Hay situaciones en la vida que emocionan. Ayer conocimos la historia de doce pequeños de la localidad Canto del Agua, ubicada cerca de Carrizal Bajo, que viajaron a la Región de Valparaíso, para participar en varias actividades que nunca imaginaron. Estar en un barco e ir al cine, nunca lo habían hecho y durante tres días lograron aquello que habían planeado, gracias a la gestión de su profesor, Eduardo Rodríguez.
Destacar estos ejemplos hace bien para la región. Y es que hay distintos aspectos que nos hacen creer que no sólo una Teletón, puede convertirnos en seres solidarios.
En esta caso, la voluntad se transformó en la punta de lanza para lograr algo que parecía lejano. Un favor pedido por el profesor, fue sumando más organizadores y se transformó en una cadena de favores. Instituciones de esa región se unieron en torno a este sueño, algo que perfectamente se puede repetir para otros niños.
Cabe destacar la labor del profesor Rodríguez. Muchas veces la palabra vocación se usa constantemente al punto que pierde sentido y se le da ese valor a muchas personas.
En el caso de él, es un profesor con vocación de "tomo y lomo". Ir a sectores apartados, hacer clases y transportar a los alumnos es el mejor ejemplo, que para muchos el dinero no importa y sí el bienestar del resto. En este caso, los favorecidos son niños, lo que le da un valor agregado, tomando en cuenta que están en una etapa clave para el desarrollo de sus vidas.
Este viaje no sólo es un premio para ellos, sino que un aporte a su vida. Que hayan conocido este mundo puede darles un mayor impulso, para desarrollarse y porqué no seguir con esta cadena de favores, haciendo cosas por su poblado.
Julio Martínez dio un inspirador discurso en la primera Teletón de 1978. "¿Saben ustedes qué es lo que hay en cada niño que sonríe? Un canto a la vida, un canto a la dicha, y un canto al amor", dijo. Hoy en Canto del Agua una docena de niños sonríe, gracias a una iniciativa que es un verdadero canto a la vida.