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Adiós verano 2015

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Y se nos fue el verano 2015, claro, porque ayer fue el último día de verano que usted podrá ir a la playa a disfrutar de un buen baño, del sol y la arena. Hoy lunes es sinónimo de volver a la rutina escolar y laboral. Además, los colegios inician sus clases, por lo tanto, atrás quedarán los recuerdos de lo que fue esta temporada estival que nos dice adiós.

En nuestra memoria quedará el recuerdo de nuestras vacaciones, las vivencias pasadas en distintos lugares y que recordaremos por mucho tiempo también quedarán en la memoria colectiva de los 20 mil vecinos y vecinas de la comuna que viajaron gratuitamente por iniciativa municipal a visitar y disfrutar de la caleta de Pajonales entre el 14 de enero y el 8 de febrero. Una playa copiapina rescatada por el alcalde para los copiapinos, enmarcado en un programa denominado "Verano Azul" que nos recuerda la canción que popularizó el cantante nacional Wildo, allá por el año 1970. La iniciativa contempló la salida diaria de 10 buses, completando cerca de 400 viajes hasta la costa, que beneficiaron a niños, niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores de las distintas organizaciones comunitarias de la capital regional.

Ahora, cuando termina el periodo estival, inmediatamente nos ponemos a a pensar en el próximo verano 2016, porque como canta Larry Wilson en una de sus canciones que fueron furor durante la Nueva Ola, "otro verano que ya se fue, otro verano que terminó y se llevó con su calor, la brisa del mar y el sol". Por lo tanto, las emociones, tristezas y alegrías vividas durante este verano pasan a ser recuerdos de verano que nos fortalecerán para el resto del año.

A propósito de recuerdos veraniegos, cómo no recordar nuestros veranos en la playa copiapina y o en playa brava en la segunda mitad de la década del sesenta y en los primeros años de la década del setenta, cuando viajábamos en familia, a pasar un fin de semana en Caldera, Los menos, lo hacían en vehículos propios; otros, viajaban en buses Recabarren, con su slogan "No somos los mejores... pero la gente nos prefiere", o en buses Inca Bus o Abarcia. Muchos tuvimos la dicha de trasladarnos en tren hasta este balneario, en el famoso "Tren Excursionista", que salía desde la estación los sábados y domingo, con tres o cuatro viajes diarios y, por supuesto, todos repletos de pasajeros. A propósito, cómo no citar a algunos de los maquinistas y ayudantes de maquinista de aquellas locomotoras: Charles Bown, el "Negro" Recabarren, el "Chico" Lillo, El Negro Figueroa y cortando los boletos "Platanito" Vergara, entre otros, que se me vienen a la memoria, en estos momentos.

¡Qué emoción más grande era el momento en que sonaba el pito de la locomotora, anunciando su partida y comenzaba su "chi-qui-chá" sobre los rieles y durmientes, a medida que iba pasando delante de nuestras ventanas el hermoso paisaje que teníamos entonces hasta Caldera.

Algunos amigos de Vallenar, alguna vez me comentaron que una emoción similar vivieron ellos con su propio "Tren Excursionista" que corrió a inicios de la década de los setenta, trasladando a miles de veraneantes hasta el lindo puerto de Huasco, que pasaba por Perales Viejos, por las haciendas Tatara, Buena Esperanza, Atacama y el fundo Centinela, para seguir por el centro de Freirina, Huasco Bajo y finalmente la estación porteña.

Yo creo que muchos coincidimos en que, al final, llegábamos más cansados que relajados de estos viajes relámpagos, que eran por un día o por el fin de semana, especialmente las mamás, que debían lidiar con la comida, sobre la arena de la playa que todo lo invadía, sobre todo cuando nosotros nos poníamos a jugar a la pelota cerca de la "carpa"… que en realidad era cualquier cosa, menos una carpa, como las que conocemos hoy. Yo me acuerdo que, como en esos años no estaban las comodidades actuales, hasta las sábanas servían para hacer una cubierta, en la medida que la madre o la abuela las cosieran bien por los cuatro costados y armaran esta gran tela que afirmábamos sobre listones de caña. La cosa era "capear" el sol y evitar las quemaduras en la piel. Los que se quedaban podían disfrutar de una fogata en la playa , el canto y la guitarra y el infaltable pololeo.

En esos años nadie se preocupaba del "qué dirán", porque no estábamos influenciado por la publicidad televisiva, así es que la modestia y el ingenio se imponían a la hora de entregar respuesta a las necesidades de todo tipo. Así por ejemplo, una buena "untada" con tomate era suficiente para evitar que nos quemáramos con la exposición al sol, tal como también se usaba la pulpa del membrillo para fijar el cabello, a modo de gel. "Glostora" y "Brillantina", me acuerdo que eran las marcas preferidas de este producto capilar entre los jóvenes "coléricos" de la época.

Volviendo a nuestros recuerdos playeros de verano. Así como las madres y abuelas se preocupaban de la comida, evidentemente que nuestra principal preocupación, como niños que éramos en aquellos años, era llevar el traje de baños y, por supuesto, la pelota de fútbol, porque uno iba a la playa a bañarse, pero también a jugar con los parientes y amigos improvisados que encontraba en el sector donde nos instalábamos. Tanto, el papá o las hermanas tenían entre su preocupación llevar la radio a pilas, para entretener la hora de almuerzo, escuchar el partido de fútbol o las noticias.