Gratuidad en la educación superior
Hemos conocido la propuesta de gratuidad para la educación superior que ha planteado el gobierno para el próximo año. Y, naturalmente, la idea causa polémica por todo lo que involucra.
A grosso modo, la iniciativa del Ejecutivo considera gratuidad para el 60% de los alumnos más pobres de las universidades adscritas al Consejo de Rectores -Cruch- y de los institutos profesionales y centros de formación técnica que no lucren y estén acreditados.
Así las cosas, quedan fuera del beneficio los educandos de las universidades privadas no tradicionales y el grueso de los IP y CFT, como Inacap y Duoc UC, por lejos los más importantes en número de alumnos y prestigio educacional.
¿Es legítima y correcta una decisión de este tipo?
Primero hay que decir que una decisión de este tipo pasa por tener los recursos necesarios para ponerla en práctica.
La reforma tributaria ad-hoc está aún lejos de recaudar los recursos necesarios para alcanzar el objetivo y este es un antecedente demasiado relevante para entender la oferta realizada.
Simplemente no puede hacerse a riesgo de posponer otras iniciativas o endeudar al Fisco para cumplir el compromiso de campaña.
Lo que sí resulta paradójico es que el gobierno sostenga que los alumnos de las universidades del Cruch son los más vulnerables del país. Eso es erróneo, por no decir falso.
El grueso de los alumnos más pobres de Chile están en los IP y CFT, allí está la mayoría de los jóvenes que son primera generación en educación superior. Y en segundo término en las universidades privadas.
¿Por qué? Porque el grueso de los mejores puntajes, provenientes de colegios privados y subvencionados, que completan las matrículas de las tradicionales. Vale decir, debe reconocerse que hay un "círculo vicioso" integrado por colegios pagados y universidades tradicionales.
Lo lamentable es que el resto queda en una orfandad completa. Sin ayuda del Estado y bajo el mero esfuerzo que hacen las familias en el entendido que es el mejor legado que pueden dejar.