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Incubadora de emprendedores sociales

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La posibilidad de emprender un proyecto constituye un sueño para la mayoría de las personas. Hoy en Chile existen millones de soñadores, un sinnúmero de emprendedores motivados con un fuerte deseo de iniciar su propio negocio. Esta pasión nacional se ha convertido en el último tiempo en un fuerte motor de la economía chilena, debido a que cada vez son más los compatriotas que se atreven a este cambio. Y las cifras avalan este auge: hoy el 24,3% de la población adulta entre 18 y 64 años se considera un emprendedor en etapa inicial, revela la más reciente encuesta sobre Microemprendimiento del Ministerio de Economía.

Estos estudios demuestran que los chilenos, denominados otrora "Los Jaguares de Sudamérica", sí se atreven a iniciar sus propios negocios, incluso cuando la economía está en constricción. Esta reveladora afirmación se sustenta, ya que a pesar de los actuales vaivenes de la economía se continúa destacando internacionalmente a nuestro país por sus índices de emprendimiento. Estudios revelan que Chile tiene la tasa más alta del mundo, alcanzando el 23,4 % de la población económicamente activa del país. Esta cifra es extraordinaria si se compara con Estados Unidos, con un 12,8%, y con el promedio de los países de la OCDE, con un 8%.

Pero hoy esta tendencia no sólo implica generar un negocio rentable económicamente. Los emprendedores y sobre todos los más jóvenes se están inclinando por el denominado emprendimiento social que busca "cambiar el mundo", contribuir y compatibilizar tanto al entorno social como económico a través de proyectos que sean sostenibles en el tiempo, una real apuesta.

Resultado de este auge es que desde 2012 nuestro país tiene más de 65 empresas nacionales certificadas como B, todas compañías sociales que no compiten por ser las mejores del mundo, sino que por ser las mejores para el mundo. De esta forma, Chile está catalogado como el país que tiene la mayor cantidad de empresas B a nivel global.

A través del emprendimiento social, podemos generar negocios con impacto positivo en la sociedad.

Síntomas de algo real y peligroso

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El creciente aumento de las detenciones ciudadanas y el video del mortal disparo que efectuó un carabinero a un delincuente juvenil, pusieron en el debate ambos tipos de procedimientos.

En el primer caso, la práctica de cobrar justicia por los propios medios es, hasta el momento, algo que sólo observamos por televisión, pero que puede detonar en cualquier instante.

Esta acción deja al descubierto el clima de aparente impunidad con el que actúan los delincuentes, de ahí la aparición de estas reacciones. Lo preocupante del tema es que hay un claro síntoma que la Justicia está al debe en estas materias, sobre todo al revisar el extenso prontuario de los autores de estos delitos.

Al ser estos hechos más frecuentes (robos y asaltos, según la encuesta Adimark-Paz Ciudadana), hay un peligroso paso para caer en ajusticiamientos ciudadanos o en la conocida Ley del Talión, con todo lo que ello significa para una sociedad evolucionada y moderna.

El Gobierno y la Justicia tienen una gran tarea para realizar ajustes claros y perceptibles, a fin que los tribunales no se conviertan en un paseo para los antisociales, quienes muchas veces pasan de victimarios a víctimas.

En el caso del carabinero que aparece en el video, el asunto es complejo. Difícil es saber si un delincuente tiene o no un arma de fuego al momento del robo de un vehículo, más aún cuando la adrenalina fluye al máximo. Si bien el efectivo policial se extralimitó al momento de disparar ante varios conductores, no es menos cierto que esta persecución pudo terminar en una tragedia mayor. ¿Cuál sería el pensamiento si el antisocial en su huida hubiese matado a alguien?

Más allá de los diferentes puntos de vista sobre el tema, es urgente que la comunidad vuelva a creer en la Justicia y no quede la sensación de desamparo. Esto último es lo peor que puede pasar y ya tenemos síntomas preocupantes de que algo no está funcionando en la forma correcta.