De los muchos obstáculos -siempre necesarios para que la misión que nos proponemos valga el esfuerzo- que impiden que Chile alcance el desarrollo, puedo citar, al menos tres.
El primero es Santiago. Si, la gran urbe, que se ha edificado y extendido sin pausa. La ciudad capital tiene en abundancia lo que esperamos hallar, vanamente, en las otras que tenemos; por ejemplo, la capacidad de definir y decidir lo que se hará en cada territorio. Esto en lo público y en lo privado. En Santiago no sólo están las autoridades de gobierno, también los gerentes generales. Se acumulan allí los problemas que afectan a una urbe de estas dimensiones y no hay recursos suficientes para satisfacer las enormes urgencias que varios millones de santiaguinos reclaman. Mientras este proceso de concentración siga, las regiones tenemos escasas posibilidades y el desequilibrio irá en aumento. Hay que descentralizar ya.
El segundo es la poca creatividad de los empresas, especialmente de las que absorben más recursos. En la economía global, lo que hace la diferencia es la innovación y el aporte de nuevas ideas a lo que el mundo requiere. Tres ejemplos chilenos grafican esto: el salmón, el vino y la fruta. Han tenido una buena partida, pero aun tienen mucho camino por recorrer. Tal como esos necesitamos muchos más, en la minería privada, que solo extrae y vende casi puro concentrado, cuando se podría producir y exportar cobre elaborado. Falta mucho por avanzar en financiamiento de la novedad y en el fortalecimiento de muchas ideas, por ejemplo, en el ganado caprino, en la aceituna y en derivados del mar, por citar sólo algunos.
El tercer y tal vez más esencial problema, es la falta de una planificación, en todo aquello que requiere planes de largo y mediano alcance. Por ejemplo, en la infraestructura, el crecimiento de las ciudades, el uso de recursos naturales, tales como la bella costa de Atacama, para potenciar el turismo, las energías renovables, entre muchos otros.
Los países, para que sean tales, deben tener un objetivo común, compartido por la gran mayoría y por eso deben darse el tiempo y los espacios para construirlo.