El futuro y el caso de Uber
Este ejemplo nos da cuenta de la absoluta ignorancia de buena parte de las autoridades, más enfocadas en regular que en entender hacia dónde va el mundo. No se trata de desconocer el rol del Estado y los marcos jurídicos, sino de cambiar nuestra forma de pensar y comenzar a observar hacia dónde va la ola, hacia dónde están las oportunidades para el desarrollo.
Esta semana fue conocido que el gobierno calificó de "ilegal" a Uber, el servicio de transporte privado, similar a los taxis que funciona por medio de una aplicación en dispositivos.
La firma con sede en California, pero con un desarrollo impresionante a lo largo del mundo, ha enfrentado estas polémicas de forma permanente. Pasó en París, Buenos Aires, Madrid, Santiago y seguramente seguirá en esa espiral, conforme avance. No es lejano pensar que pronto llegará al norte.
Lo llamativo es que cualquiera puede usar Uber, lo mismo que un conductor con un automóvil disponible. El servicio es más barato, ya que ofrece la posibilidad de compartir el vehículo, amplía la oferta y resulta más ventajoso, considerando que su disposición es más sencilla al solicitar un servicio, simplemente operando la app.
Al respecto, el ministro Andrés Gómez- Lobo dijo: "no podemos bloquear la aplicación, sólo tenemos atribuciones para retirar los automóviles… Aplaudimos los avances tecnológicos, pero el tema aquí es cuando se ocupan vehículos para el transporte de pasajeros que no cumplen la norma".
Las palabras del secretario no pudieron ser más precisas y dan cuenta de la permanente colisión que tienen las autoridades y buena parte de la sociedad, con este tipo de desarrollos.
El caso de Uber es sintomático respecto al estado actual de las conversaciones, respecto al cómo nos estamos definiendo respecto al futuro y cómo aprovechamos las oportunidades que se abren en cada oleada de cambio.
Nuestra reacción es negar la contundencia del mundo de hoy: más veloz y en cambio, pretendiendo prohibir o regular para mantener cierto statu quo, como si a través de las leyes fuésemos a resolver o modelar una realidad que es más grande que todos nosotros.
Las tecnologías están aquí y son muchas más las que vendrán. No se trata de desconocer el rol del Estado y los marcos jurídicos, pero sí de iniciar un cambio en nuestra forma de pensar para observar hacia dónde va la ola, a riesgo de ser aplastados por la contundencia mundial que llega para modificarlo todo.