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Resiliencia nacional y preparación

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Una vez más, como ya estamos acostumbrados, los chilenos somos víctimas de un golpe de la naturaleza. Como en la mayoría de los casos, resulta muy difícil de prever el momento exacto en que ocurrirán; apenas sabemos que irremediablemente sucederán.

El despertar del volcán Calbuco, después de largas décadas nos confirma aquello; apenas antes fueron las lluvias del Norte Grande, el terremoto de Iquique, el 27/F y tantos otros grabados en la memoria.

Con todo, no podemos pensar que estamos expuestos a las desgracias con las manos atadas.

Hay cosas que sí podemos hacer. Por ejemplo, tener múltiples redes y una institucionalidad de emergencia acorde a la realidad que enfrenta un país sentado en el cinturón de fuego del Pacífico y sobre las placas de Nazca y Sudamericana, lo que es un seguro de explosiones volcánicas y movimientos telúricos de proporciones.

Valdivia en 1960 es la mejor prueba: un terremoto de 10 grados que se extendió por largos minutos y que es catalogado como el peor cataclismo de la era moderna.

Los terremotos y tsunamis, querámoslo o no, debido a nuestra loca y dinámica geografía, nos acompañarán por siempre. Por lo tanto, se hace necesario, por ejemplo, implementar capacitación obligatoria así como definir perfiles técnico- profesionales, para todos aquellos que puedan ocupar cargos públicos asociados al enfrentamiento de catástrofes.

Es dramático que a pesar de todo ello, de la enorme fragilidad de un país bello y peligroso al mismo tiempo, aún no tengamos equipos que nos garanticen seguridad y respuesta de calidad. La Onemi no es un ejemplo y la población mantiene aún enormes desconocimientos de las prácticas que debe ejecutar al enfrentar situaciones de este tipo.

A esta altura no todo puede quedar en manos de la característica resiliencia de nuestro pueblo tan golpeado, habituado y fortalecido con cada episodio que nos golpea… Una y otra vez.

Chile se merece mucho más, tanto de las autoridades, como de nosotros mismos, los principales responsables de cuidar la vida.