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Israel reabre Mezquita de Al Aqsa pero con restricciones

crisis. El Gobierno de Netanyahu cerró el lugar por el ataque a un activista ultra israelí. Palestina acusa un "acto de guerra".

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La policía israelí ultimó ayer a Mutanaz Hijazi, un palestino de 32 años del que sospechaba haber intentado asesinar en la madrugada a Yehuda Glick, un activista religioso de ultraderecha que lidera una campaña para que se permita a los judíos rezar en la Mezquita de Al-Aqsa, o Monte del Templo. El Gobierno de Benjamin Netanyahu cerró el acceso a la denominada Explanada de las Mezquitas, lo que generó feroces enfrentamientos en Jerusalén Oriental y el llamado del Presidente palestino, Mahmoud Abbas, a un "viernes de furia".

El dispositivo de seguridad israelí se activó cuando el rabino Glick, un rostro habitual en los medios israelíes, fue tiroteado al salir del Centro Menachen Begin, donde había clausurado el evento "Israel vuelve al Monte del Templo".

Según El País, se trata de una convención anual que reivindica el derecho de los judíos a controlar lo que ellos identifican como el Monte del Templo. Para los musulmanes se trata de la Explanada de las Mezquitas, que alberga la Mezquita de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca. Estos recintos están bajo gestión musulmana, y se prohibe a los judíos rezos de ningún tipo.

Desde hace semanas varios grupos ultrarreligiosos presionan para cambiar el estatus de la zona, el tercer lugar santo en importancia para los musulmanes y el primero para los judíos. Mientras los judíos creen que bajo la explanada está el templo levantado en torno a la piedra donde Abraham se dispuso a sacrificar a Isaac, para los musulmanes se trata de la misma roca desde la que Mahoma subió al cielo, según la tradición del Islam.

La policía reabrió el complejo a última hora de ayer, pero a los mayores de 50 años. Las autoridades israelíes adujeron "razones de seguridad" para cerrar por completo la explanada tanto a los musulmanes como a los turistas. Según EFE, esto no ocurría desde que de septiembre de 2000 entró en la Explanada el entonces líder de la derecha y luego primer ministro israelí, Ariel Sharón, en un acto que detonó la segunda Intifada.

El Presidente palestino, Mahmoud Abbas, denunció las acciones de Israel como "equivalentes a una declaración de guerra" y su partido Fatah convocó a un "Día de furia" para hoy. "Esto es malo y preocupante. De todos los lugares de Jerusalén, el Monte del Templo es el más sensible, el más cargado y el más peligroso", subrayó el diario israelí Yediot Aharonot.

La medida fue condenada por el jeque del recinto, Azam Tamimi, y por el Gobierno de Jordania, que gobierna el lugar desde los acuerdos de paz de 1994 entre Israel y Jordania.

Estados Unidos exigió que los musulmanes pudieran nuevamente acceder a la mezquita de Al Aqsa, y pidió a todas las partes "mesura" en las tensiones. La mezquita "debe ser reabierta a todos los fieles musulmanes", dijo la vocera del Departamento de Estado, Jennifer Psaki. El ministro de Economía israelí, Naftali Bennett, que lidera el Partido Colono, señaló que con el tiroteo en el corazón de Jerusalén se cruzó "una línea roja de sangre".