporte y hasta la carga genética de las personas.

Hay variados estudios que proponen, incluso, asignan porcentajes de preponderancia en la construcción de la felicidad; sin embargo, hay bastante consenso en que ésta puede ser cimentada, incluso más allá del ADN, o las situaciones contextuales del medio que nos rodea.

No obstante, es difícil obviar que la mayoría de los países nórdicos esté en una posición cómoda. Dinamarca, es seguida de Suiza, Islandia y Noruega. Más atrás aparecen Finlandia, Canadá, Países Bajos, Nueva Zelanda, Australia y Suecia, con lo que se completa el "top 10".

Entre el número 10 y 16 están Israel, Austria, Estados Unidos, Costa Rica, Puerto Rico y Alemania. Mientras Chile está en la posición 23, seguida de Panamá y Argentina.

Debe insistirse en aspectos relevantes como la economía. A modo de ejemplo, Grecia se derrumbó, situación que los investigadores vinculan con la crisis de esa nación.

Al tiempo, el reporte presentado por primera vez en 2012 también estudia las relaciones de inequidad como un factor que afecta la felicidad de un territorio.

Es indudable que el asunto no es nada de trivial, ya que la búsqueda de la felicidad es una aspiración legítima y hasta deseable para cualquier sociedad organizada. Así también parece evidente que para lograr tal objetivo es necesario trabajar juntos. Sólo así se avanza.