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Recuerdos de Pascua en la Planta Elisa de Bordos

FIESTA. Un soldador, un tornero y un carpintero eran los viejos pascueros cada año.
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Enrique Bown cronica@diarioatacama.cl

Cada Pascua o navidad que pasa uno se va dando cuenta lo difícil que debe haber sido para nuestros padres darnos en el gusto con los regalos.

Antes uno se preparaba mejor dicho, nuestros padres nos preparaban para despertarnos y recordarnos la noche del 24 que había llegado el hijo de Dios Padre y nos invitaban a revisar el pesebre para ver al niñito recién nacido. Luego nos entregaban los regalos, nuestra alegría era inmensa al darnos cuenta que el viejo pascuero no se había olvidado de nosotros.

Tal vez por lo mismo, nos habíamos esforzado para pasar de curso, en la medida que acercara la pascua nos portarnos mejor y hacíamos todo cuanto nos pedían para no escuchar a mamá cuando nos decía "el viejito pascuero te está mirando, pórtate mal no más, te quedarás sin regalo".

Escribíamos la carta al viejito y junto a mis hermanos y primos, le pedíamos, la lista era larga de regalos, zapatos de fútbol, pelotas, bicicleta, triciclo, palitroques, ula ula, la gran ciudad, juego de dama, ajedrez, camión grande de madera, etc. Pero cuando llegaba la hora de revisar los regalos nos encontrábamos con los mismos triciclos del año anterior. El viejito nos traía de vuelta los mismos triciclos, pero ahora recién arreglados y pintados, nos olvidábamos de todo lo pedido y nuestros corazones se aceleraban, llorábamos de alegría, sacábamos los envoltorios de papel de regalo y salíamos a la calle a jugar.

Debo contarles que los triciclos eran de cañería de fierro de una pulgada, con tres, dos y una corrida de asientos, en total eran tres triciclos, con ruedas de fierro, envuelto en goma, para no meter bulla, montados en rodamientos con asientos con resortes, todo de fierro y madera, de distintos colores, con el manubrio que se podía bajar o subir, según la necesidad de cada uno.

También nos regalaban pelotas de fútbol, claro de plástico con cascos como diseño, de colores, palitroques de madera, camiones de madera, de madera de palo, como decía mi tío Martillo, en fin las mejores pascuas de mi vida y hermanos la pasamos sin duda en la planta Elisa de Bordos, eso duró hasta el año 1963, fecha en que mi padre fue trasladado por Enami a El Salado, yo tenía 10 años.

El Papa Noel, jamás se olvidó de nosotros, aunque nosotros sabíamos que el que nos regalaba las cosas era papá y no él, ahora quiero contarles que quienes nos arreglaban los triciclos, y hacían los palitroques y camiones eran los trabajadores de la Planta Elisa de Bordos donde mi papá era jefe, el soldador, tornero y el carpintero, señores Artemio Contreras, Nicomedes Vega y Vicente Mercado, verdaderos artistas y creadores a quienes quiero rendir un sentido homenaje por todo su amor y compromiso en hacer mejor la pascua no tan solo a nosotros, sino a muchos niños de la Planta. Unos verdaderos viejitos pascueros, los triciclos nos duraban casi hasta el mes de agosto/septiembre, donde quedaban botados en el basural, desde donde de nuevo ellos los rescataban y comenzaban a trabajar para dejarlos lista y renovados para la próxima pascua.