Secciones

Nueva acusación de Evo Morales

Los juicios del presidente boliviano fueron inmediatamente desmentidos por la empresa sanitaria de Antofagasta y ni siquiera fueron comentados por la Cancillería. Expertos nacionales insisten en que el Silala es un río internacional. Debe agregarse que hace 20 años, la Cancillería de Bolivia dio la razón a Chile, luego de que la prensa boliviana nos acusó de uso ilegal.
E-mail Compartir

A esta altura es evidente que la relación entre Chile y la administración del presidente boliviano, Evo Morales, pasa por uno de sus momentos más difíciles. No puede decirse que las relaciones con el país completo son complejas, pero no se exagera al sostener que el actual gobierno altiplánico logra incomodar en su máximo a nuestro país.

Como fue conocido, lo último es la serie de acusaciones de Morales, por el uso que Chile -varias empresas incluidas- harían de parte del río internacional.

Lo más reciente ocurrió en un acto en la región andina de Potosí, por donde nace el Silala, sitio en el que el mandatario acusó que la empresa colombiana Empresas Públicas de Medellín (a cargo de la sanitaria Aguas Antofagasta) de vender el recurso hídrico a mineras que operan en la zona.

Desde el punto de vista boliviano, el reclamo por el uso del Silala podría ser comprensible, aunque los tratados y la legalidad internacional, están a favor de Chile. Pero lo que sorprende es la persistente ligereza de las reclamaciones.

Varios analistas insisten en que esto sólo es justificado por el impacto político que tiene a nivel interno mantener en tensión permanente el vínculo con Chile.

Fue la propia sanitaria la que rechazó la versión de Morales afirmando que no tienen derechos de aprovechamiento de aguas del Silala. En efecto, el grueso del agua potable que ofrece la compañía proviene de la planta desalinizadora de la ciudad de Antofagasta y otros afluentes cordilleranos que no consideran al Silala.

El gobierno no comentó el tema y Bolivia tampoco retrucó los dichos.

Pero el daño comunicacional queda instalado.

Es cierto -y lo hemos dicho en otras ocasiones- que el diálogo entre Chile y Bolivia es asimétrico, en el entendido que nuestra nación aparece como la más desarrollada y rica. Esto es un factor demasiado determinante a la hora de casi a obligarnos a mantener abiertos los canales de comunicación.

En el otro extremo, las autoridades bolivianas deben ser criteriosas y pretender dialogar genuinamente. Y, en ningún caso, alterar las verdades a beneficio propio, ya que sólo aumentan las desconfianzas.