Aprendimos mejor la lección
Se decretaron las alertas respectivas en toda la costa del país, la gente cumplió con las evacuaciones y se pusieron en práctica los protocolos de emergencia. La evaluación general de lo ocurrido es buena. Tanto por el nivel de las construcciones nacionales como por la mejor preparación que la ciudadanía tiene para enfrentar estos fenómenos.
El terremoto de 8,4 grados Richter ocurrido frente a Illapel, a las 19.54 horas del miércoles 16, y que afectó a parte de la zona norte y centro del país, ha dejado un balance de destrucción y al menos 13 muertos.
El movimiento fue seguido de un tsunami, que llevó al Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (Shoa) a alertar a la ciudadanía para que evacuara las zonas costeras. Desde el terremoto de magnitud 8,8 Richter y el posterior tsunami de 2010 -con epicentro en la Región del Biobío- y del que posteriormente golpeó en el norte, con 8,2 grados, se han adoptado medidas preventivas, como señalización de las vías de evacuación y se han realizado simulacros.
Los especialistas han destacado que si bien en esta oportunidad la salida del mar fue más benigna, debe considerarse que funcionaron bien los sistemas de alertas y evacuación. Tanto los daños materiales como las víctimas fatales han sido considerablemente menores a lo ocurrido en la catástrofe del 27/F, lo que habla bien de las medidas preventivas adoptadas por las autoridades y los organismos especializados, y la conducta de la ciudadanía.
En el año 2010 el país, en general, y la Oficina Nacional de Emergencia, en particular, no estaban preparados para abordar una gran catástrofe y resultó evidente la improvisación y la confusión del momento y los días posteriores. Chile ha aprendido la lección y las consecuencias de este terremoto son considerablemente menores. Cierto es que se han registrado daños en el borde costero, o en localidades cuyas construcciones son especialmente de adobe, pero los daños materiales son superables. Con seguridad, esa zona dará muestras de que con esfuerzo es posible ponerse de pie, como ha ocurrido en catástrofes anteriores. Tal vez habrá tiempo para reconsiderar la construcción en áreas que son inundables en caso de tsunamis o marejadas.
Aunque el país ha mostrado avances en seguridad, todavía resta mucho camino que recorrer. Nunca se exagera cuando se trata de proteger la vida humana. Chile es un país de terremotos y eso no lo debemos olvidar.