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¿Quién eres tú, libertad?

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Millares de personas marcharon en París clamando por un mundo de libertad de ser en convivencia humana. Sorprendentemente participaban gobernantes de países en tensiones belicosas. ¡Qué ocasión de haber acordado!: "Nosotros no invadiremos vuestra libertad, y, ustedes tampoco la nuestra porque ambos estamos aquí para enarbolar la libertad". La libertad es un bien, como el oxígeno, superior a todos nosotros.

Sin embargo, "En tu nombre Libertad": ¡Cuántos crímenes se han cometido!. ¡Cuántos seres humanos abandonan sus tierras para no vivir soyuzgados!. Los griegos crearon el ícono de "Prometeo encandenado", quién se rebela contra sus dioses que encandenan su cuerpo pues, celebraba su conciencia de ser dueño de sí mismo, de responder por sí mismo.

Pero también, se filtra un miedo a la libertad, bajar al sótano de sí mismo hasta encontrar su tesoro perdido. Están quienes les acomoda las jaulas de oro, o las jaulas de mimbres. Ante estas antonomias, Jesús irrumpe la historia: "¡He venido a liberar a los oprimidos!, la letra mata, el espíritu vivifica!", trasciende todos los poderes humanos, incluso los religiosos que osan dominar la libertad.

¿Quién eres tú, Libertad?, ¿Quién eres tú, Libertad?. ¿Eres la semilla que se puja en árbol? ¿Presencias los primeros pasos que se abren caminos para los brazos que los esperan?. ¿Eres la voz en el "desierto de los anonimatos", la voz con alas de verdad, de belleza, de justicia?.

¿Quién eres tú, Libertad?: ¿Naciste para elegir madrigueras?, ¿para encandilarte de fantasías?. O ¿provienes de las lágrimas que surgen de los partos?. Reinas en todas las pupilas. y, más brillas en aquellas que penetran los mensajes, aún de las estrellas. Sí, porque estuviste en aquel silencio que explosó en la magna decisión creadora de galaxias, del reino de latidos, de corazones que funden el coraje de la libertad al calor del amor.

Hace dos mil años, El Nazareno, martilló: "¡La verdad os hará libres!", pero ¿cuál verdad?, la verdad de las vertientes, la verdad de la sangre a la piel, y de la piel al océano del nosotros.