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El autor que siguió los pasos de Phineas Gage en Valparaíso

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-¿Quién era Phineas Gage?

-Era un trabajador ferroviario que, en medio de la construcción de la línea férrea en un pueblo de Vermont, Estados Unidos, sufrió un insólito accidente: el chuzo con el que trabajaba le atravesó la cabeza y se llevó consigo parte de su masa encefálica. Gage sobrevivió sin secuelas aparentes, salvo un pequeño gran detalle: su personalidad cambió por completo. El hombre serio, responsable y compuesto había desaparecido para dar paso a un tipo descortés, soez, antisocial y poco confiable. Su incapacidad de recuperar su trabajo y su habilidad para relacionarse con animales lo trajeron a Valparaíso en 1854, donde trabajó conduciendo una diligencia tirada por caballos entre el puerto y Santiago.

-¿Por qué Gage se convirtió en uno de los pacientes más famosos de la medicina mundial?

-Porque fue el primer caso documentado en demostrar que había zonas específicas del cerebro involucradas en funciones que hoy podemos caracterizar como sociales, emotivas e incluso morales. Su lesión en el lóbulo frontal y las consecuencias descritas en su cambio de personalidad apoyaron lo que hasta entonces era sólo una de las teorías que competían por explicar cómo funcionaba el cerebro. Últimamente, el hecho de que haya podido trabajar y sobrevivir por su cuenta en Chile ha sido destacado como evidencia de la capacidad de regeneración del cerebro, descrita muchos años después. Además, su singular historia lo transformó en un sujeto de culto casi pop en todo el mundo.

-¿Cuáles son las andanzas por Valparaíso que describe el Doctor Carmona?

-Manuel Antonio Carmona, otro personaje real de mi novela -que ficciona el encuentro entre ambos protagonistas en Valparaíso- fue un pionero de la neuropsiquiatría chilena, quien pasó a la historia por resolver de manera brillante el denominado caso de la "endemoniada" de Santiago. En mi libro, él es testigo no sólo de las particularidades del comportamiento de Gage en sucesivos viajes entre el puerto y la capital, sino también de su lucha por-a su manera- sobrevivir con las secuelas de su accidente y hacer frente a la hostilidad de quienes lo consideraban un monstruo.

Cuando se enteró de que Gage había estado en Chile, Francisco Aravena supo de inmediato que iba a escribir sobre él y su célebre accidente.