El ayer y hoy de los afectados del pasado 25 de marzo en Atacama
TRAGEDIA. Las ganas de salir adelante es el factor común en las personas que vivieron una de las catástrofes más grandes del norte, quienes hoy quieren olvidar esa fatídica madrugada.
S in duda lo ocurrido hace seis meses en la región de Atacama será una huella difícil de superar para los pobladores de las cinco comunas afectadas. A punta de esfuerzo y tesón la comunidad ha luchado para ponerse de pie luego de los 17 aluviones que cambiaron el destino de miles de personas.
La Oficina Nacional de Emergencia informó que en total fueron más de 15 mil los damnificados. En cuanto a las viviendas, 1.297 resultaron completamente destruidas según información del Ministerio de la Vivienda.
Durante los primeros días, el subsecretario de Interior, Mahmud Aleuy, indicó sobre la emergencia que "es el mayor desastre pluviométrico que hemos tenido en los últimos 84 años".
Hitos
La Presidenta Michelle Bachelet firmó el 25 de marzo un decreto de excepción constitucional de catástrofe en la región de Atacama, lo cual estableció que las Fuerzas Armadas tomaran el control de la zona para hacer frente a las consecuencias ocasionadas por el temporal que azotaba a la zona.
Un día después las autoridades decretaron toque de queda para la zona desde las 23:00 horas del jueves hasta las 06:00 horas del viernes.
La empresa Frutícola Atacama informó el 29 de marzo que, luego de varios días de búsquedas de información, había cuatro de las 369 personas que trabajaban en la empresa que aún no eran ubicadas.
El 31 de marzo el empresario Leonardo Farkas arribó a Copiapó, para luego ir al Salón Alicanto ubicado frente a la municipalidad. Allí entregó leche, pasta, salsa de tomates, cloro, pasta de dientes, pañales y otros artículos. Su aporte ascendió a los $800 millones.
El 15 de abril con 101 votos a favor, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto que entregaría US$500 millones durante el 2015 para la reconstrucción.
En el discurso del 21 de mayo la Presidenta Michelle Bachelet informó que se invertirían 1.500 millones de dólares, instancia en que mencionó que "no vamos a bajar los brazos hasta que todos los procesos de reconstrucción estén bien concluidos".
En julio, el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, sentenció sobre la reconstrucción de Atacama que "hay procesos que van a tardar hasta cuatro años".
La búsqueda sin resultados en Diego de Almagro
Unos 180 días han transcurrido desde que su hijo cayó al torrente de lodo del 25/M, que también azotó a gran parte de la comuna de Diego de Almagro. Desde ese momento, la familia Plaza Ramos se mantiene unida y no pierde la fe de encontrar algún vestigio de su hijo menor, Álvaro, quien desapareció mientras cumplía labores como brigadier de bomberos en el intento paradójico de salvar a los vecinos que se encontraban en la calle Paul Harris, quienes luchaban por sus vidas en medio del alud.
Hoy, con un semblante de mayor calma, aunque con la misma incertidumbre que albergan hace seis meses, los padres del menor, que por voluntad propia decidió unirse al operativo de rescate mientras el barro y los escombros dividían en dos a Diego de Almagro, reiteraron el llamado a no dejarlos solos en esta cruzada.
"Al Gobierno Regional decirles que no nos dejen solos, porque vamos a luchar hasta encontrar a nuestro hijo. A la gente de Diego de Almagro, que tengan un poquito de conciencia por un joven de 16 años que tuvo la única intención de ayudar al prójimo, de corazón; que vengan aunque sea media hora, lo vamos a agradecer", expresó Álvaro Plaza.
"Va pasando el tiempo y no se logra un trabajo positivo. La angustia está presente, la desesperación y la tristeza, por lo mucho que ha costado. Sabemos que algún día va a terminar la ayuda económica y nos duele pensar en eso. Ojalá que no pongan fecha y nos ayuden por un buen tiempo; que esto no pare hasta encontrarlo, porque la esperanza no se agota", sentenció el hombre.
Bomberos se unen al llamado
Daniel González, superintendente de Bomberos de Diego de Almagro, señaló que hubo un mea culpa entre los voluntarios de la comuna, mientras reforzó el llamado de ayuda. "El Gobierno tiene una deuda histórica con Bomberos que por años ha ayudado a la gente de forma desinteresada. Existe en la compañía la sensación de que las cosas se pudieron hacer mejor, hay un mea culpa, pero insistimos en que autoridades y la gente nos ayuden", finalizó.
Las huellas del barro que no se pueden borrar
Por los aluviones Evelyn Sánchez debió romper la ventana de su casa para que su madre, quien tiene cáncer, pudiese salir, ya que las toneladas de lodo que habían arrasado con su barrio le impedían abrir la puerta de su hogar en la población Copiapó. A seis meses de la emergencia la mujer todavía no puede dormir. "Aun creo que al bajar de la cama me voy a encontrar con el barro".
A la familia le tomó prácticamente dos meses sacar el lodo y las piedras desde su casa e incluso debieron contratar de forma particular un camión para que le destaparan el alcantarillado. "Nosotros trabajábamos de ocho a ocho todos los días, porque teníamos que apurarnos para tener limpia nuestra casa y así poder dormir tranquilamente".
Cabe señalar que la vecina criticó que a pesar de que ha realizado todos los trámites con el Gobierno aún no reciben ningún beneficio a la fecha.
Huellas
Para esta familia la tragedia de marzo no solamente robó la tranquilidad y el esfuerzo de años en lo material, sino que también la salud de un pilar fundamental de la casa. Evelyn, acongojada, explicó que luego de los aluviones su madre perdió la memoria de esos momentos.
"Mi mamá tiene problemas a la memoria pero el doctor descartó el Alzheimer y puede ser un trastorno emocional. Desde que nosotros la sacamos por la ventana ella no se acuerda de nada y nos pregunta todo. Ella está con tratamiento, pastillas y todo. Mi mamá con el barro y las fotos ha ido recordado, pero muy poco", contó Sánchez.
Hoy Evelyn, a la misma hora que hace 6 meses, acompaña a su madre a tomar sol y ve como a su alrededor comienza a volver a la normalidad y dejar atrás lo que ella calificó como "una ola maldita de barro".
Medio año de pena y angustia La difícil adaptación de los afectados de Chañaral
Pocas veces ha vuelto María Escobar a la que era su casa en la población "Los Pintores de Chile". Hace seis meses abandonó el hogar que durante 38 años habitó, cuando ya no era posible seguir ahí y el agua y el barro le llegaban más arriba de la cintura. Salvó el refrigerador, una mesa de centro, un pequeño mueble y algunos cuadros con las fotos de sus tres hijos y nietos. Todo lo demás se perdió.
Hoy ocupa la casa de su hija que está a pocos metros de la suya, la vivienda que aún luce destruida y a la que María se niega a entrar ya que la pena aún la embarga. "Recuerdo todo como si hubiese sido ayer. Yo estoy bien mal, tengo en mi memoria todo lo horrible que vivimos todos. Todo es desilusión, nos prometieron muchas cosas y no ha pasado nada", dice María. Secando las lágrimas de sus ojos apenas habla de un trauma que no ha podido superar.
A los pocos días del aluvión, recibió en su destruida casa al en ese entonces ministro Rodrigo Peñailillo, el que según María se comprometió con restituir su casa por completo o en su defecto, construir otra en otro punto de Copiapó. "Él me prometió muchas cosas a nombre del gobierno y aquí estoy, igual, de brazos cruzados. Mi gran miedo y preocupación es que se va a terminar el año del subsidio de 300 mil pesos y no sé qué haré. Yo no tengo trabajo ni recibo jubilación, y mi marido gana casi lo mismo por lo que no tenemos para cancelar un arriendo. Todo esto del aluvión nos cambió la vida, son seis meses pero es como si fuera ayer. Yo hasta hoy sufro, cuando se nubla y comienza a lloviznar es para no dormir porque ya me imagino que se pone a llover de nuevo y se viene el agua y entra a mi casa".
Hoy María Escobar vive junto a su esposo presionada por el día a día.
"No me conformo con esta pocilga, no lo acepto porque nos tienen hacinados y hasta con ratones", fue parte del afligido relato que la chañaralina Gloria Esquivel entregó a Diario Atacama a 100 días del 25/M, y que hoy mantiene, a seis meses del evento climático.
El paso del alud no solo causó destrucción estructural en el puerto. Y es que la comerciante sostuvo que una parte de sí se esfumó entre el barro. "Aquí todo sigue igual. El ambiente en el campamento de emergencia es malo, hay muchas peleas entre los vecinos, y eso a la larga aburre. Esto no es vida", señaló con voz firme la pobladora.
Es así como Esquivel se da ánimo y como puede saca fuerzas para continuar la misión que se propuso concretar antes de fin de año: tener su casa propia. "Nos entregaron un subsidio de 20 millones para comprar una casa usada, pero el tema es que en Chañaral subieron de precio y está todo sobre los 30 millones. Por eso he seguido vendiendo ropa, para juntar plata, porque yo de ahí (vivienda de emergencia) me voy", puntualizó.
Sin embargo, y más allá de las ganas que vierte en sus labores, Gloria comentó que este semestre no ha sido fácil. "A veces no me levanto de la cama porque no me dan ganas. Estoy viendo un neurólogo en Copiapó y él me ha dado unas pastillas", reveló.
Más allá de la tragedia que le arrebató sus bienes y parte de su historia, Gloria aseveró que saldrá adelante. "Estamos juntando plata con mi hijo porque sí o sí nos iremos de acá", sentenció Esquivel.
Sueños al volver a vivir en casa La familia que fue azotada por la catástrofe
La familia Iribarren Gajardo fue una de las últimas en las zonas afectadas que siguió viviendo en carpa tras el 25/M por la demora en soluciones para poder mejorar su estilo de vida.
Ellos perdieron su casa ubicada en Paipote en Copiapó y debido a que la instalación de viviendas de emergencia tardó más de lo esperado, tomaron la decisión de quedarse en el lugar y pese al frío vivir en su terreno.
"Fue un período duro en el que estábamos prácticamente expuesto a la vida, pero no tuvimos otra opción, ya que gracias a eso fuimos considerados en las viviendas de emergencia", destacó Melina Gajardo.
Desafío
Actualmente Melina y Francisco Gajardo, junto a sus cuatro hijos, ya cuentan con un hogar. La casa de emergencia llegó y fueron parte de las 33 familias a las que el Desafío Levantemos Chile les reconstruyó la casa.
"Estamos felices de poder vivir bajo un techo ahora. Hemos podido arreglar nuestra casa y poder organizar el terreno. Acá no quedó nada, así que es una forma de empezar de nuevo", dijo la jefa de hogar.
En cuanto a qué esperan ahora el dueño de casa es claro en que "estamos poniendo todo en marcha para armar nuestro negocio. Iniciamos la tramitación y buscamos ideas. Le tenemos hasta nombre -El Desafío- que igual es una forma de agradecer lo que ellos hicieron por nosotros. Será una verdulería y la instalaremos acá en casa".
La familia se ve con ganas de salir adelante, buscando nuevas alternativas y sacando algo nuevo tras haberlo perdido todo. Los niños siguen revoloteando por el lugar, jugando en el gran espacio que les queda y que "poco a poco" como dicen, irán llenado de sus cosas para que sea su nuevo hogar.
Una de las primeras zonas que fue afectada por las lluvias y posterior aluviones en Atacama fue la comuna de Alto del Carmen. Durante la noche del 24 de marzo ya se habían cortado los caminos en el interior de los valles.
Al día siguiente y con la luz del sol los equipos de emergencia, junto a las autoridades, pudieron dimensionar la magnitud de la catástrofe más grande del norte como la catalogaron algunos expertos.
Fue en el sector de La Mesilla donde el drama se concentró en la familia Larraín, donde tres de sus miembros fueron llevados por esta masa de lodo y piedras que destruyó todo a su paso. Durante semanas el equipo especializado de rescatistas de bomberos "Los Topos" buscó a las personas hasta obtener la lamentable confirmación del fallecimiento de la familia.
Hoy aún los vecinos recuerdan con nostalgia y pena a Francisco Larraín Ariztía (87), Aselaida Susaeta (85) y Francisco Larraín Susaeta (63).
Al recorrer el sector todavía se puede observar lo que fue la vivienda de la malograda familia. Metros más allá la camioneta sigue enterrada en el lodo que marcó a esta pequeña localidad. Diario Atacama se contactó con cercanos a los Larraín que confirmaron que el resto de la familia se fue definitivamente de Alto de Carmen para radicarse en La Serena, en la región de Coquimbo.
Para los más cercanos y vecinos lo sucedido hace seis meses no será fácil de olvidar, ya que se llevó parte de la comunidad.