Brasil: el país metido en su propia olla a presión
escenario. Hay incertidumbre por el convulsionado ambiente social y por discreto desempeño en los amistosos.
EFE/SEBASTIÃO MOREIRA
No ha sido fácil para Brasil vivir su propio Mundial, el que se supone es una fiesta del fútbol y del deporte. El evidente malestar social, el caos en las calles, manifestaciones y los atrasos en los estadios se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para todos y especialmente en el seno de la FIFA. ¿Será que a estas alturas quizás el organismo se arrepiente de haber designado a dicho país como sede aquel ahora lejano 30 de octubre de 2007?.
Uno de los grandes problemas es el social. Los trabajadores del metro de Sao Paulo, que exigen mejores reivindicaciones económicas, volvieron a botarse en huelga generando enormes congestiones en el transporte público, situación que los propios organizadores del campeonato lo vivieron en carne propia con un 'taco' récord de 209 kilómetros en las calles paulistas.
'¡Bienvenidos al país del atasco!', dijo Jacques Anouma, presidente de la Federación de Fútbol de Costa de Marfil y miembro de la FIFA, mientras que Michel Platini aseguró que 'tardé dos horas y media del aeropuerto al hotel'.
Sin embargo ayer las cinco líneas del metro de la sede del partido inaugural de la Copa del Mundo prestaban su servicio de manera normal o parcialmente durante la tercera jornada de un paro por aumento de salarios, según informó la compañía que opera el sistema de metro paulista.
Lo peor es que la policía y conductores de autobuses también se han manifestado de brazos caídos y no descartan volver a hacerlo durante el desarrollo del Mundial como medida de presión. Vaya uno a imaginar qué pasaría en términos de seguridad si así ocurre.
Y la situación del avance de los estadios ha sido la gota que ha rebalsado el vaso, o en este caso la copa. La falta de instalaciones eléctricas o colocación de los asientos en las gradas son algunas de las carencias que presentan varios recintos, aunque desde el máximo organismo del balompié prefieren ponerle paños fríos asegurando que 'es algo normal'.
'Parece que hay muchas obras en curso, aunque yo diría que es muy normal. Y que es más normal cuando se considera que los estadios fueron entregados tarde. No tenemos temores sobre los próximos días', aseguró Jérôme Valcke, secretario general.
Aunque la idea es bajarle el perfil, a los ojos del mundo parece ser todo lo contrario. Por ejemplo, el escenario de la inauguración está aún sin terminar.
El Arena Corinthians de Sao Paulo pasó recién hace una semana el segundo y último test oficial y los resultados quedaron al debe: la tribuna con un aforo para diez mil personas está incompleta y otra de las gradas también presenta desperfectos. Se trabaja a la máxima velocidad, sin embargo, se teme que no se llegue a tiempo.
De acuerdo a lo anterior, la FIFA no tendrá tiempo para celebrar un partido de prueba a plena capacidad antes del torneo, por lo que 22 mil graderías mecano no podrán ser probadas. Asimismo, el centro de prensa en el Arena da Baixada de Curitiba no se encuentra listo, por lo que se instalará una carpa.
Pese a que el Arena Pantanal de Cuiabá está terminado para ser usado, los trabajadores siguen construyendo veredas. A ello se suma que seis estadios no tendrán servicio de Wi-Fi.
Problemas similares también se extienden a otros recintos como Porto Alegre y Natal. 'Cuando uno lidia con un evento tan grande como la Copa del Mundo, no hay forma en la que puedas poner un diploma en la muralla que diga que estás listo. Tienes que estar preparado cada día. Todos deben estar trabajando las 24 horas. Hemos hecho todo dentro de nuestra capacidad para que las cosas queden lo más cerca posible de estar listas', explicó Aldo Rebelo, ministro de Deportes de Brasil.
Ni hablar de los aeropuertos, ya que medios locales, como el Folha de Sao Paulo, denuncian que en once de las doce sedes presentan fallos o están inacabados. En algunos casos, los pasajeros deben andar sobre tierra porque no está listo el pavimento, como ocurre en las ciudades de Confins, al sureste, y Manaus, al noroeste.