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La historia de los otros aluviones de Atacama

registros. Desde al menos el año 1655 que han ocurrido inundaciones. En 1997 fue el último gran alud.
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Los aluviones han marcado la historia de Atacama. Desde 1655, que es lo que historiadores han podido documentar, hay inundaciones en el valle de Copiapó no obstante, ya en 1540, Gerónimo de Bibar, había hecho mención al rol del río, en la vida del valle. "Podemos suponer, con cierta base histórica, que el valle había sufrido inundaciones. Ahora decir que es fácilmente documentable algunas inundaciones ocurridas desde siglo XVIII al XIX, al respecto decir, que la casa Matta, la más antigua de la región en pie, construida con posterioridad al descubrimiento de Chañarcillo, entre 1835 y 1840, fue edificada en altura para evitar las inundaciones, lo que es indicativo de que la primera mitad del siglo XIX, fue un etapa de lluvias y desborde del río y bajada de algunas quebradas", dijo Guillermo Cortés, doctor en Historia.

Posteriormente se puede datar inundaciones los años 1922, 1935, 1957, 1962, 1984, 1987, 1997, que afectaron a Copiapó y Atacama. "No obstante esta vez no fue el río el destructor, claro este creció porque era imposible que no lo hiciera, con la cantidad de precipitaciones que hubo, ahora no debemos olvidar que las grandes crecidas han sido preferentemente entre mayo a julio (documentadas desde el siglo XVI, Cf. Pedro M. de Lovera)", explicó Francisco Berríos Drolett, académico de la Universidad de Atacama.

No hay muchos datos de estragos en marzo tal vez en 1535 o 1536 "cuando entra a Chile el adelantado Diego de Almagro. Pero, esta vez fueron las quebradas las más destructivas y las que arrojan y depositan el lodo, lodo que no solo es barro, hoy es de un nuevo cuño, amalgamado con relaves y materiales tóxicos de la post modernidad", agregaron los profesionales.

"Ahora también hacer mención del mal uso del cauce en el presente, principalmente rellenos ilegales, ocupación de la ribera, entre otras lo que hizo que el río tomara otras vías, calle Carrera principalmente, aunque nunca fue calle Carrera el curso original del río, como se dijo en un canal público. En el caso de los callejones, siempre fueron lugares de relleno de las quebradas, y ese dato no se tuvo en cuenta en la medida que la ciudad se expandía", cuenta Rodrigo Zalaquett, magister en Estudios Latinoamericanos y del Grupo de Estudios de Atacama GEA.

Los investigadores agregaron que "lamentablemente en la urbanización de los callejones primó solo el criterio mercantil y especulativo del terreno. Los más antiguos podrán decir cómo eran los callejones, sus irregularidades, que eran producto de los proceso de erosión de las quebradas y como no afectaban directamente a la población, dado que no había tanta densidad demográfica, las bajadas de las quebradas no eran noticia. El daño al ser humano era menor, y además en un principio este fue el territorio destinado a la población indígena, por lo que no se documentó debidamente las anegaciones. En conclusión, y como lo hemos planteado tantas veces, la planificación urbana y cualquier proyecto de desarrollo, ya sea de corto, mediano o largo plazo de Copiapó y la región, debe necesariamente contar con antecedentes geo históricos, para el desarrollo armónico y seguro del territorio".