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¿Se comporta usted como un tiburón?

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El calibre del desmadre que terminó con la patética partida de Sergio Jadue a Estados Unidos (mintiendo hasta el último minuto y afirmando que se iba de vacaciones, pese a estar bajo sospecha de enriquecimiento ilícito, sobornos, evasión de impuestos y manejo de activos en paraísos fiscales) debiera hacernos reflexionar sobre el modelo de sociedad que construimos y qué costos estamos dispuestos a asumir en pos de lo que, al menos hasta este minuto, hemos entendido como sinónimo de la palabra éxito.

Hace poco tuvo lugar una sana y valiente discusión interna en una de las principales universidades de este país -de corte religioso, para más señas- sobre el perfil de empresarios y gerentes egresados de sus aulas, muchos de los cuales terminaron envueltos en sucesos de alta connotación pública -y no precisamente por su exacerbado nivel ético (casos Penta, Cruzat, Bilbao, colusión de los pollos, etc.)- y de qué manera el que algunos hayan tomado atajos pudiera tener una corresponsabilidad social y académica de un país que en algún minuto decidió que el dinero y el poder formaban parte integral del marco valórico de nuestra sociedad.

No pocos piensan distinto. Algunas semanas atrás, un connotado empresario de la región, hacía el siguiente y honesto comentario en un hotel capitalino. "Si los dueños de las empresas exigen resultados a toda costa, si se estimula la consecución de resultados con múltiples exigencias y considerables bonos, ¿podemos apuntar con el dedo a quienes se comportaron como unos tiburones?"

La respuesta a tal pregunta debiera ir necesariamente acompañada de una fuerte autocrítica sobre cuánto aportó nuestra sociedad -con malentendida tolerancia, con silencio y, más triste que eso, con miedo- a crear sujetos como el de la lastimosa figura que esta semana se embarcó rumbo a Miami sin fecha de regreso y entre rumores de que deberá pasar el próximo lustro sujeto a una tobillera electrónica. El fútbol, como la venta de pollos, el negocio del papel confort, o el pago de cuentas por Internet, es una actividad que hay que cuidar a como dé lugar y de la cual es necesario erradicar cualquier asomo de mentira. Quizás, sólo quizás, sea sano comenzar a revisar y transparentar qué está pasando en nuestra región en todos los ámbitos, incluyendo clubes deportivos, municipalidades, medios, universidades por sobre todas las cosas, y cualquier entidad con mediano rol público para que asumamos que hay gente a la cual, tarde o temprano, hay que pararle el carro.