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Carabineros mártires

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La muerte de dos carabineros en la provincia de Parinacota, en el extremo norte de Chile, a unos 15 kilómetros de la frontera con Perú, es un hecho doloroso que no sólo golpea a la institución, sino que también a toda la comunidad. Las circunstancias en las que se dieron los hechos, las que en el fondo están siendo investigadas, hablan en el fondo del valor y el compromiso de los uniformados, quienes no sólo están dispuestos a enfrentar las difíciles condiciones de los elementos y la naturaleza al interior de la región más septentrional de nuestro país, sino que también la vileza de seres humanos ante cuyos actos trabajan, para tratar de resguardar a los vecinos y ciudadanos.

El sargento Germán Cid y el cabo Víctor Godoy, ambos de la dotación de la Cuarta Comisaría Chacalluta en Arica, se transformaron en nuevos mártires de la institución, quienes perdieron la vida en el cumplimiento de su deber en los límites septentrionales de nuestro país y a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar. Sus familias y compañeros fueron los primeros en sentir profundamente tan irreparables pérdidas.

El norte de Chile tiene esa particularidad. Su desierto, el altiplano, la precordillera y la cordillera hacen la vida difícil e imponen desafíos, en especial, a quienes deben velar por la seguridad en las vastas extensiones y hacer soberanía en condiciones tan difíciles.

El general director de Carabineros Gustavo González Jure, destacó el valor del trabajo que realizan los carabineros en dicha zona y adelantó que se revisarán protocolos, procedimientos, dotaciones y equipos de apoyo para los efectivos que cumplen labores en la extensa y alejada frontera nortina.

Todos los esfuerzos que el Estado pueda hacer por continuar facilitando y potenciando el trabajo de Carabineros, especialmente en zonas apartadas y fronterizas como es el caso del norte de Chile, es importante. Más aún, si se toma en cuenta que regiones como Arica y Parinacota, junto con Antofagasta, tienen fronteras con dos países. La labor policial, sin lugar a dudas, es ardua y merece atención especial, mucho más de lo que tenemos hoy.

Disfrutar del verano, es un derecho

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Tenemos más de 4 mil kilómetros de costa, una gigantesca cordillera, más de 30 parques nacionales, y un sinfín de atractivos turísticos. Pero a pesar de todo, son muchos los chilenos que cada año se quedan sin vacacionar. Veranear en Chile es un privilegio de pocos, por años nos hemos acostumbrado a que un fin de semana en Iquique es más caro que viajar al extranjero, que la Isla de Pascua la visitan más turistas internacionales que locales, que los hielos del sur son un secreto que sólo conocen quienes pueden pagar.

Pero no nos confundamos, esto no es efecto del sol y del calor del verano. Durante todo el año el acceso a la cultura y el esparcimiento es limitado, somos el lugar de Latinoamérica donde más se paga por la entrada a un concierto, no es lógico que un país donde el 70% de la población gana menos de $400 mil, se deba pagar $200 mil para asistir a un concierto, y no hablamos de la entrada más cara.

Tampoco es muy razonable que el teatro o la ópera sean sinónimos de lujo, incluso comer sano lo es. Por eso cuando unas semanas atrás me tocó acompañar a la Presidenta Michelle Bachelet en el lanzamiento del programa "Verano para todos y todas", leí con sorpresa algunas críticas en las redes sociales. Cómodamente detrás de una pantalla criticaban la incitativa y hasta cuestionaban la necesidad de invertir en actividades gratuitas para el verano, de poner recursos en fomentar el deporte, la cultura y la comida saludable.

Los chilenos necesitamos acceso universal a la educación, nos urge más y mejor salud, queremos más viviendas y mejores trabajos, pero también necesitamos cultura, deporte, comer mejor y descansar, relajarnos y disfrutar.

Debemos dejar de ser el país de los conciertos más caros de Latinoamérica, el país donde hay playas exclusivas que sólo ocupan quienes tienen plata para comprar un terreno a orilla del lago, el país donde el teatro es un lujo reservado para la elite, donde el deporte es para quienes pueden pagar un gimnasio, donde comer sano es sinónimo de tener un buen sueldo, el país donde durante dos meses unos descansan y otros continúan su vida sin ningún respiro.

El verano no puede seguir siendo sinónimo de playa y vacaciones sólo para unos pocos, el verano debe ser de todos y para todos.