Posibilidad del voto voluntario
Hubo un pésimo cálculo general de las coaliciones políticas con el cambio de 2012. Resultaba evidente que la participación no aumentaría. Con todo, debe quedar en evidencia que la ciudadanía general debe cumplir con su rol de participación. El ejercicio y resguardo de la democracia exige deberes y éste parece categórico.
Algunos parlamentarios han planteado la necesidad de que sea derogada la ley que dispone el voto voluntario, que tiene apenas una vigencia de tres años, para volver al sistema de voto obligatorio. La ley 20.568, que reguló la inscripción automática y voto voluntario fue promulgada el 23 de enero de 2012. Con ella se pretendía -supuestamente- resolver el problema de la alta abstención electoral. No obstante, en los comicios municipales de octubre de ese mismo año, la abstención se elevó a 60%, mientras en la presidencial de 2013 fue de 58%.
Ante el desencanto y la desconfianza ciudadana hacia la actividad política, pareciera más sencillo recurrir a aspectos normativos que regulen el comportamiento cívico de los ciudadanos, que orientar los esfuerzos de las autoridades hacia un trabajo para reencantar al electorado, con miras a los comicios de 2016 y 2017.
Cuando los políticos de todos los colores se jugaron erróneamente la opción de la inscripción automática y voto voluntario, la vieron como una solución frente al desinterés ciudadano. Pero está claro que ése no era el remedio. Desde luego que preocupa la baja participación, porque significa que muchas personas se ponen al margen del mecanismo electoral. Tal vez quieren manifestar así su desencanto por la forma de hacer política. No obstante, ello debilita la democracia y da menos sustento y legitimidad a quienes son elegidos. El sistema democrático requiere de coaliciones gobernantes y opositoras fuertes.
Tal vez la clase política no ha sabido interpretar las expectativas de los electores. Las encuestas han determinado que la desilusión de jóvenes y adultos se fundamenta en que no ven que sus problemas reales estén considerados en las agendas temáticas de los partidos.
Lo más preocupante es que la democracia termine digerida por la propia democracia. Este es un sistema que exige conocimiento, educación y estudio. La democracia debe protegerse con esos valores, ya que en caso contrario seremos presa de populismos de izquierda o derecha. Y hay varios de aquellos ejemplos.