La última encuesta del Centro de Estudios CEP fue categórica en revelar el rechazo ciudadano a la actual clase política. No es sólo la Presidenta Bachelet la que está mal evaluada, también la coalición de gobierno y la oposición lejos de capitalizar ese descontento recibe una muy baja aprobación.

La gente, el ciudadano a pie, como suele llamárselo está descontento y desconfiado de quienes hoy ejercen la política, en los distintos sectores. Principalmente por las irregularidades que hemos conocido públicamente y que están reñidas con la probidad, ética y algunas rayan en lo delictivo.

Se pierde la confianza y crece una sensación de aprovechamiento de su condición para fines personales ya sean económicos o netamente de ansias de poder y de figurar en la alta esfera social.

Y las cifras reflejan eso. La Presidenta Michelle Bachelet que en su momento contó con históricas cifras de apoyo hoy sólo cuenta con el 22% de aprobación y un 61% de rechazo.

Mientras que los sectores políticos oficialistas y de oposición, cuentan con 53 y 51 de rechazo respectivamente, dejando claro que la gente le quitó el apoyo a su clase gobernante, lo que provoca una crisis que es preocupante para el futuro del país.

Esta disociación es dañina, porque puede provocar el debilitamiento de las instituciones y una suerte de deterioro en el gobierno que puede terminar en una salida reñida con la democracia.

Eso es lo que se debe evitar y los encargados de ellos son los mismos políticos. El gobierno se debe sincerar y enfrentar su realidad para salir adelante en la medida que pueda con sus compromisos y así demostrar eficacia.

También liderar las reformas necesarias que le permitan al electorado volver a creer en sus autoridades y respetarlas. Se han hecho esfuerzos, pero cuando hay indicios de inacción ante hechos oscuros todo se vuelve a fojas cero.

La clase política está consciente de ello y tiene que trabajar unida para resolver la crisis que hoy los agobia. Pero obligadamente tienen que hacerlo con transparencia, honestidad y de cara a la gente.

Nunca hubo una mujer como Bachelet en el pasado reciente. No era posible imaginar ello siquiera. Debió pasar más de dos siglos para que emergiera una personalidad femenina que lograra cautivar a tantos chilenos y llegar con una alta votación a la primera magistratura de la república. No estaba en sus planes, seguramente, volver. No pensaba en ello cuando terminó su primer mandato. Pero la gente, que la conoció y la quería como no había querido a presidente alguno, le hizo presión y el retorno se hizo inevitable.

¿A que volvió Michele Bachelet?. Muy simple. Volvió para impulsar y realizar las reformas que el país requiere. Son pocas, pero relevantes y necesaria. Estas son, mejorar el equilibrio de las relaciones laborales, entre empresa y trabajador; poner fin al sistema Bi-nominal de elección de parlamentarios; Elaborar nueva Constitución que nos permita bajar quórum de leyes y hacerla más democrática, afinando, por ejemplo, el rol y la forma de integración del Tribunal Constitucional; Reformar la educación para mejorar su calidad y hacerla más integradora y más estimulante para los jóvenes chilenos.

Para sacar adelante estas reformas -que el país no debiera postergar más- sólo hubo una persona: Michele Bachelet. Estuvo dispuesta a poner todo su carisma, su capital político y su apoyo ciudadano, a una causa grande y noble, pero compleja y resistida por grupos poderosos.

No me cabe duda que el futuro de Chile, de los que vienen, pasa por una educación de calidad, que estimule la creatividad; por unas relaciones laborales modernas y con más equilibrio. Por una Constitución enteramente democrática e integradora. Fue un gesto audaz el suyo, una invitación al "viaje temerario", que cautivo a muchos. Marineros y pasajeros entusiastas, subieron al buque, tras la Presidenta.

Antes del primer año, muchos abandonan el viaje y la van dejando sola. Es que se olvidó de las reformas?. No. Es que se cambió el rumbo?. No. !Es sólo que cambió el precio del cobre! Industria esta, !que tampoco se reformo a tiempo!. Las reformas siguen adelante. El país y la economía van más lento. Pero nada más.

El tiempo le dará, a la Presidenta, el lugar que se merece. Para mi, de los más altos.

Roberto Chacón Gutiérrez

Abogado