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Exigen un millón de dólares por ataque de Justin Bieber

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En un ataque de furia el cantante Justin Bieber habría escupido y lanzado huevos a un conocido vendedor de autos norteamericano. Pero lo que pareció ser nada más que la pataleta de un muchacho le puede costar bastante cara al canadiense.

La víctima de Justin Bieber exige un millón de dólares por destruir su reputación como líder de la industria automovilística. Fuentes cercanas a la situación dicen que Jeff Schwartz siente que es conocido en todas partes como la persona a quien Bieber lanzó huevos y escupió, y eso está dañando la reputación, que él se ha formado en más de 20 años de experiencia en la venta de autos.

Según el portal TMZ, Schwartz no está satisfecho con los 80 mil dólares que Bieber ya pagó. Ahora quiere dinero por su "buen nombre". También quiere dinero porque alega que Bieber insultó a su esposa y a su hija.

Schwartz le dio un ultimátum a la gente de Bieber: pagarle US$1 millón o va a demandar, pero los mencionados no se dieron por aludidos y el ofendido decidió presentar la demanda esta semana.

Bieber que se mudó lejos de Schwartz y Calabasas (el barrio donde ocurrió el incidente) no refutó los cargos por vandalismo y fue puesto en libertad condicional por dos años.

Este es el último capítulo de una serie de problemas legales para el polémico ídolo adolescente, quien en años recientes fue hallado culpable de conducir imprudentemente y resistirse al arresto y enfrenta cargos de conducción imprudente y de agresión luego de que su vehículo todo terreno chocara con una camioneta en agosto en Canadá.

La demanda presentada este jueves en California describe el presunto comportamiento "ofensivo" de Bieber y su equipo durante nueve meses, de marzo de 2013 a enero de 2014. Los Schwartz, que viven junto a la casa en la que vivía Bieber, dijeron que el acoso escaló luego del 27 de marzo de 2013, cuando Bieber escupió en la cara a Jeffrey y lo amenazó con matarlo.

La fascinante y misteriosa historia musical de Connie Converse

Legado. Pese a que la cantante careció de éxito en su tiempo, hoy su voz conmueve en temas remasterizados y documentales.
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Felizmente la música siempre depara sorpresas y hallazgos, rescates que se agradecen y conmueven, además, por lo irremediablemente tardíos que llegan.

De vez en cuando sabemos de algún músico que gracias al azar y al esfuerzo de cercanos llega a ser conocido en su talento: la alemana Sibylle Baier y las inglesas Vashti Bunyan y Nora Drake, madre del cantante Nick Drake, son algunos casos, a los que se suma el de la estadounidense Connie Converse, una temprana cantautora que en los años cincuenta compuso un puñado de dulces y tristes canciones que en su tiempo nunca tuvieron éxito.

GREENWICH VILLAGE

Elizabeth Converse -lo de Connie fue el nombre que escogió cuando se mudó a Nueva York- era hija de una familia bautista bastante severa que recibió su anuncio de dejar la universidad en su natal New Hampshire como un balde de agua fría.

En 1949, a los 25 años, se instaló junto a su guitarra tras una carrera musical en el distrito bohemio de Nueva York, en el Greenwich Village que por esos días congregaba a los primeros cantantes de folk urbano, los beatniks y sus performances.

Sus letras son a veces juguetonas, divertidas y algo oníricas. Le canta a la soledad, a la gente que frecuenta bares al atardecer, habla de la promiscuidad y del rol de la mujer en sus días. Es una de las primeras en aventurarse en temas íntimos, vulnerables, con letras bastante confesionales donde ya late una postura feminista de feroz independencia y sexualidad sin ataduras. Una vertiente del canto femenino que prefigura a exponentes como Joni Mitchell y Sinead O'Connor.

Estuvo doce años tratando de construir una carrera, pero lo más cerca que estuvo de la masividad fue cuando en 1954 se presentó en la televisión, en el show de Walter Cronkite "The Morning Show".

Por esos días también dejó registro de sus canciones en un improvisado estudio de grabación: la cocina de su amigo Gene Deitch, ilustrador y dibujante de comics que se dedicaba de manera amateur a grabar a sus amigos; así lo había hecho con el cantante folk Pete Seeger y el bluesman John Lee Hooker.

En las grabaciones que se pueden escuchar en YouTube y Bandcamp, junto a su voz se cuelan conversaciones, risas, toses y el maullido de un gato, testigo de esas jornadas que fueron remasterizadas en 2009 por el pequeño sello Squirrel Thing Recordings.

RESCATE

El rescate comenzó en 2004, cuando el DJ neoyorkino David Garland puso al aire en su programa radial las viejas grabaciones que tenía Gene Deitch, y fue tal el interés entre los auditores que en 2009 hizo un documental radial llamado "Walking in the Dark".

Posteriormente se abocó al trabajo de tomar cada una de las grabaciones caseras y hacer con ellas un disco que se llamó como una de sus canciones "How Sad, How Lovely". De esta forma, sesenta años después de haber hecho estas grabaciones, su voz finalmente pudo ser escuchada.

Otro descubrimiento han sido la canciones para piano que escribió entre 1956 y 1960, las que fueron tocadas por primera vez en febrero de 2014 en Nueva York.

Gene Deitch la recuerda con un cierto aire a monja, con sus lentes de marco grueso y llevando siempre a cuestas su guitarra. También confiesa que nunca hablaban mucho sobre ella durante esas sesiones de grabación, ni ella aludía a un novio ni nada similar.

"Técnicamente hablando no era la mejor cantante, pero había algo conmovedor en su voz", comentó Deitch.

En los años 60, Connie Converse renunció a la música y se mudó a Michigan donde consiguió un trabajo en la universidad de la ciudad.

En 1974, en medio de una gran depresión y algo de alcoholismo, dejó unas notas de despedida a su familia y amigos diciéndoles que quería tener un nuevo comienzo, que no la buscaran, y desapareció a bordo de su Volkswagen Beetle.

Su sobrino Tim, que en esa época tenía 11 años, recuerda que su tía le dejó una nota donde le decía que igual que Bilbo Bolsón, el famoso hobbit de Tolkien, ella tenía que irse.

El año pasado, la cineasta Andrea Kannes hizo un documental de 40 minutos sobre ella que se llama "We live alone". Kannes, luego de escuchar la música de Converse, se contactó con su hermano Phil, quien le dio acceso a un gabinete dejado por ella, repleto con grabaciones, cartas y diarios de vida.