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Inmigración: un mundo pequeño

En Atacama observamos un fenómeno que el resto del país apenas comienza a palpar, aunque tenemos experiencia histórica en este tipo de realidades. Resulta inquietante que en el mundo la respuesta a un fenómeno tan complejo sea el de la represión, o sólo económica. Con pesar puede advertirse que el conservadurismo se hará cada vez más presente.
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Son curiosas las imágenes que nos ofrece hoy el mundo. En Estados Unidos se afianza la candidatura republicana de Donald Trump, el polémico magnate que quiere construir un muro en la frontera con México, con cargo al gobierno azteca. En Londres, Sadiq Khan, hijo de un matrimonio paquistaní, abogado musulmán, especializado en derechos humanos, puede convertirse en alcalde de la capital británica... Todo ello pasa mientras en Chile permanece el debate respecto al fenómeno inmigratorio y sus presuntos negativos impactos.

Pero las imágenes pueden ser más sorprendentes. En Europa vemos con pavor a aquellos que escapan de la guerra y el hambre desde Siria o países africanos, mientras las naciones más desarrolladas buscan protegerse ante una realidad que no puede detenerse.

Es indudable que el debate está fuertemente influenciado por los costos que tiene para los estados la mantención de miles de refugiados o ilegales que pasan a engrosar la población nativa. Por otro lado, especialmente en Europa, se sumó el temor por el terrorismo y la asociación que se hace de la religión musulmana y la violencia.

Es presumible que ese miedo -y este es un móvil relevante en la sociedad- se transforme en la agudización de políticas restrictivas y la asunción de gobiernos muy conservadores, porque estamos en presencia de una ola enorme, respecto de lo cual, las propuestas más debatidas, son precisamente las más violentas desde el punto de vista de los derechos humanos.

Lo vemos, también, en nuestra país. La asociación de delitos con determinadas nacionalidades, o el reducir a una caricatura al inmigrante, sin entender que se trata de personas que hacen aportes sustantivos a nuestro desarrollo, no es aconsejable. Este juicio no implica desconocer que no hay problemas, pero que deben ser resueltos en el marco de la ley y no motejando a todo un espectro de la sociedad.

El mundo está cambiando y Copiapó, París, Londres y cualquier ciudad de tamaño mediano o grande lo están confirmando. Las grandes migraciones son una realidad, continuarán y se incrementarán. Ante ello es de cuidado sostener una actitud predictiva y generosa, más que de miedo y desconfianza.

La mujer detrás de "Caperucita se come al lobo"

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-Nómbrame tres clásicos de la literatura erótica y el porqué de tu elección. Luego, me gustaría saber qué te parece lo que suscitó en Chile tu libro "Caperucita se come al lobo".

-"Satiricón", de Petronio, porque es el que más risa me ha dado. "Incesto", de Anais Nin, porque tiene las escenas que más me han impresionado en la vida: cuando aborta a su bebé de seis meses y tiene relaciones sexuales con su papá. Y "Glamorama", de Bret Easton Ellis, porque, aunque no es considerado un libro erótico, describe del modo más minucioso varios polvos, uno entre dos hombres y una mujer. Sobre "Caperucita", me parece absolutamente increíble y surreal que mi libro hubiera terminado ahí y que hubiera generado tremenda bola de nieve.

-Estuviste como escritora residente en Iowa y Hong Kong, ¿cómo fueron esas experiencias?

-Las dos fueron maravillosas y difíciles. En Iowa hice amigos de los que duran para toda la vida y leí escritores de todas partes del mundo que nunca hubiera podido leer. Pero escribí muy poco y muy mal, pues vivía en un cuarto de hotel, donde las ventanas no abrían y el aire parecía artificial. Ahí me di cuenta de que yo era claustrofóbica. En Hong Kong también hice buenos amigos, pero lo que más me gustó de la experiencia fue vivir en esa ciudad monstruosa y contaminada, llena de rascacielos y gente, probar platos con ingredientes que no conocemos y conocer una cultura totalmente ajena. Pero allá me censuraron por primera vez en la vida de modo frontal, diciéndome: "No puede leer su trabajo en público" y "¿No tiene textos más suaves?", lo que fue muy doloroso.

-¿Te sirvió haber trabajado como libretistas deTV y en publicidad para tu oficio actual?

-El trabajo como libretista de televisión me enseñó dos cosas: a no enamorarme demasiado de mis propios escritos, a poderlos ver con ojos críticos y tirarlos sin misericordia al tarro de la basura cuando no sirven. La segunda, a contar una historia de modo efectivo. En la televisión se escribe de prisa y sin demasiado cuidado, pero aprendés a contar historias que agarren al público, mantengan las tensiones y tengan muchos giros dramáticos. El trabajo como copy writer en la agencia de publicidad me enseñó que eso era lo que no quería hacer en la vida. Era un trabajo mentiroso, se escribe sin convicción, solo para complacer.

Pilar descubrió que era claustrofóbica cuando se encerró a escribir en un cuarto de hotel en iowa.


en resumen

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3 preguntas

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Pilar Quintana. Escritora colombiana que saltó a los titulares luego de que su libro de relatos eróticos, "Caperucita se come al lobo" (Editorial Cuneta), apareciera en bibliotecas escolares chilenas, específicamente en 280 colegios. Quintana vivió nueve años en la selva colombiana y sobre eso escribe actualmente.