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aprender un segundo idioma puede cambiar la forma de ver el mundo

lenguaje. Un estudio asegura que las personas bilingües tienen una mejor percepción y son más flexibles al pensar en las acciones y sus consecuencias.
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Estudiar un segundo idioma no sólo ayuda a mejorar las relaciones de trabajo y otorga facilidades para viajar por el extranjero, sino también puede cambiar la forma de ver al mundo, debido a la flexibilidad del pensamiento.

Panos Athanasopoulos, psicolingüista e investigador de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, aseguró a través de un estudio que quienes hablan dos idiomas ponen diferentes énfasis en las acciones y sus consecuencias, lo que ayuda a tener una mejor percepción de lo que nos rodea.

La forma de hablar y escribir un idioma varía según el país. Desde el inglés, lenguaje básico para viajar por el mundo, pasando por la abundancia de las reglas del español, hasta la alta complejidad de oriente, donde el árabe, el chino, el japonés y el coreano parten diferencias en los símbolos, sonidos y significados en comparación a Occidente. A juicio de los investigadores, aprender uno de estos idiomas se asocia a una habilidad para comprender el mundo.

diferencias idiomáticas

El estudio realizado por Athanasopoulos se enfoca en la gente que habla varios idiomas y se detiene en detalles como en la diferencia de reglas gramaticales.

Por ejemplo, hay idiomas que distinguen un verbo de otro. En idiomas como el alemán suele ocurrir que los conceptos se acoplan para formar una sola palabra. Un kanji (carácter japonés) puede tener diversas pronunciaciones o lecturas dependiendo del contexto, uso y localización dentro de la oración. O el mismo español con sus tiempos verbales y tildes para poner énfasis en la pronunciación de las palabras.

El estudio afirma que quienes hablan alemán tienden a especificar los principios, medios y extremos de los acontecimientos, y son más propensos a centrarse en los posibles resultados de cada acción. En cambio, los angloparlantes dejan de lado estos criterios de valoración y se centran sólo en la acción (sujeto y verbo), lo que otorga una ambigüedad al no enfocarse en el resultado. Esta diferencia lingüística parece influir en la forma en cómo las personas ven los eventos.

experimento

Para comprobar esta teoría, Athanasopoulos y sus colegas pidieron a 15 hablantes nativos de cada idioma ver una serie de videos que mostraban a gente caminando, en bicicleta, corriendo o conduciendo. Con esto, los autores del estudio determinaron las diferencias lingüísticas para una misma acción.

En otro experimento, el equipo de investigación convocó a un grupo de personas con idioma nativo alemán, pero residentes en el Reino Unido, y otros nativos en inglés residentes en Alemania.

Los voluntarios debieron jugar un videojuego con el idioma nativo bloqueado (alemanes jugando en inglés y viceversa). Los resultados arrojaron que los nativos ingleses configuraron su pensamiento como lo haría un alemán, esto es, enfocándose en el objetivo.

A su vez, los nativos germanos pudieron jugar normalmente tomando en consideración la ambigüedad del inglés, sólo enfocado en las acciones y no directamente en el resultado.

En resumen, los bilingües poseen una flexibilidad de pensamiento que permite jugar un videojuego, escuchar música o ver una película en otro idioma sin problemas, y considerando las variables del lenguaje nativo y extranjero.

Los investigadores sugieren que una segunda lengua puede desempeñar un papel importante en la elaboración del inconsciente en cuanto a la percepción. "Al tener otro idioma, tienes una visión alternativa del mundo. Puedes escuchar la música de un sólo altavoz o con los dos al mismo tiempo, en estéreo. Es lo mismo con el lenguaje", afirmó Athanasopoulos.

expertos detectan una "revolución" en Internet marcada por la creación y el negocio de nuevos dominios

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Internet está atravesando una revolución silenciosa marcada por el florecimiento de centenares de nuevos dominios que se distancian del "punto com" para redefinir quién es quién en la red de redes, un negocio de millones de dólares que enfrenta en subastas a los gigantes tecnológicos.

Se trata de una transformación paulatina que comenzó en 2011, cuyo impacto se empezó a notar en 2014 y que, cuando concluya, habrá añadido más de 1.300 nomenclaturas en el ciberespacio, los llamados "nuevos dominios genéricos de alto nivel", o gTLD, que van desde ".abogado" hasta ".yoga". En Chile, por ejemplo, existe el ".cl", regulado por NIC Chile.

Google y Amazon son los protagonistas de esta pugna por la titularidad de decenas de dominios (más de 50, Google; más de 30, Amazon), una estrategia corporativa para tomar posiciones en un mercado emergente liderado por Donuts, empresa de dominios que solicitó la gestión de más de 300 gTLD.

La empresa del famoso buscador se impuso en la puja a otras doce compañías -Amazon entre ellas- al estar dispuesta a pagar más de US$ 25 millones por ese dominio.

"En el caso de '.app' y Google es obvio por qué lo valoraron tanto, porque tienen una tienda de aplicaciones y eso es central para lo que hacen", indicó Daniel Schindler, cofundador de Donuts, quien explicó que la meta de la firma es tener una amplia y variada cartera de dominios para llegar a todo tipo de clientes, y no centrarse en unos pocos.

La cantidad abonada por Google fue la máxima alcanzada en las subastas organizadas por el organismo regulador, la Corporación para la Asignación de Nombres y Números de Dominios de Internet (ICANN), al menos que se haya hecho público.

"Es un negocio de bajo coste porque no fabricas ningún producto, se vende a través del 'aire', por lo que los beneficios son muy altos", dijo el director de la consultora RightOfTheDot, especializada en dominios, Michael Berkens.

Hasta que el ICANN aprobó en 2011 la creación de los gTLD, el universo de los dominios era muy limitado. Había una veintena de genéricos (".com", ".org", ".net", etc.), así como las denominaciones por países (".us", ".es", ".mx"), por lo que a los nuevos usuarios se les hacía cada vez más complejo dar con un nombre que no estuviera ya registrado.