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Población de inmigrantes

Peruanos, argentinos, bolivianos, colombianos, ecuatorianos, españoles, estadounidenses, brasileños y chinos concentran cerca del 80% del total . Es necesario abordar esta nueva realidad, para ver cómo se hacen extensivas las políticas públicas de salud, educación o vivienda. Esta será una situación cada vez más presente y en Atacama es patente.
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Un anuario del Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior ha revelado que la llegada de extranjeros a Chile ha crecido 123% en los últimos 13 años. Se trata de 411 mil personas, que hoy representan el 2,3% de la población del país. Predominan personas que vienen de países fronterizos, como Perú y Bolivia, de otras naciones sudamericanas, especialmente Colombia.

Diez nacionalidades (peruanos, argentinos, bolivianos, colombianos, ecuatorianos, españoles, estadounidenses, brasileños y chinos) concentran cerca del 80% del total de migrantes. Los más jóvenes que ingresan a Chile tienen un promedio de 15 años, en tanto los mayores alcanzan una media de 44 años.

La elaboración y difusión de este documento facilitará la discusión del fenómeno de la inmigración y sus efectos, sobre la base de información precisa, ayudando además a aclarar percepciones colectivas que algunas veces caen en la discriminación y la xenofobia, sobre todo en periodos de desaceleración económica, en los cuales las fuentes ocupacionales se reducen y existe mayor competencia por los puestos de trabajo.

La mala impresión que muchos chilenos tienen de los inmigrantes es motivo de preocupación y debe indagarse en aquello que motiva el prejuicio. La xenofobia es el miedo, hostilidad y hasta odio al extranjero, con manifestaciones que van desde el rechazo más o menos manifiesto, el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones.

El Ministerio del Interior ha señalado que en el primer trimestre del año se enviará al Congreso el proyecto de una nueva ley de migraciones, que reemplazará a la actual ley de extranjería, vigente desde 1975, que tendrá un enfoque de derechos y estará en sintonía con los tratados internacionales que ha firmado el país en materia de derechos humanos de las personas migrantes. Necesario es abordar esta nueva realidad, para ver cómo se hacen extensivas las políticas públicas, cómo se resuelve la necesidad habitacional de esas familias para evitar el hacinamiento, o cómo se garantiza la inserción de los niños en el sistema educacional, sin que sufran el rechazo o maltrato social.

Rocky en el cuadrilátero de la nostalgia

El 18 de febrero se estrenará "Creed: Corazón de campeón", una entrañable y sorpresiva secuela dentro de la saga creada por Sylvester Stallone en 1976.
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ASylvester Stallone lo perjudicó Hollywood, la era Reagan, la cultura de gimnasio, la cirugía plástica, el "american way of life". Poco tiempo después de su debut se transformó en una suerte de emblema de la mala actuación, hinchado por los anabólicos, modulando torpemente como si fuese un boxeador con daño cerebral. Él soportó los golpes y las burlas con tranquilidad, confiando en su talento y especialmente en su capacidad de sobrevivencia.

Lo injusto es que Sy -como lo llaman algunos- era mucho más que Chuck Norris, Arnold Schwarzenegger o Dolph Lundgren. Sus inquietudes lo llevarían también a dirigir, escribir (es autor de la interesante novela "Paradise Alley", posteriormente llevada a la pantalla) o encargarse de la banda sonora de sus películas. Su obsesión por el mundo de los boxeadores y luchadores reflejaba acaso sus propias peleas personales, como si externalizara desde la ficción aquellos años en que, asediado por la pobreza, se vio obligado a aceptar un trabajo como actor porno. Fueron tiempos difíciles, sus comienzos en el complejo negocio del cine.

Casi medio siglo más tarde, a los 69 años de edad, Stallone no baja la guardia. Sus últimas películas recogen, con tanto humor como dramatismo, los pedazos de las ruinas del tiempo; dialogan desde el crepúsculo con sus invenciones de juventud. La saga de "Los Mercenarios" -compuesta de íconos del cine de acción en plena tercera edad- es una broma necesaria y reconfortante, mientras que "Rocky Balboa" (2006) está a la altura de la primera entrega sobre el pugilista. Retirado, viudo, encerrado en los muros de su propio restaurante, el alguna vez campeón mundial debe enfrentarse a un contrincante mucho más joven por pura crueldad, únicamente para complacer el apetito voraz de una industria televisiva en busca de rating.

Cuando pensábamos que sería el fin ahora se estrena "Creed: Corazón de campeón", un nuevo round existencial en la vida del entrañable deportista, quien es contactado por el hijo de su fallecido rival y amigo Apollo Creed para que lo entrene. Esta vez Balboa estará siguiendo la contienda bajo el cuadrilátero como si observara el doloroso desfile de sus propias memorias.

Dirigida por Ryan Coogler -y coronada por una nominación para Stallone en los Oscar del próximo 28 de febrero, como Mejor Actor de Reparto-, es una cinta cocinada sobre el fuego de la melancolía, un nuevo triunfo en la carrera de un artista arriesgado, digno y perseverante.

Stallone tiene una nominación para los oscar en esta séptima entrega de rocky.

Por Andrés Nazarala R.

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