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Dormir una siesta mejora el aprendizaje y la memoria

DESCANSO. Una investigación recalca la importancia de regular las horas de sueño para tener mejores resultados en el rendimiento diario.
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Pamela De Vicenzi

Un estudio de la Universidad de Ginebra publicado en la revista eLife afirma que dormir una siesta ayuda a consolidar la memoria, en especial durante el aprendizaje.

Según la investigación, los recuerdos asociados con una recompensa se refuerzan durante el sueño. Una pequeña siesta después de un periodo de aprendizaje puede ser beneficioso.

"Las recompensas pueden actuar como una especie de etiqueta, sellando la información en el cerebro durante el aprendizaje", señaló Kinga Igloi, autora del estudio.

"Durante el sueño, la información se consolida favorablemente sobre la información asociada con una recompensa baja y se transfiere a las áreas del cerebro asociadas con la memoria a largo plazo", añadió la especialista.

Por esta razón, sostuvo Igloi, los hallazgos de la investigación son relevantes para comprender por qué la falta de sueño puede ser perjudicial para el rendimiento.

Experimento

Para efectos del estudio, los investigadores reclutaron a 31 personas y fueron divididas en dos grupos. Uno de ellos dormiría una siesta después de realizar un experimento.

Sus cerebros fueron escaneados durante un ejercicio en el que debían recordar pares de imágenes, al estilo "memorice".

Esto consistió en mostrar ocho series de fotografías que los voluntarios debieron recordar. Si lograban unir los cuatro pares, tendrían una recompensa mayor.

Luego, los participantes tuvieron un descanso de 90 minutos, periodo en el que durmieron o simplemente estuvieron en reposo.

Tras la siesta, los voluntarios repitieron la prueba y calificaron el grado de confianza que sentían antes de dar una respuesta correcta. Tres meses más tarde volvieron a realizar esta prueba, que fue sorpresa.

El experimento arrojó que el rendimiento fue bueno en ambos casos debido a la recompensa que recibían. Sin embargo, el grupo que durmió una siesta tuvo mejores resultados.

En la prueba sorpresa, los participantes que habían descansado después de haber sido informados durante el experimento, en comparación con las parejas que recibieron altas recompensas, tuvieron mejores resultados.

En resumen, las personas que duermen tuvieron mayor seguridad al responder en la prueba de memoria, incluso tres meses después de realizada.

La resonancia magnética reveló que el grupo que durmió experimentó una mayor actividad en el hipocampo, área del cerebro crucial para la formación de recuerdos. Esto se relacionó con un mayor número de ráfagas de actividad cerebral, que se denominan husos.

Después de tres meses, el grupo de sueño también mostró una mayor conectividad entre el hipocampo, la corteza prefrontal medial y el cuerpo estriado, las áreas del cerebro implicadas en la consolidación de la memoria y el procesamiento de la recompensa.

Los beneficios de un buen descanso

Otro estudio publicado por la BBC señaló que dormir durante el día contribuye a una reducción en la presión sanguínea lo suficientemente importante como para disminuir el riesgo de un ataque al corazón. "De acuerdo a nuestro estudio, dormir al mediodía baja la presión arterial y puede disminuir el número de medicamentos requeridos por los hipertensos", explicó Manolis Kallistratos, cardiólogo del Hospital General Asklepieion Voula, en Atenas, y autor de la investigación.

Estudio asegura que no hay relación entre el tamaño del cerebro y el intelecto

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Algunas teorías han señalado que existe una relación entre el tamaño del cerebro y la capacidad cognitiva de los seres humanos. Sin embargo, un estudio descartó esta premisa.

Las universidades de Viena (Austria), Göttingen (Alemania) y Tilburg (Holanda) realizaron una investigación conjunta en la que no encontraron evidencias de esta supuesta relación. El documento fue publicado en la revista Neuroscience and Biobehavioral Reviews.

Los especialistas analizaron datos de más de 8.000 personas, en el que buscaron asociaciones entre el volumen de la masa encefálica y el coeficiente intelectual (CI) de la persona.

El estudio buscó comprobar una teoría que el fisiólogo y anatomista alemán Friedrich Tiedemann presentó en 1836, al señalar que no hay relación entre el tamaño del cerebro y las facultades intelectuales. La diferencia es que en esta época existen aparatos para analizar este órgano.

El análisis de datos concluyó que existe una asociación robusta, pero muy débil, entre el tamaño del cerebro y el CI.

"La asociación que se observó en la actualidad significa que el volumen del cerebro juega un papel menor en la explicación del rendimiento de la prueba del índice de inteligencia en los seres humanos", explicó Jakob Piets, de la Universidad de Viena y uno de los autores del estudio.

"El volumen del cerebro parece tener una relevancia poco práctica. Por el contrario, la estructura y la integridad del cerebro parecen ser más importantes como una base biológica del coeficiente intelectual, mientras que las obras de tamaño del cerebro es uno de los muchos mecanismos de compensación de las funciones cognitivas", sentenció el investigador de Austria.