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Una semana para reflexionar

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En esta columna quisiera poder referirme en forma muy especial a la Semana Santa, una instancia del año que nos ofrece la gran oportunidad de compartir en familia, el gran misterio de la muerte y la resurrección de Cristo, en otras palabras, nos hace meditar el gran misterio y verdad de una interrogante permanente en los seres humanos la resurrección y la vida eterna. Misterio insondable, que tan sólo la fe en Dios nos puede brindar el consuelo.

Cada vez que rememoramos Semana Santa, recorremos el camino que Jesús caminó por la Vía Dolorosa, después de haber sido recibido con alegría y palmas en Jerusalén por el pueblo, recibía el pago de la traición, la negación de uno sus propios discípulos, y la calumnia que hiere. Camina al calvario con insultos, golpes, mofas, y desprecio. Nos parece increíble que ya han pasado más de 2000 años y el recuerdo de ese oprobio vivido por Jesús, además del profundo dolor de su Madre la Virgen María de verle en ese caminar doloroso, el cual se repite día a día, cuando vemos a tantos seres humanos, reflejos vivos del Cristo doliente, sufriendo los mismos dolores ante la crueldad de sus propios semejantes. Cuántas madres lloran la muerte de sus hijos ejecutados cruelmente en manos de terroristas, o bien porque viven esclavizados al flagelo de la droga, el alcoholismo o en cualquier tipo de miseria que termina en ocasiones por destruir sus vidas.

Semana Santa, a menudo se confunde con un fin de semana más largo, para viajar o bien preparar comidas diferentes, olvidando su verdadero sentido, otros tantos, hablan de rezar, ayunar o bien meditar. S.S. El Papa Francisco nos orienta a un ayuno más eficiente y productivo, para demostrar nuestra fe diciéndonos textualmente en esta Semana Santa: Sonríe, un cristiano debe ser siempre alegre; ayuna de palabras hirientes y transmite palabras bondadosas; ayuna de descontentos y llénate de gratitud.

Ayuna de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia; ayuna de egoísmo y llénate de compasión por los demás; ayuna de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros; ayuna de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación.

Nos señala el Papa, que si todos intentamos este ayuno, lo cotidiano se llenará de Paz, Confianza, Alegría y Vida.

Vivamos una Semana Santa en la paz de la familia y en la confianza que Jesús jamás nos abandona.