Han sido cien días intensos de trabajo, de reuniones, de recorrer cada uno de los rincones de nuestra región, recogiendo opiniones, sugerencias; conociendo una a una las necesidades de cada uno de nuestros vecinas y vecinos. ¿Qué hemos visto? que durante mucho tiempo se dejó de lado lo más importante de una región y de un país. Las personas.

Desde esa experiencia es que proponemos un trabajo lejos de los escritorios y que no se ampare en antiguas burocracias que parecían frenarlo todo. Hemos salido a la calle y hemos exigido que los paradigmas se rompan y entregar soluciones a largo plazo.

Y es que no se trata de ejecutar recursos que poco benefician a las personas y que terminan por cumplir objetivos poco concretos, se trata de ver donde inyectar esos recursos, que forma es la más adecuada y a cuantas personas beneficia. Es necesario solucionar problemas históricos de necesidades básicas; como agua potable y alcantarillado en comunas como Tierra Amarilla, Freirina, Alto del Carmen; de generar planes de desarrollo productivo para aquellas comunas con un retraso importante en aspectos económicos como Chañaral, Freirina, Alto del Carmen, por ejemplo. Creemos que la descentralización entonces, no es un tema nacional, sino que debemos abordarlo también de forma regional. Nuestro _Intendente nos ha llamado a gestionar el desarrollo teniendo en consideración las particularidades de cada comuna porque las necesidades de Copiapó claramente no son las mismas que las de Freirina.

Nuestra presidenta ha apostado por la competitividad, la innovación y el crecimiento, pero desde las personas. Queremos que nuestras niñas y niños sean personas con espíritu innovador, emprendedores y que puedan crecer en un mejor país. Uno sobre todo, más igualitario.

Que seamos el país con mayor desigualdad según informe de la OCDE refleja que las falencias no han sido abordadas y que el crecimiento ha dejado de lado el acceso a las oportunidades, la educación de calidad y otros factores que nos obligan a replantearnos como queremos a nuestro país y nuestra región hoy y como construiremos el que queremos dentro de 20 años.

Mientras el país se concentraba en el juego entre Chile y Holanda por el Mundial de Brasil 2014, en el palacio de La Moneda, en Santiago, la presidenta Michelle Bachelet firmaba en nuevo proyecto para dar vida a la 'Ley Emilia', que busca penas efectivas y más severas contra los conductores que guían sus vehículos en estado de ebriedad y más aún, si protagonizan accidentes que causen muertes o lesiones.

Este proyecto reemplazará uno anterior que fuera rechazado debido a los vacíos que dejaba respecto a las condenas efectivas para los infractores. Con la nueva iniciativa el escenario es distinto: Un conductor ebrio podría quedar en prisión preventiva y pasar al menos un año en la cárcel. Además, en el caso de accidentes con lesiones o muertes el mínimo para una condena serán cinco años y se establece como 'delito calificado' en el caso que se registre la huida del lugar del accidente, la reincidencia en la conducción bajo los efectos del alcohol o que el conductor involucrado sea un profesional de volante.

Como lo dijera la mandataria al firmar esta iniciativa legal, no es el caso 'ensañarse' con quienes tienen un comportamiento irresponsable en el tránsito, exponiendo su vida y loa de los demás, sino que se trata de establecer castigos efectivos y ejemplarizadores a quienes no asuman la seriedad que demanda el guiar un vehículo motorizado. La iniciativa nace luego de la muerte de la pequeña Emilia en enero de 2013, luego de que el auto en el que viajaba junto a sus padres, fuera impactado en la parte posterior por un furgón conducido por un hombre en estado de ebriedad.

Más allá de este emblemático caso que terminó denominando al proyecto de ley, muchos rincones de Chile han visto cómo la mezcla de alcohol y conducción ha cortado vidas de raíz, sumiendo a cuentos de familias en el dolor, en algunos casos, hasta quedar en la indefensión. Es por eso que se espera que esta ley sea prontamente tramitada y se convierta en un nuevo paso para disuadir y en últimos términos, condenar a quienes aún no entienden los efectos nefastos de conducir tras consumir bebidas alcohólicas.