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Copiapó, ciudad de las veredas "imaginarias" y con postes

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El progreso se nota claramente en la infraestructura de la región de Atacama. Los nuevos edificios, aún en construcción en algunos casos, edificios de departamentos, junto al mall, al cual han concurrido miles de personas, son sin duda los elementos más claros de que hay procesos urbanísticos que avanzan, especialmente en la capital regional.

Sin embargo, a veces parece que se olvida uno de los factores más importantes para el desarrollo de la vida cotidiana y sobre todo para aquellos vecinos que no cuentan con un vehículo de transporte.

sorteando obstáculos

Las veredas son las vías de traslado de los transeúntes, no obstante hoy muchas de ellas en Copiapó están en mal estado. Esta situación no tan solo provoca molestia, sino que trae consigo diversos riesgos para los peatones.

En algunos lugares esta vía ya ni siquiera existe y se ha debido demarcar con pintura para que los automovilistas respeten el espacio como límite entre la calzada y la acera.

En calle Chacabuco, esquina de Diego Portales, alrededor de 20 metros forman esta realidad. Por allí, transitan adultos mayores, niños que salen del colegio, jóvenes y madres junto a sus hijos, que deben convivir con el peligro. La razón: una casa que está sobre la línea de edificación, lo que obliga a bajar a la calzada.

Doris Vega debe caminar a diario por el lugar con su hijo Alexander. Ambos cruzan al colegio en las mañanas y por las tardes, deben volver por la misma "vereda imaginaria".

La mujer sostuvo que "a veces en la mañana es súper peligroso porque pasan vehículos muy rápido. Entonces la seguridad para los niños es mínima ahí. Cuando uno camina de vuelta tiene que a cada rato mirar para atrás porque no sabes si va a venir un auto muy fuerte y te pasa a llevar, sobre todo las micros y los camiones que pasan porque son más anchos".

Al pasar algunos transeúntes se impactan al ver, desde la vereda de en frente, a una fila de personas caminando al lado de vehículos pequeños y grandes, incluyendo microbuses.

Y es que no todos los conductores al parecer conocen que las rayas blancas del achurado son la prolongación de la vereda. Incluso muchos simplemente estacionan provocando con ello la obstrucción de un camino ya peligroso.

Un poste obstáculo

Otra de las deficiencias en las veredas copiapinas es la instalación, en medio de éstas, de postes de alumbrado público, lo que impide el desplazamiento fluido a quienes transitan por el lugar con coches o silla de ruedas.

Victoria García es una joven madre que a sus 25 años debe trasladar a uno de sus hijos en coche. En Chacabuco a la altura de Infante comienza la odisea por esta situación.

"Cada vez que paso por ese lugar con el coche es todo un problema porque es muy angosto y justo está ahí ese poste. Debo bajar a la calle con el coche y mi hijo dentro, es muy peligrosos pero nadie hace nada", comenta García.

En calle Maipú ocurre lo mismo. En una de las nuevas arterias preparada para la llegada masiva de visitantes al nuevo Mall Copiapó, la vereda está obstruida también por postes de alumbrado público, lo que provoca aglomeraciones que terminan obligando a los transeúntes del sector a bajar a la calle.

Una de las afectadas es Jeaneth Velázquez quien comentó que "para nosotros es súper incómodo pasar por este lugar acá en Maipú con Chañarcillo, ya que simplemente no existe vereda y unos metros más allá la que existe es muy angosta y para variar tienen un poste entre medio, lo que impide pasar cómodamente, sobre todo cuando uno viene con niños. Es un riesgo porque uno tiene que bajar a la calle y los automóviles no reducen su velocidad, lo que hace más peligroso el transitar por acá y nadie se hace responsable de esto".

Pero este problema no es privativo sólo del centro de Copiapó, son diversas las calles qué tienen sus veredas en mal estado, desniveles o que simplemente se utilizan como estacionamiento en el caso del sector donde se encuentra el colegio San Francisco de la Selva, que paradojalmente en el horario de salida parece una verdadera selva entre peatones que intentan caminar por las aceras y los automóviles que impiden el tránsito.

A esto se suma que hay sectores con aceras en desnivel que provocan las raíces de los árboles. La gran pregunta que hoy surge en la comunidad, producto de las molestias, es quién fiscaliza para que las condiciones de tránsito de los peatones sean mejores y tengan la seguridad que merecen.