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Destacan "La Cocina Popular" en Chañaral

RAÍCES. La iniciativa forma parte de un Fondart nacional.
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Sentarse a la mesa es un acto cultural en sí, una instancia donde es posible reconocer la identidad de cada pueblo y comunidad, así lo ha entendido el colectivo Teatro Container, agrupación artística de Valparaíso que llegó a la región con "La cocina pública", un proyecto financiado por el gobierno central a través del Consejo Nacional de la Cultura y que busca ir tejiendo relaciones, vínculos entre quienes comparten un barrio, población o sector.

El proyecto itinerante que tuvo gran acogida por parte de los vecinos y vecinas del territorio además fue factor clave para la recuperación de una sede vecinal emblemática del sector aeropuerto, comentó la directora regional del Consejo de la Cultura, Catisis Lobos, quien destacó que "son este tipo de proyectos los que permiten fortalecer el trabajo que realiza el Gobierno en materia de Cultura, para integrar a la comunidad en los procesos artísticos, vincularlos en torno al rescate de la identidad local y repercutir de manera efectiva en la democratización del arte y la cultura".

El proyecto se ejecuta en dos fases, el primero es el que se realizó este mes y que consistió en la instalación de un espacio común para que los vecinos y vecinas puedan reunirse y realzar actividades de toda índole. Generalmente en esta etapa, Teatro Container implementa "La cocina pública" en un contenedor que queda de forma permanente en el territorio, pero en Chañaral la figura cambió, luego que se decidiera intervenir en la sede vecinal que estaba prácticamente destrozada y en desuso.

Sobre la reinauguración de este espacio, Nicolás Eyzaguirre, director de Teatro Container, señaló que "estamos muy contentos de lo que estamos celebrando, recuperar esta sede después de una semana de trabajo junto con los vecinos, vecinas, niños, niñas y jóvenes. Ellos están dando el ejemplo de que cuando las puertas se abren, cuando se facilitan los espacios para participación la gente reacciona, se los toman, se empoderan".

Fue en esta fiesta de reinauguración en que se dio vida a la cocina pública, un espacio creado al interior de la sede para ser centro de un lugar destinado al intercambio, producción y registro de contenidos culinarios y culturales. Una cena comunitaria fue el estreno de esta cocina, que permitirá "desarrollar creatividad individual y colectiva conectados con la historia de la comunidad, porque somos herederos de tradiciones culinarias, portadores de secretos y prácticas ancestrales", expresaron desde Teatro Container.

El rodeo de burros: una ventana al turismo de Atacama

CULTURA. Debido a la gran cantidad de pasto, producto de últimas lluvias, más de 5 mil cabezas de asnos se juntaron en Carrizalillo, maravillando a lugareños y turistas.
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Redacción

C asi cinco mil cabezas de burros en Carrizalillo dieron vida nuevamente al tradicional Rodeo de Burros, expresión nortina de laceo, marcado y comercio de estos animales que es organizado por el Sindicato de Crianceros de Freirina.

A la vez, se ha convertido en parada obligada para turistas y punto neurálgico para centenares de freirinenses que por tres días se dieron cita en esta tradicional fiesta en la comuna.

Lo nuevo de esta versión

La llegada de los burros a los corrales, se extendió por tres días. Por las condiciones de buen pasto y a la reproducción masiva que ha ocurrido por el mismo motivo y al cuidado permanente de los dueños, cuentan los capataces se logró reunir más de cuatro mil burros. Por otra parte, para esta versión no hubo arreo en vehículos motorizados debido al constante peligro que encierra la conducción por los campos, tanto para jinetes y conductores.

Los clubes de huasos y crianceros del vecino pueblo de Los Choros en la cuarta región también dijeron presente, quienes junto a los estancieros de La Arena, Maitencillo, Labrar, y el propio Carrizalillo, al calor de un cabrito al palo, celebraron el laceo y marcado de sus animales.

Memoria e Historia del Rodeo

El escritor freirinense Oriel Álvarez Hidalgo, señaló que "esta actividad nace en plena colonia española, cuando los dueños de las grandes estancias, bajaban sus animales desde cerros y cordillera, a los grandes corrales habilitados, donde se realizaba un conteo y marca de sus animales".

Esta costumbre -agrega el estudioso- fue compartida con otros países de Sudamérica y se efectuaba cada año, "el 7 de octubre, en el día de San Marcos. El rodeo, festejo o faena podía durar hasta ocho días, dependiendo de la extensión del campo, de las condiciones climáticas y de los elementos con que se disponía. Una vez encerrados los animales, sus respectivos propietarios procedían a marcarlos con un fierro candente con el sello de su propiedad, el que era registrado en el Cabildo. En los meses de verano se efectuaba la matanza, con el fin de obtener el sebo, grasa, cueros, carne disecada o charqui", dijo Álvarez.

El hombre recuerda que con el transcurso de las décadas, esta costumbre fue desapareciendo poco a poco, consecuencia de que en esta zona del norte de Chile, los burros dejaron de utilizarse masivamente, producto de la modernización de las faenas y el transporte. Actualmente, se puede ver a estos animales dispersos en los campos, en un estado semi salvaje y en un número mucho más reducido.

Una ventana al turismo

Como quiera que sea este decaimiento, el rodeo de burros se resiste a salir de la oferta turística de la región y quiere constituirse como una actividad única y con carácter identitario. Un equipo periodístico de Mega visitó la zona con el ánimo de dar a conocer el atractivo natural que tiene la actividad. Junto a ellos un puñado de turistas pudieron degustar a de los tradicionales "churrascos marinos" una suerte de pescado frito, sumados a productos campesinos que pequeños productores agrícolas de la provincia de Huasco apoyados por el Indap hicieron gala de su tradicional pajarete, aceite de oliva, arrope de uva que abastecieron las cocinerías que se instalan para acompañar a las familias de los crianceros que acompañan a los jinetes.

Qué es el rodeo de Burros

El rodeo de burros consiste en reunir a los asnos dispersos en los campos, hacia un sector previamente determinado, donde se encuentran los grandes corrales. En la actividad un grupo de huasos montados en caballos, guiados por un capataz de campo, se distribuyen por praderas y en un movimiento en abanico, comienzan la operación de arrear los burros. Esta labor a veces dura toda una jornada, por lo que es necesario alargar las denominadas corridas a dos o tres días.

Una vez producido el encierro de los animales, los dueños proceden a reconocer, marcar y tusar (corte de pelos) a sus burros. Sin embargo el mayor objetivo de cada propietario es obtener alguna ganancia económica por medio de la venta a comerciantes que llegan a cada rodeo, cuyos ejemplares seguramente, son destinados a la fabricación de cecinas. Otros burros no corren la misma suerte y son sacrificados para convertirlos en charqui o pasan directamente a las humeantes parrillas improvisadas junto a los corrales.

Los huasos se preparan durante meses para concurrir a los rodeos. Primero se preocupan de su caballo, al que alimentan con pastos y granos, para que soporten las grandes corridas. También, reúnen algunos fondos económicos, destinados al gasto en las cantinas y ramadas, donde expenden cazuelas, asados, empanadas y mostos, lugar que es amenizado por infaltables músicos y cantantes populares.

5.000 animales fueron los que participaron en esta ocasión en el tradicional rodeo de burros.

200 huasos llegaron hasta el rodeo de burros el 2014. Exponentes de la tercera y cuarta región destacan en esta actividad.